Buenos Aires.-La inflación en Argentina se mantuvo en niveles elevados en febrero pasado, con un alza mensual del 3,6 %, poniendo a prueba la meta del 29 % que el Gobierno de Alberto Fernández se fijó para este año.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos informó este jueves que los precios al consumidor en Argentina se situaron en febrero apenas 0,4 puntos porcentuales por debajo de la tasa del 4 % registrada tanto en enero como en diciembre último y que había sido la más elevada desde noviembre de 2019.
En tanto, los precios al consumidor avanzaron en el segundo mes del año un 40,7 % en términos interanuales y acumularon un alza del 7,8 % en el primer bimestre del año.
De acuerdo con el informe oficial, entre las subidas registradas en febrero se destacaron las de restaurantes y hoteles (5,4 %), un incremento estacional ligado al turismo interno de verano en Argentina.
Pero el alza con mayor incidencia en el indicador -y preocupante desde el punto de vista del coste de la cesta básica y el nivel de pobreza- ha sido el de alimentos y bebidas: 3,8 % en relación a enero y 43,9 % en términos interanuales.
Los precios al consumidor habían acumulado el año pasado una subida del 36,1 %, logrando una desaceleración respecto al 53,8 % verificado en 2019, en un contexto de recesión económica iniciada en 2018 y que se ha profundizado por la pandemia de la covid-19.
ESTRATEGIA OFICIAL
Aunque los economistas privados que mensualmente consulta el Banco Central para su informe de expectativas proyectan para este año una inflación del 48,1 %, el Gobierno de Alberto Fernández mantiene una previsión presupuestaria de inflación del 29 % para 2021.
Para lograrlo, busca con patronales empresariales y sindicatos acuerdos de precios y salarios en línea con esa meta.
Por otra parte, el Ejecutivo ya anunció que las tarifas de los servicios públicos -una variable de fuerte incidencia en los costes de producción y, por tanto, en la inflación general- ya no se actualizarán de ahora en más en base a la evolución del precio del dólar estadounidense en el mercado local, que es alto en Argentina.
Por lo demás, el Gobierno, que este año enfrentará elecciones de medio término, mantiene vigente un programa oficial de precios estables en productos de consumo masivo y ha llegado a acuerdos de precios en alimentos clave, como la carne de res.
En los últimos días, el presidente se ha mostrado «preocupado» por la dinámica inflacionaria, a la que ligó, entre otros factores, a los altos precios internacionales de las materias primas que se terminan trasladando a los valores de los alimentos en el mercado doméstico.
«La inflación es la principal evidencia de nuestras deficiencias. La inflación es un problema multicausal. Debemos abordarlo de modo integral, con políticas macroeconómicas consistentes y sostenibles. Y con diálogo social que permita estructurar acuerdos de mayor alcance», dijo Fernández la semana pasada, al abrir el año parlamentario.
UNA META DIFÍCIL
Muchos analistas económicos ven, sin embargo, difícil cerrar el año con una inflación del 29 %.
«El Gobierno nacional está convencido de que la inflación será baja en el 2021. Sin embargo, creemos que es prácticamente imposible tener niveles de inflación por debajo del 40 % anual», sostuvo el economista Salvador Di Stefano.
Según el experto, entre el impacto de una mayor emisión monetaria, falta de inversión y la escasez de oferta de productos, «la inflación dirá presente».
El más reciente informe de Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central parece abonar estas proyecciones: los expertos consultados no vislumbran tasas inferiores al 3 % mensual por lo menos hasta agosto.
Para Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, alcanzar la meta del 29% anual es «un objetivo de difícil consecución», ya que, para lograrlo, en «los restantes diez meses del año, el incremento mensual de precios debería ubicarse por debajo del 2 %» mensual.
Para el economista persisten fuentes de incertidumbre, como el comportamiento del tipo de cambio y la presión que podría ejercer una eventual recuperación del consumo.
«La inflación en la Argentina es un fenómeno multicausal: generalmente se mezclan componentes monetarios, no monetarios e inerciales. En consecuencia, el éxito de cualquier estrategia antiinflacionaria requiere de un enfoque integral que ataque al conjunto de los factores inflacionarios», observó Beker.
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