A la edad de 94 años, este martes, 23 de agosto, falleció el arquitecto venezolano, José Fructoso Vivas Vivas (conocido de modo popular como «Fruto» Vivas), dejando tras de sí un legado de obras emblemáticas en Venezuela, semillas para el futuro del arte nacional.
La noticia fue confirmada por el Instituto del Patrimonio Cultural de Venezuela (IPCV), a través de su cuenta oficial en la red social Twitter.
«Fruto Vivas dedicó su obra a los más necesitados de este mundo, para quienes estás ideas son posibles».
Creador sin límites
Nacido en La Grita, en la curva del Callejón del Verde, municipio Jáuregui del estado Táchira, el 21 de enero de 1928, José Fructoso Vivas Vivas dedicó la mayor parte de su vida a la arquitectura y a encontrar soluciones habitacionales para los ciudadanos de menores recursos.
Ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1951, a los 23 años, graduándose en 1956. En años posteriores, se incorporó a la militancia política en el Partido Comunista de Venezuela (PCV), siendo el responsable de la elaboración de las casas seguras y refugios de armas de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y del Partido de la Revolución Venezolana (PRV).
Entre sus trabajos más insignes se encuentran: La Flor de Venezuela, la Iglesia del Santo Redentor en San Cristóbal y La Flor de los Cuatro Elementos (ubicada al interior del Cuartel de la Montaña, en Caracas).
Trabajó, además, con el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en el Museo de Arte Moderno de Caracas y, junto al español Eduardo Torroja, diseñó el Club Táchira. Asimismo, construyó el Pabellón de Venezuela para la Exposición Universal de Hannover 2000 (expo de proyectos internacionales, basados en la relación entre el hombre, la naturaleza y la tecnología).
Su estilo arquitectónico ostentaba influencias internacionales y modernas e iba del enfoque humanista al naturalista. Parte de su filosofía consistía en integrar la vida del hombre a la naturaleza: «Yo hablo de árboles para vivir como un sueño posible. Coexistir con la naturaleza sin que seamos más importantes que la flor del mastranto o una mariposa», fueron una de sus frases.
Reconocimientos
Su trayectoria le hizo merecedor de numerosos reconocimientos. Entre otros, recibió el Premio Nacional de Arquitectura de Venezuela en 1987, y los títulos de Doctor Honoris Causa de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET), en 2009 y 2011, de manera respectiva.
Sin embargo, uno de sus mayores logros profesionales fue el Premio Iberoamericano en 2014, por «su consecuente trayectoria de más de 60 años en el oficio de la arquitectura, tanto a nivel proyectual como docente; dejando un sólido legado en la investigación de temas referentes a la innovación y la sustentabilidad en la construcción, tanto en el ámbito público como en el privado».
Fruto Vivas, siempre será recordado como un creador sin límites.
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