Evangelio

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo.

Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor! Hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré claramente: Nunca los conocí. ¡Aléjense de mí, ustedes que hacen el mal! Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca.

Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca.

Pero dirán del que oye estas palabras mías, y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó su casa sobre arena.

Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra esa casa: la casa se derrumbó y todo fue un gran desastre.»

Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba admirada de cómo enseñaba, porque lo hacía con autoridad y no como sus maestros de la Ley.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia Universal celebra hoy la festividad de nuestra querida madre María bajo la advocación de nuestra Señora del Perpetuo Socorro patrona de los Padres Redentoristas y cuyo icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso.

Hoy en día la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha expandido por diversos lugares, construyéndose iglesias y santuarios en su honor. Su retrato es conocido y venerado en todas partes del mundo.

La liturgia del día medita los textos: 2Re 24,8-17; Sal 78; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Mateo capítulo 7, del verso 21 al 29.

En el que en el que JESÚS, enseña a sus discípulos de todos los tiempos, la necesidad de estar atentos a Su Palabra y ponerlas en prácticas, porque solo quien la hace vida con su testimonio puede llamarse su seguidor. Y por eso es que la gente de Su tiempo, «estaba admirada de cómo enseñaba, porque lo hacía con autoridad y no como sus maestros de la Ley» (Mt 7,29).

Conexión con las exigencias éticas del Reino

Y es que, la multitud que sigue a JESÚS, reconoce en Él la insólita capacidad de conectar el rigor de las exigencias éticas del Reino, con las urgencias cotidianas y la profundidad del mensaje con la sencillez para hacerse entender por los sabios y por los iletrados.

Por eso es que los cristianos de todas las épocas, tenemos la obligación y la necesidad de cimentar nuestras opciones de vida en el amor fraterno, la solidaridad y el perdón, tal como nos los propone nuestro Maestro JESÚS.

Al confrontarnos con el texto, vemos que es muy rico y nos suscita dos confrontaciones, la primera de ellas, es la de saber que una auténtica religiosidad no es cosa de andar gritando cada día «¡Señor, Señor!», ni de andar buscando milagros, sanaciones y exorcismos.

Por lo que hay que tener claro, que todas las exteriorizaciones religiosas cristianas son sanas en la medida en que concurran a la gran realización del ideal de JESÚS de Nazaret: «el de amarnos los unos a los otros, tal como Él nos ama» (Jn 13,34-35).

Ya que, lamentablemente la mayoría de las veces las expresiones de la religiosidad popular, se reducen a la pura manifestación de la emotividad, pero no comprometen al cristiano en los valores auténticos del Evangelio.

Por eso es que las múltiples manifestaciones piadosas, devocionales y emotivas deben de estar llamadas a ayudar al cristiano a identificarse con la propuesta de JESÚS y motivarlo en su seguimiento.

Segunda confrontación

La segunda confrontación que nos hace este texto, es la de invitar a la comunidad cristiana, a construir nuestra casa sobre la Roca, que es la Palabra de DIOS, o sea JESÚS que es el Verbo hecho carne.

Él nos dejó en el Sermón de la Montaña una enseñanza imperecedera que culmina con la comparación entre el hombre prudente y hombre tonto, y cada uno de acuerdo a su discernimiento verá en donde cimentar la construcción de su vida personal y comunitaria.

Por eso es que hoy es el día para preguntarnos: ¿Construyo mi vida sobre la Roca de las obras de la misericordia, o, por el contrario, estoy afanado por amasar fortuna y por conseguir reconocimientos personales, sin importármele la ética y los valores cristianos?

Señor JESÚS, ayúdanos a entrar en Tu Reino mediante la observancia de tus enseñanzas presentes en las Sagradas Escrituras, para poder servir y ser útiles a las satisfacciones de las necesidades de nuestros hermanos.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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