En aquel tiempo, al ver toda aquella muchedumbre, Jesús subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor. Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:

«Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices los que lloran, porque recibirán consuelo. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia. Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.  Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes».

Reflexión del Evangelio del Día

En este Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta entre otros santos, en honor al Beato Manuel Domingo y Sol. Meritorio sacerdote español, fundador de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús. Su obra cruzó muchas fronteras. En Venezuela los Operarios han sido los grandes impulsores de los Cursillos de Cristiandad. En Guayana particularmente hay grandes motivos para recordarlo, la Parroquia San Buenaventura que hoy está de fiesta, es testigo de su entrega por el Evangelio de Jesucristo.

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 5, versos del 1 al 12, en el que, se da inicio al gran Sermón de la Montaña, que se extenderá hasta el capítulo 7, y que es considerado como la Carta Magna o Enseñanza Fundamental de JESÚS a sus seguidores. Por lo que es considerado como el modo más claro de expresión del Maestro acerca de la identidad de sus seguidores y de las directrices que deben seguir para vivir la adhesión auténtica a Él.

Con ocho enunciados introducidos por la palabra «Felices,» JESÚS establece de manera sintética, un programa de vida y de acción para los discípulos que sinceramente lo quieren seguir y alcanzar la plenitud de Vida en el Reino de los Cielos. Y es que, las Bienaventuranzas son el Salmo de la Nueva Felicidad Evangélica. Podemos dividirlas en dos series: las cuatro primeras, y la última, que se refiere a los perseguidos, se retoman, el tema de que el Mesías vino para los pobres, que sufren y saben que solo cuentan con DIOS. A estos, JESÚS promete el Reino de los Cielos y la Consolación Plena.

Las otras tres; quinta, sexta y séptima, son una invitación a los seguidores a combatir seriamente la miseria y empeñarse en la construcción de la Paz. Es importante destacar que si los discípulos de Cristo asumiéramos esa lucha contra la pobreza, opresión, sufrimiento e injusticia, el mundo sería renovado por el AMOR de DIOS. Ya que, el Reino de los Cielos se actualiza, donde se vive de acuerdo con la justicia que es obra de DIOS.

Al confrontarnos con el texto, vemos como todos los que nos llamamos discípulos de JESÚS, estamos llamados a buscar que el Reino de DIOS Anunciado por Él, se haga presente en nuestro mundo. Teniendo presente que el Reino no es otra cosa que el mundo Proyectado por DIOS, sin ambiciones y codicias, sin fronteras o discriminación, sin fanatismos ni fundamentalismo. Un mundo donde la siembra del AMOR sincero y desinteresado nos dé una cosecha abundante de «VIDA» donde sea respetada la dignidad humana y toda la creación.

Recordemos que, la justicia traída por JESÚS establece nuevos paradigmas de relación con los hermanos, con la Creación y con DIOS, fundamentados en la acción del Espíritu Santo que ha sido dado por el Padre. Y es por eso que, la Misión encomendada a cada creyente comporta sacrificios y renuncias, capaces de generar vida, y nada tienen que ver con sumisión, resignación o conformismo, sino de líderes que ayuden al despertar de un pueblo que pareciera condenado al ostracismo.

Así mismo, la vida de los «BIENAVENTURADOS» del evangelio que Mateo nos presenta: los empobrecidos, afligidos, desposeídos, que esperan de la comunidad de creyentes no caridad y lástima sino compromiso solidario, que no solo mitigue sus carencias temporales, de comida y medicina. También quieren que los ayuden a recobrar su dignidad, a ejemplo de los limpios de corazón, los Misericordiosos y los que luchan por la Paz y la Justicia.

Señor JESÚS, danos la Gracia de permanecer siempre fieles a Tu Palabra, para que nunca nos apartemos del camino de la verdadera Felicidad, y que el Espíritu Santo actúe en nuestras comunidades, dándonos el don invalorable de la «compasión» que nos mueva a actuar en favor de los otros. Amén.

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