Estuve pensando que: hace varios años leí un artículo llamado “Fin de Siglo” refiriéndose al final del 2000, pero hoy día suceden tantas cosas a nivel mundial, que merece decir como decían nuestros abuelos esto es el “fin de mundo” sobre todo en nuestro querido país Venezuela; cada día que pasa las noticias nos sorprenden.

Los hombres de este fin de siglo XX han sido testigos presenciales, a través de la televisión, de uno de los acontecimientos más notables de la historia de la humanidad la llegada de los primeros hombres a la luna.

Este hecho trascendental marca la página marca la página más extraordinaria, como el primer paso hacia la conquista y conocimiento de del espacio exterior, comparable solamente con la hazaña de Cristóbal Colon en un tiempo que la ciencia no tenía mayores proyecciones.

Colon hizo un viaje hacia lo desconocido, por mares poblados de leyendas creadas por la fantasía, cuando los estudiosos de ese tiempo tenían por cierto que más allá del horizonte estaba el mar de las tinieblas, donde las aguas se precipitaban en una noche eterna poblada de monstruos mitológicos. La cosmogonía, más que ciencia, era un producto imaginativo, creado por la ignorancia y por el miedo a la exploración de las cosas que significaban el misterio prohibido de ser descifrado.

Colón fue un gran observador y jamás dio cabida en su imaginación a la existencia de ese mar y de esos monstruos. Presentía que el mar era continuo y daba vuelta a la tierra, y que navegando siempre en una misma dirección, debía llegarse al punto de partida. Si eso era así, como debía serlo, sería la ruta marítima más precisa para llegar a la India. El comercio de las especias se aceleraría y se harían más fáciles los viajes de los barcos mercantes.

El hombre de este siglo ha ido a la conquista del mundo exterior amparado por la ciencia, ayudado por este milagro de la electrónica: las computadoras, la comunicación a través de las ondas hertzianas, la radio y la televisión. Dependería de este viaje de una organización perfecta, producto de los conocimientos científicos y técnicos en la gran aventura extraterrestre.

Colon no tuvo más que tres pequeñas embarcaciones de madera y su gran intuición. Las carabelas eran frágiles, incómodas, no aptas para tal aventura sobre las aguas desconocidas para un largo viaje a merced del viento y de las olas sin más recursos que la brújula, un astrolabio, su voluntad y el empeño de hacerlo.

Los astronautas sabían en lo que iban, dirigidos desde la tierra por hombres y máquinas casi humanas y empapados de los conocimientos completos de lo que iban a encontrar. Sabían lo que es la luna, su gravedad, la falta de atmósfera, los grandes contrastes entre la luz y la sombra, los grandes fríos y los intensos calores, el peligro de los rayos cósmicos y la radiación solar en todo su apogeo. Su nave equipada con toda la instrumentación los mantendría en constante información con sus compañeros de la Tierra que dirigían la nave. El impacto de un meteorito podría convertirse en un cataclismo. Habían experimentado en los laboratorios terrestres los efectos de la ingravidez. Era toda una aventura pero controlada y dirigida desde la tierra. ¡Y llegaron a la luna, pasearon por ella, contemplaron el espectáculo de la tierra a más de 300.000 kilómetros de distancia. Trajeron en su nave muestras del suelo selenita, instalaron delicados aparatos de información y tuvieron contacto directo con un mundo tan solo conocido por las observaciones telescópicas y los cálculos precisos y exactos de los laboratorios de los grandes observatorios del mundo. Ellos fueron más seguros en su nave espacial que Cristóbal Colon cuando atravesó los mares desconocidos. Colon no tuvo otra ayuda que su fe. Hemos sido testigos de la más grande hazaña realizada por el hombre en un viaje fuera de la tierra para poner los pies en otro mundo. Para los futuros navegantes del espacio ya no será una labor heroica viajar hacia otros planetas sino un trabajo de rutina.

Esta nueva proyección del hombre tuvo tres héroes, al igual que lo fue Cristóbal Colon cuando llego a las costas del nuevo continente.

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