Decenas de miles de personas conmemoraron así la toma de la embajada y de 52 diplomáticos como rehenes el 4 de noviembre de 1979 durante 44 días, lo que desencadenó un enfrentamiento entre ambos países que aún perdura.
Una gran pancarta recogía las palabras del líder supremo, Ali Jameneí, quien insistió la víspera en su prohibición de mantener negociaciones con EEUU ya que, a su juicio, es la única forma de «bloquear su infiltración» en Irán, un mensaje repetido horas después por la Guardia Revolucionaria.
Los manifestantes, con los puños en alto, corearon a una «Dios es grande, Jameneí es líder», así como los tradicionales lemas de «Muerte a EEUU» y «Muerte a Israel», presentes en farsi y en inglés en numerosas pancartas amarillas.
Las críticas a Israel por su influencia en la política antiiraní de Washington también ocuparon gran parte de los carteles y muñecos, como uno de Trump que vestía un jersey con la bandera israelí.
Entre los manifestantes había numerosos jóvenes, ya que esta fecha ha sido declarada en Irán el Día del Estudiante y el Día de la Lucha contra la Arrogancia Mundial, en alusión a EEUU.
De esta forma se rinde homenaje a los cientos de estudiantes que ocuparon hace 40 años la embajada estadounidense para exigir el regreso del depuesto shá Mohamad Reza Pahlaví, que había buscado asilo en EEUU.
ORGULLOSOS DEL ASALTO
Desde la tribuna, el comandante general del Ejercito, Amir Musaví, afirmó que si la Embajada estadounidense hubiera seguido funcionando, el destino de la Revolución Islámica de 1979 habría sido, con «alta probabilidad», similar al de las decenas de países donde hubo golpes de Estado auspiciados por Washington.
«Esa medida (el asalto) es uno de los movimientos más espontáneos en la historia de las revoluciones populares del mundo (…) e hizo resonar el grito de libertad del pueblo iraní», aseveró Musaví.
La antigua embajada es conocida a día de hoy como el «Nido de Espionaje» y alberga un museo con dispositivos de la época utilizados para codificar y decodificar información, entre otros, mezclados con propaganda revolucionaria.
El estudiante Amir Mazlumí, de 18 años, dijo a Efe que «la hostilidad de EEUU contra Irán existía desde antes del asalto a la embajada» y que por eso «la enemistad con el gran satán (EEUU) no es un error».
«Nosotros, los adolescentes, participamos cada año en las manifestaciones para decirle a EEUU de modo potente que somos sus enemigos», subrayó, jaleado por sus compañeros.
En opinión del clérigo Amir Hosein Shahaní, presente en la conmemoración, el asalto fue «adecuado» porque en aquella época la embajada se había convertido en «un centro para las sediciones y los planes orientados a derrocar el sistema de la República Islámica».
NUEVA ÉPOCA DE SANCIONES
La crisis de los rehenes llevó al entonces presidente de EEUU, Jimmy Carter, a ordenar la congelación de los bienes iraníes en los bancos estadounidenses y, en abril de 1980, a imponer al país un embargo comercial.
Cuatro décadas después, Irán vuelve a estar bajo las sanciones de EEUU, aplicadas el año pasado tras la retirada unilateral de Washington del acuerdo nuclear de 2015 con Teherán y otras cinco potencias.
De hecho, las sanciones más drásticas, las que afectan al sector petrolero iraní, entraron en vigor hace un año, perjudicando seriamente la economía del país, pero sin doblegarlo.
El clérigo Shahaní señaló a Efe que la conducta de EEUU respecto al pueblo de Irán «nunca ha sido buena», pero, a pesar de todas las presiones, la República Islámica ha logrado mantener su «independencia».
Según el presidente iraní, Hasan Rohaní, estas sanciones, «las más severas de la historia contra la nación iraní», fueron «la última injerencia» de EEUU en Irán.
«También fracasarán en esta conspiración», subrayó Rohaní, quien recordó que el temor a nuevas injerencias de EEUU en los asuntos internos de Irán, como las registradas durante la época del shá, fue lo que movilizó a los estudiantes a ocupar la embajada.
Marina Villén
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