Los Angeles Lakers tomaron este sábado el Madison Square Garden con un trabajado y muy meritorio triunfo ante unos New York Knicks con muchas bajas pero ferozmente competitivos (105-113).
Tras su improbable e impactante victoria en Boston ante los Celtics sin LeBron James ni Anthony Davis, los Lakers firmaron otra sorprendente hazaña, esta vez ya con sus dos estrellas, ante unos Knicks absolutamente en racha con nueve victorias consecutivas.
LeBron fue el máximo anotador de los Lakers con 24 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias. Le acompañaron Austin Reaves (22 puntos, 6 rebotes y 7 asistencias) y un Anthony Davis poco inspirado en ataque pero enorme bajo los aros (12 puntos, 18 rebotes, 5 asistencias y 4 tapones).
En un partido muy afilado y en el que ninguno de los dos equipos fue capaz de tener ventajas de 10 o más puntos, los Lakers dieron un soberano golpe en la mesa en el último cuarto con una muralla defensiva que dejó a los Knicks en solo 19 puntos (por 33 para los californianos).
Los neoyorquinos se presentaron repletos de ausencias (Julius Randle, OG Anunoby, Quentin Grimes y el ya descartado para el resto de la temporada Mitchell Robinson) pero vendieron muy cara su derrota y cayeron con honor.
Jalen Bruson, en un excelente momento de forma, firmó una gran actuación con 36 puntos, 6 rebotes y 10 asistencias. Donte DiVincenzo (26 puntos y 6 rebotes) y Josh Hart (12 puntos y 11 rebotes) también pusieron su granito de arena en unos Knicks que controlaron el rebote (58 por 48) pero desafortunados en el perímetro (10 de 35 en triples).
Recibimiento estelar a LeBron
No hay muchos jugadores que, como rivales en el Madison Square Garden, reciban aplausos en la presentación antes de enfrentarse a los Knicks.
Pero uno de ellos es LeBron, quien tuvo una acogida excepcional esta noche por el público neoyorquino y que devolvió los piropos nada más empezar el encuentro con un espléndido mate al contraataque servido por D’Angelo Russell.
En los locales, Brunson no tardó en entrar en combustión, volvió loco a Reaves y cerró el primer cuarto con 10 puntos.
La respuesta angelina llegó por cortesía precisamente de su base, un Russell también inspirado con 10 puntos y que dejó a los suyos por encima camino del segundo periodo (25-27).
Mejoraron los porcentajes de acierto antes del descanso, con LeBron dando un paso al frente en los Lakers y Hart y DiVincenzo demostrando una vez más a Brunson que son los escuderos ideales con los que irse a la guerra.
Con ningún equipo capaz de lograr una ventaja de más de 6 puntos, la primera e igualada mitad terminó apropiadamente en tablas (59-59).
Pese a que no les acompañó la puntería, los Knicks demostraron ser un hueso muy duro de roer con 30 rebotes en la primera mitad (20 de los Lakers) y con 13 puntos en segundas oportunidades (solo 2 de los de púrpura y oro).
Más allá del resultado, los de Tom Thibodeau se habían llevado el partido a su terreno: un duelo a cara de perro, de incansable desgaste físico, de minas y trampas en cada defensa y de chispas y sudor en todos los choques.
Absolutamente en su salsa en este tipo de combate de trinchera, los Knicks amenazaron con despegarse con un +7.
Lakers reaccionaron en el último periodo
Aun así, los de Darvin Ham seguían sin encontrar el antídoto para el escurridizo Brunson —que escuchó gritos de «MVP» una y otra vez— y se fueron al cuarto periodo con deberes por delante (86-80).
Se pusieron manos a la obra muy rápido: dos canastas de LeBron, una penetración de Reaves y un triple de Taurean Prince colocaron un parcial de 0-9 para que los Lakers mandaran de nuevo en el marcador.
Los Knicks empezaron a acusar el cansancio de su reducida rotación y Brunson cada vez se veía más solo ante una defensa de los Lakers que ahora sí no le daba respiro.
Además, los visitantes recibieron con los brazos abiertos las aportaciones de Reaves, que había pasado sin pena ni gloria por el encuentro, pero que en el último cuarto reaccionó con 14 puntos.
Tras un triple de Reaves, LeBron colocó un +9 con una canasta en «fadeaway» a falta de solo dos minutos y a los Knicks, ahogados por la defensa angelina, se les acabó tanto la gasolina como las ideas.
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