Sochi, Rusia. Por una cuestión de fe, cuando Ferrari parecía inalcanzable por su velocidad y su ritmo, el británico Lewis Hamilton pudo renovar el reinado de Mercedes en el Gran Premio de Rusia.
Y es que este domingo, como en 2014, 2015 y 2018, Hamilton volvió a ser el mejor sobre el asfalto ruso.
El mérito es atribuible a la fortuna y a su empeño por forzar su flecha plateada, aun sabiéndose el mejor del Mundial. Ocurre, sin embargo, que su hambre no está extinta.
Su renta, de hecho, es hoy mayor tras haberse reconciliado con la victoria. No ganaba desde el 4 de agosto, en Hungría, justo antes de la pausa estival. En Sochi volvió a lucir su sonrisa y sus rastas en lo alto del podio, engrosando un palmarés a la altura de los grandes fenómenos de la disciplina. Hamilton suma 82 victorias y 5 títulos. Tiene tiempo para seguir decorando su historial, fiel a su propósito de avanzar «con un pie delante del otro», también en los días más difíciles.
En Sochi le resultó «complicado poder seguir la estela de los Ferrari» en el primer tercio de la carrera. El alemán Sebastian Vettel y el monegasco Charles Leclerc comandaban la prueba, distraídos en su propia pelea.
‘Seb’, según denunció el monegasco, alteró el pacto acordado. Aprovechó el rebufo que le facilitó Leclerc para ganarle la segunda posición a Hamilton; pero a continuación rebasó también a su compañero.
Esa acción abrió una riña por radio. Leclerc reclamó el primer puesto. Dueño de la ‘pole’, entendía que era lo más justo. Vettel, en cambio, defendió lo suyo. «Tiene que acercarse más», pidió reiteradamente el tetracampeón del mundo, temeroso por si daban pie a la remontada de Hamilton.
Desde Ferrari intervinieron con un mensaje conciliador. «Haremos el cambio más tarde», mediaron desde el muro tratando de rebajar el lógico enfado de Charles Leclerc.
Más comedido que en Singapur, cuando la estrategia le arrebató el triunfo en favor de ‘Seb’, el joven monegasco prefirió dejar la disputa para después de la carrera. Bastante tenía con protegerse de la amenazante figura de Lewis Hamilton, que asomaba su flecha plateada justo por detrás. Leclerc cumplió en pista. Supo esperar hasta la vuelta 27 para retomar la cabeza coincidiendo con la entrada de Vettel en boxes.
No contaba la escudería italiana con perder ahí su doblete. Un problema en el motor dejó a Vettel fuera de carrera por primera vez desde el Gran Premio de Alemania de 2018.
Ese lance revitalizó a los dos Mercedes. El coche de seguridad virtual se convirtió en el gran aliado de Lewis Hamilton y de Valtteri Bottas, quienes pasaron a comandar la prueba ante la resignación de Charles Leclerc.
«Tercero es lo mejor que podíamos haber hecho, desafortunadamente, tras la salida del coche de seguridad», lamentó. Después, agregó diplomático que era «una pena no tener un segundo coche en el podio». Y es que Mercedes volvió a ocupar las dos primeras posiciones. Después de tres Grandes Premios triunfales, en efecto, Ferrari volvió a verse derrotado por el mejor fabricante del campeonato.
Por detrás cruzaron la bandera a cuadros los Red Bull del holandés Max Verstappen y del tailandés Alexander Albon.
El español Carlos Sainz (McLaren) volvió a erigirse en el ganador del ‘otro’ Mundial. Una carrera sobresaliente ubicó al madrileño en la sexta plaza. Le ganó la partida al mexicano Sergio Pérez (Racing Point) y al británico Lando Norris (McLaren). El danés Kevin Magnussen (Haas) y el alemán Nico Hulkenberg (Renault) completaron el top-10.
Fuera de los puntos terminaron el canadiense Lance Stroll (Racing Point), el ruso Daniil Kvyat (Toro Rosso), el finlandés Kimi Raikkonen (Alfa Romeo), el francés Pierre Gasly (Toro Rosso) y el italiano Antonio Giovinazzi (Alfa Romeo).
El Gran Premio, en cambio, concluyó antes de lo previsto para el polaco Robert Kubica y el británico George Russell, los dos pilotos titulares de Williams. El australiano Daniel Ricciardo (Renault) y el francés Romain Grosjean (Haas) también se retiraron. Ninguno, sin embargo, sufrió el abandono tanto como Sebastian Vettel. El fin de semana fue desgraciado para él y para Ferrari.
EFE
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