Expertos de la facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, Colombia, patentaron una fórmula que evita que los insecticidas afecten la salud de las abejas y polinizadores en general.
La fórmula fue desarrollada a partir de un líquido proveniente de plantas, la cual se registró en la Oficina de Propiedad Intelectual del Reino Unido.
Este producto tiene la premisa de ser «una piedra angular para la conservación» para los más de 20.000 ejemplares de abejas a nivel global, esto en palabras del principal autor del proyecto, el profesor de la facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, Andre Josafat Riveros.
También se unieron a la investigación la Universidad de Arizona de Estados Unidos, y la Universidad Javeriana de Colombia.
Fórmula protectora de abejas
La fórmula está hecha a partir de los flavonoides, los cuales están compuestos por «propiedades protectoras, antioxidantes y antiinflamatorias (…) en humanos» aseguró Riveros.
Para que las abejas bebieran de dicha fórmula, fueron cuidadosamente inmovilizadas por micro chalecos de plástico, muchas polinizadoras consumieron el líquido por un pequeño embudo.
La agrupación mostró una mayor resistencia a los efectos secundarios causados por los plaguicidas a comparación del otro grupo que fue alimentado sin la fórmula.
Estos resultados se presentaron en 2022, en la Revista de biología experimental.
Abejas en peligro de extinción
Las abejas cumplen una función esencial en la Tierra, estos insectos al alimentarse del néctar se quedan con una parte del polen en sus cuerpos, el cual es esparcido entre las flores cuando se desplazan, esto es el proceso de polinización y mantiene la vitalidad de los alimentos y plantas.
A pesar de esto, al menos un 35% de las especies de insectos a nivel global están al borde de la extinción, siendo las más afectadas las abejas, a consecuencia de la actividad humana, esto informado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Uno de los mayores causantes de la disminución de la especie, es la utilización de plaguicidas al realizar actividades agrícolas de amplia magnitud.
Al exponer a los insectos a estos químicos «tienes a una abeja que no sabe dónde están las flores, que si llega a ellas tal vez no recuerde en qué lugar está la colmena, sin suficiente fuerza para moverse», recalca Riveros.
La fórmula baja de manera exponencial los efectos adversos del fipronil y el imidacloprid, que son dos neurotóxicos que se utilizan a menudo en la agricultura.
El gobierno colombiano ha estimado que anualmente desaparecen 3.000 colmenas de abejas, teniendo cada una más de 50.000 ejemplares.
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