La idea de un perro parlante ha sido recurrente en películas y caricaturas, pero un grupo de investigadores del laboratorio BARKS del Departamento de Etología de la Universidad Eötvös Loránd, en Hungría, decidió abordar la pregunta desde la ciencia.
En una revisión publicada en Biologia Futura y difundida por DW en Español, los expertos examinan si existe algún fundamento anatómico, cognitivo o evolutivo que pudiera, hipotéticamente, acercar a los perros a una forma de comunicación similar al habla humana.
Más allá del “hola”: una cuestión biológica
Según la Dra. Rita Lenkei, coautora del estudio, el objetivo no es alimentar fantasías, sino determinar “lo que se sabe, lo que se exagera y lo que aún falta explorar mediante una investigación científica seria”.
El equipo descubrió que los perros poseen una notable flexibilidad vocal, con capacidad para producir una amplia gama de frecuencias formantes, lo que sugiere cierto potencial anatómico para emitir sonidos más complejos. Sin embargo, su aparato fonador no se acerca al humano.
Lo que ya pueden hacer
Los investigadores destacan que los perros entienden palabras, tonos y emociones. Responden a su nombre, reconocen voces familiares y pueden distinguir idiomas, según estudios citados por IFL Science.
Estas habilidades demuestran una comprensión auditiva avanzada, aunque muy diferente del lenguaje hablado.
La evolución como límite
La clave, según el estudio, no está en la biología, sino en la evolución. El lenguaje humano surgió como herramienta para la cooperación grupal, mientras que el perro no necesita ser parlante.
Con un simple movimiento de cola o una mirada logran comunicar emociones, deseos y advertencias.
Intentar que un perro hable, advierten los autores, podría incluso alterar su equilibrio emocional y generar el llamado “valle inquietante”: esa sensación perturbadora que provocan los seres o máquinas demasiado parecidos a los humanos.
Más que curiosidad científica
El Dr. Tamás Faragó, líder del grupo, señala que estos estudios ayudan a comprender mejor los orígenes del lenguaje humano.
Además, podrían tener aplicaciones en la etorobótica, campo que busca mejorar la comunicación entre animales y máquinas para el desarrollo de robots sociales más empáticos.
Un lenguaje sin palabras
En conclusión, aunque los perros poseen ciertas capacidades cognitivas y vocales, la necesidad evolutiva y las implicaciones éticas hacen improbable que alguna vez lleguen a hablar.
Finalmente, la verdadera lección, según los investigadores, es que la comunicación no siempre requiere palabras. A veces, basta con aprender a escuchar lo que ellos ya dicen (a su manera) todos los días.
¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!