En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».

Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan»

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia, elegido para ocupar la sede de Alejandría, en Egipto, trabajó con empeño para mantener íntegra la fe católica, y en el Concilio de Éfeso defendió los dogmas de la unidad de persona en Cristo y la divina maternidad de la Virgen María. Nació en el año 370, y desde el 412 al 444, año de su muerte, tuvo firmemente en mano las riendas de la Iglesia de Egipto, dedicándose al mismo tiempo en una de las épocas más difíciles en la historia de la Iglesia de Oriente a la lucha por la ortodoxia, en nombre del Papa san Celestino. Hoy también la Iglesia Venezolana conmemora los 123 años de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento, por lo que todos los venezolanos nos sentimos regocijados y bendecidos.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 9, versos del 14 al 17, En el que, JESÚS relativiza la práctica del Ayuno, con la máxima, de lo Nuevo y lo viejo, el Maestro es claro, al oponerse a este tipo de práctica sino va acompañada de acciones concretas a favor de la armonía, la solidaridad y la equidad familiar o comunitaria. Por eso es que el Maestro explica que el Nuevo Pueblo de DIOS, no se puede fundar sobre las viejas bases de la ortodoxia judía, sino sobre los nuevos mandamientos del Amor, de la Solidaridad y la Misericordia.

JESÚS, como lo ha afirmado muchas veces, no ha venido a abolir lo establecido en la Ley, sino más bien, a establecer una superación y una nueva manera de entenderla. El «cumplimiento», supone «el camino», es decir la preparación con las normas del Antiguo Testamento, pero no como simple yuxtaposición, sino como un verdadero cambio de actitud. Y es esto lo que define al verdadero discípulo de JESÚS. Por lo que hay que entender que, el Vino Nuevo de Cristo, debe de ser envasado en Odres nuevos, es decir, en nuestras actitudes, y nuestras conductas, que nos lleven a realizar acciones auténticamente cristianas, donde vayan de la mano el discurso con el testimonio de vida.

Al confrontarnos con el texto y examinar nuestra actitud personal y comunitaria en torno a nuestra práctica del ayuno, en la que pudiéramos estar reeditando situaciones similares a la vividas en las comunidades judías. Ya que muchas veces tratamos de acoger y meditar esta práctica como un camino para alcanzar la Vida Eterna, sin mirar en profundidad la exigencia de DIOS, que es la de ser leales y comprometidos a su proyecto histórico, de servicio y generosidad hacia nuestros semejantes. Es lo que nos enseña JESÚS, cuando es cuestionado porque Él y sus discípulos parecen tomarse la práctica del ayuno muy a la ligera. Y como respuesta nos dice que mientras se entrega la vida, se reparte alegría y se prodiga consuelo, no hay lugar para el ayuno.

De allí que hoy sea el día para pedirle al PADRE CELESTIAL, que despierte y fortalezca en nosotros la solidaridad y el servicio hacia los demás. Ya que, si el ayuno es reducido solo a precepto, sin conexión con el objetivo ulterior de conectarnos con la Divinidad para transformar nuestras vidas, donde vayan de la mano el discurso con el testimonio, no será fuente de bendición para nosotros, ni para quién pudo beneficiarse de nuestro corazón solidario. Si no lo hacemos así, no podremos abrirnos a la gratuidad del AMOR de DIOS y menos a ser Mensajeros del EVANGELIO. Y eso es echar el Vino Nuevo de la Palabra de JESÚS en los Odres Nuevos de nuestros corazones.

Señor JESÚS, libéranos de nuestros egoísmos e hipocresías, para ser «los odres Nuevos» que acojan «el Vino Nuevo» de Tu Palabra, que nos de la fuerza para asumir con entereza las actitudes del Amor y de la solidaridad, en medio de un mundo sometido por el egoísmo, el odio y la desesperanza. Amén.

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