La sexualidad infantil no debe ser un tabú

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El embarazo precoz y la maternidad y paternidad irresponsable actualmente están ocurriendo con mucha más frecuencia, lo que considero un grave problema que  nos debe preocupar a todos cada día más. Este fenómeno los médicos y el personal de salud lo palpamos directamente en nuestra rutina diaria.

Problema  donde nos vemos involucrados todos, tanto los padres de estos púberes y adolescentes como el personal de salud. Nos corresponde una cuota importante de responsabilidad que no debemos eludir, a través de informar y educar a nuestra población. También  es preocupante lo que pregonan las autoridades gubernamentales sobre el tema, de una forma frontal, irresponsable y consciente o inconsciente de lo que se dice, que incitan a que tal hecho ocurra.

De allí la motivación que me llevó a tocar el presente tema sobre la sexualidad infantil.

Negarnos a hablar de sexualidad con nuestros hijos, ya sea por nuestros propios complejos y prejuicios que arrastramos desde nuestra infancia o porque consideremos esto un tema tabú, inapropiado para tratarlo personalmente con nuestros hijos o en familia, actualmente  es considerado un craso error.

La educación sexual  tiene muchas variables difíciles de salvar pero debemos apostar a su éxito si aplicamos buenos procedimientos, momentos oportunos para su abordaje, usar estrategias adecuadas, equipos que la realicen: padres, médicos, escuelas, liceos, profesores especializados. En países en vías de desarrollo ha llegado el boom sexual, y por cierto con carencia casi absoluta de educación sexual.

Esto ha traído como consecuencia un gran problema al cual nos enfrentamos actualmente: el embarazo adolescente y la paternidad irresponsable. La sexualidad tiene numerosas implicaciones, debemos identificar lo que se ha llamado “conducta sexual sana y madura”. Debemos partir del principio de que la educación sexual debe realizarse como parte de la educación general, ligada a las demás acciones para el completo bienestar biopsicosocial durante todas las etapas del desarrollo del niño.

Es frecuente  que los padres tengan ignorancia e ideas distorsionadas de cómo conducir sexualmente a su hijo. Por ejemplo muchas veces nos han contestado “ya el lo sabe todo”, ”figúrese que nosotros nos bañamos desnudos en presencia de los pequeños”. Como si el conocimiento de los órganos sexuales fuera suficiente para enseñar al niño todo lo referente a la “conducta sexual sana”.

Al contrario tal forma de actuar confunde al pequeño, al ver unos órganos grandes pilosos, etc. Y lo induce a tocar o fantasear inapropiadamente. Se debe tener un conocimiento básico del desarrollo sexual del niño, desde incluso los primeros meses de vida, donde hay un incipiente sentido de la sexualidad (chupar, recibir mimos, tender los brazos).En el segundo año hay un aumento de la sensibilidad genital, con autoestimulación consciente que puede inducir a la masturbación.

El conocimiento de su propio cuerpo e inclusive de su sexo va surgiendo de la autoexploración, pero sobre todo del patrón sexual de cada padre. La diferencia de sexo o identidad de género la asimilan los niños en la etapa preescolar(2 a 6 años).En la etapa escolar presentan interrogantes y preocupaciones de carácter sexual que ocultan a los adultos(lecturas o revistas con  motivos sexuales, masturbación, contacto o juegos con niños de igual o de otro sexo: “yo te muestro lo mío si tú me muestras lo tuyo”).

En esta etapa el niño muestra indiferencia hacia el sexo opuesto .Hay una negación de intereses heterosexuales y es la mejor época para completar la enseñanza sexual. Los padres no deben esperar a que surja la explosión de la pubertad  para hablar de sexualidad en todos los sentidos, ni esperar que el médico lo haga exclusivamente en lugar de ellos. Se piensa que el sexo y la moral deben estar aparte, pero el sexo tiene connotaciones morales, sociales y culturales.

En su momento el joven debe tener conocimiento de las consecuencias del acto sexual y la responsabilidad que trae consigo. Hay que enseñar valores positivos que puedan exaltar el ejercicio de la sexualidad, como afecto, integridad, respeto consigo mismo, dignidad, preocupación por las demás personas involucradas.

El papel del pediatra en los aspectos del desarrollo sexual del niño, para poder aconsejar adecuadamente debe tener plena  conciencia de su propio sexo, debe ser a su vez receptivo, objetivo, comprensible y lo menos critico posible. Enseñar a los padres a tomar actitudes adecuadas hacia problemas o preguntas que le hagan sus hijos sobre sexualidad, usando palabras claras y apropiadas y no con respuestas de carácter difuso.

Espero que el presente artículo  oriente adecuadamente a los padres responsables sobre un tema tan delicado y tan llenos de prejuicios y desinformación que pueden influir en forma negativa  en el desarrollo psicosexual del niño.

 

Hasta la próxima.

Dr. Hugo Lezama Hernández

Pediatra Puericultor

Egresado de la Universidad de Oriente (UDO)

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