El primer intento de generar energías renovables en Venezuela se produjo hace más de 10 años con la construcción de un parque eólico en La Guajira, en el estado Zulia (oeste), con una capacidad para 10.000 megavatios, un proyecto que no culminó y que ha condenado a sus pobladores más cercanos a pasar, todavía una década después, más de 12 horas sin servicio eléctrico.
El proyecto, que se empezó a construir a principios de la década pasada en alianza con Argentina, está abandonado y «totalmente inoperativo», según explicó a EFE Alejandro López González, ingeniero electricista especializado en energías renovables.
«Actualmente el proyecto se encuentra abandonado, a pesar de que se logró el desarrollo de una primera fase, llamada fase 1A. Cabe destacar que son 10 fases y apenas se alcanzó la fase 1A (…) y esto fue alrededor del año 2012″, indicó.
Aunque se terminó esta fase, López González señaló que la falta de coordinación y de planificación del proyecto impidió que fuera incorporada a la red eléctrica, «porque nunca se completaron las infraestructuras de interconexión, subestaciones».
De acuerdo a datos de la ONG Transparencia Venezuela, el Estado venezolano aprobó 225 millones de dólares para ejecutar esta obra en La Guajira, con una fecha estimada de inicio en febrero de 2011 y de culminación para 2013.
Ese último año, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, visitó las instalaciones del parque, donde aprobó la construcción de la fase 1B conformada por 36 aerogeneradores de 2,1 megavatios cada uno, según informó la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec).
Paralización y vandalismo
En 2018, el entonces ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, denunció que el 80% del «material estratégico» del parque eólico fue «objeto de vandalismo».
También dijo que de los 12 aerogeneradores instalados hasta el momento, había la posibilidad de recuperar «de forma inmediata» cuatro de ellos.
EFE constató que, actualmente, las instalaciones se encuentran abandonadas, sin vigilancia por parte de funcionarios de seguridad del Estado y la casi totalidad de los equipos han sido robados o desmantelados.
Los aerogeneradores siguen allí, pero sin el ascensor que fue instalado en un principio, sin las escaleras eléctricas, sin los motores, y algunas de las aspas han caído al suelo.
A juicio de López González esta situación resulta paradójica porque el parque contaba con un comando de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, Policía militarizada) con la tarea de resguardar las instalaciones.
«Habría que investigar por qué teniendo un comando de la GNB se pudo saquear este parque eólico en las propias narices de los oficiales», añadió.
Este hecho, prosiguió, sumado a la falta de trabajo para terminar la obra, significa para el país el desaprovechamiento de la energía eólica.
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