Dundee, Reino Unido. El museo Victoria & Albert (V&A) de Dundee celebra hoy su primer año de vida, durante el que ha cosechado una variedad de opiniones entre quienes consideran que ha dado los pasos idóneos para convertirse en un referente del mundo del arte y el diseño y los que critican su limitada colección.
Tres años de trabajo completaron un majestuoso edificio de 8.000 metros cuadrados, obra del arquitecto japonés Kengo Kuma, que se estrenó como el primer museo del diseño de Escocia, destinado a preservar la historia de esta industria en la región y a albergar las exposiciones temporales de su matriz londinense.
Ubicado a orillas del río Tay, se alza un majestuoso edificio de paredes de hormigón curvadas que recuerdan la silueta de un enorme buque, que parece navegar en las piscinas que lo rodean.
El museo se erigió sobre los antiguos muelles portuarios, donde se hallaban los astilleros, y forma parte del proyecto local (valorado en más de mil millones de euros) para revitalizar la marina y aportarle un aire renovado a una zona deprimida tras la desaparición de la industria naval.
Para el revestimiento se usaron 2.500 paneles prefabricados de piedra con la intención de simular la apariencia de un acantilado -en alusión a los paisajes costeros de la región- lo que en total supuso un inversión de 80 millones de libras (casi 90 millones de euros), el doble de lo presupuestado.
En este primer aniversario, se calcula que el museo ha recibido a más de 830.000 visitantes y ha tenido un impacto económico de 23 millones de libras (más de 25 millones de euros) en toda Escocia.
Sus responsables destacan cómo los distintos premios que se le han otorgado y su inclusión entre los mejores lugares para visitar en 2019, según la revista TIME, reflejan el impacto cultural que ha logrado en tan solo doce meses.
Sin embargo, la galería ha cosechado también variadas críticas entre los que la han definido como un bonito contenedor para un no tan emocionante contenido.
Para la arquitecta Nicola Walls, directora de arte y cultura del despacho Page Park de Glasgow, «la decepción» del edificio radica en «cómo se ha asignado el espacio», pues asegura que le hubiese gustado ver más zonas dedicadas a los objetos expuestos.
Lorn Macneal, al frente de su propio despacho de arquitectos, tampoco quedó impresionado por su distribución.
«El interior del V&A Dundee me decepcionó. En muchos museos cuando entras, como en el Kelvingrove (de Glasgow), ves inmediatamente las exposiciones, lo que te invita a ver y conocer más. Para mí, ha fallado en sus áreas principales. Es un centro turístico, una cafetería y una tienda», señaló.
La opinión de estos expertos se suma a las de algunos visitantes, que coinciden en destacar su desagrado ante el hecho de que la primera cosa que se ve al acceder a la galería es una cafetería y una tienda, teniendo un cuenta las grandes expectativas que el edificio genera desde el exterior.
Ante las críticas que destacan también lo limitado de la colección permanente sobre la historia del diseño local, el director del V&A Dundee, Philip Long, dijo a Efe que agradece «la pasión» con la que el público manifiesta lo que le gustaría ver en el museo.
«La galería escocesa cuenta la historia a través de 300 objetos, pero, por supuesto, estamos hablando de cientos de años y sería maravilloso poder expandirla en el futuro en cooperación con los diseñadores. Es maravilloso escuchar que hay pasión por ello, lo que nos da energía renovada para pensar en cómo ampliarla», indicó.
Long resaltó «la contribución» que la institución ha hecho a la ciudad en términos de reconocer la creatividad de los diseñadores escoceses, atraer a nuevos visitantes y acercarles las obras de arte que generalmente están reservadas a la capital británica.
La galería inaugurará el 2 de noviembre la muestra «Hello, Robot» de la que este domingo ya se pudo ver un avance en forma de brazo robotizado capaz de formar pompas de jabón, lo que hizo las delicias de los más pequeños.
EFE
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