Hemos hablado de cultivar la calma mental como antídoto contra el caos, pero la calma por sí sola no paga las facturas. La Gerencia Estoica solo es útil si se traduce en acción efectiva. El mayor asesino de la productividad en las pequeñas y medianas empresas es el gerente que, por miedo o inercia, intenta hacerlo todo. Su agenda está llena de tareas de bajo impacto.

Mi tesis práctica para esta semana es: La Gerencia Estoica exige que el líder aplique la Dicotomía de Control no solo a sus emociones, sino a su lista de tareas, liberando tiempo para la estrategia mediante la delegación ética. Es la única forma de garantizar un ROI (Retorno de la inversión) real cuando los recursos son limitados.

Filtro estoico

El primer paso para una gestión efectiva es el descarte radical. Mi regla es simple: si una tarea no está bajo tu control directo (por ejemplo, el desarrollo de una nueva habilidad por parte de tu equipo) o si no produce el 80% del valor (Principio de Pareto), debes buscar la forma de eliminarla o moverla.

Un gerente de operaciones de una pequeña fábrica pasaba las mañanas revisando manualmente los informes de inventario, una tarea que consumía dos horas. Un esfuerzo agotador dedicado a confirmar datos ya existentes (bajo valor). Su solución fue simple: configuró un script de alerta por correo electrónico (coste cero o mínimo) que solo se activaba si el stock caía por debajo de un umbral crítico. Esto fue un ejercicio de Prudencia (Phronesis): invirtió una hora en automatizar para liberar cientos de horas al año. El resto de las tareas repetitivas fueron delegadas.

La Gerencia Estoica nos enseña a invertir nuestra prohairesis (nuestra capacidad de elección racional) únicamente donde podemos generar la máxima palanca.

Acto de confianza

Delegar no es simplemente deshacerse del trabajo. Es un acto de Justicia (Dikaiosyne) hacia el equipo y hacia uno mismo. Es reconocer que tu equipo tiene la capacidad (y la necesidad) de crecer y que tu rol es la dirección, no la ejecución.

Una gerente de recursos humanos tenía miedo de delegar la gestión de la formación en línea. Sentía que solo ella podía garantizar la calidad. Le mostré que su micromanagement estaba generando más fricción que valor. Implementamos una política de delegación total de la ejecución, respaldada por una única herramienta de seguimiento de proyectos (simple y gratuito). Esto transformó la delegación en un voto de confianza.

La consecuencia humana fue inmediata: el equipo se sintió valorado, la resiliencia colectiva aumentó y la gerente pudo dedicar tiempo a diseñar la estrategia de retención de talento. Dominar las emociones (el miedo a perder el control) se convierte en libertad y eficiencia.

Último control es dejar de controlar

El mapa es liberador: suelta las tareas de bajo impacto. Usa la tecnología simple para estandarizar y confía en tu equipo para ejecutar. La Gerencia Estoica nos recuerda que el verdadero control se ejerce sobre nuestra propia voluntad y dónde elegimos enfocarla.

No sigas siendo un bombero operacional. Necesitas el coraje para asumir tu verdadero rol de líder estratégico. Analiza tus tres tareas más repetitivas. Automatiza o delega la primera de ellas.

Hoy, No mañana.

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