Teherán.- Rusia, Turquía e Irán instaron este miércoles a mantener la calma en la región siria de Idlib, donde rige una inestable tregua desde marzo, y a promover el diálogo entre los bandos sirios en conflicto auspiciado por la ONU.
Los presidentes ruso, Vladímir Putin; turco, Recep Tayyip Erdogan, e iraní, Hasan Rohaní, celebraron una cumbre telemática en el marco del proceso de paz de Astaná sobre Siria, país en el que Moscú y Teherán respaldan al régimen de Bachar al Asad y Ankara, a la oposición.
El comunicado final de la reunión, celebrada por videoconferencia debido a la situación epidemiológica provocada por la COVID-19, subrayó «la necesidad de mantener la calma sobre el terreno mediante la plena implementación de todos los acuerdos sobre Idlib».
Moscú y Ankara pactaron el pasado 6 de marzo un nuevo alto el fuego en la región de Idlib y alrededores, último bastión opositor en el país, pero facciones radicales como Hurras al Din (Guardianes de la Religión), considerada la nueva rama de Al Qaeda en Siria, han seguido combatiendo contra el Ejército sirio.
Sobre el terrorismo, los tres países reafirmaron en su nota «la determinación de continuar la cooperación para eliminar al EI (el yihadista Estado Islámico), a Al Qaeda y a sus grupos asociados».
REDUCCIÓN DE LA VIOLENCIA CON MATICES
«Con el cese de hostilidades, la situación en la zona de desescalada (en Idlib) se ha estabilizado considerablemente», afirmó en su discurso al inicio de la cumbre Putin, quien reconoció, no obstante, que no todos los objetivos se han cumplido.
El mandatario ruso abogó por adoptar nuevas medidas «para neutralizar a los grupos terroristas que aún están activos» y denunció que en Idlib «ha aumentado la actividad del EI».
La tregua en Idlib detuvo una ofensiva gubernamental que había comenzado a finales de abril de 2019 y que causó más de 1.500 muertos y casi un millón de desplazados, según cifras de la ONU.
En abril y mayo la situación se mantuvo tranquila, pero el pasado mes el grupo Hurras al Din lanzó el ataque más mortífero contra el Ejército sirio, que dejó una treintena de bajas en sus filas, y los aviones rusos volvieron a efectuar bombardeos.
«La lucha contra el terrorismo continuará hasta que sea completamente erradicado en Siria y en la región en general», aseguró por su parte Rohaní, quien dijo asimismo que para lograr estabilidad en el país árabe se debe acabar, además de con los grupos terroristas, con «la presencia ilegítima de potencias extranjeras».
Calificando la presencia de Estados Unidos como «un factor desestabilizador», el mandatario iraní urgió a que «las fuerzas terroristas estadounidenses salgan lo antes posible de toda la región y sobre todo de Siria».
Irán y Rusia defienden que su presencia en Siria es legítima ya que fue solicitada por el régimen de Al Asad, que sin el apoyo de estos países no habría recuperado gran parte del territorio del país ni llegaría en una posición de fuerza a las negociaciones con la oposición.
APOYO AL DIÁLOGO Y AL COMITÉ CONSTITUCIONAL DE GINEBRA
El texto final de la cumbre destacó asimismo que «no hay una solución militar» y que el conflicto sirio solo podrá resolverse «a través del proceso político dirigido por Siria y facilitado por la ONU».
En este sentido, incidió en la importancia del la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU y del papel del Comité Constitucional en Ginebra.
Esa resolución es el pilar de las negociaciones de paz entre el régimen sirio y la oposición en Ginebra y prevé la creación de un Gobierno creíble, inclusivo y no sectario en un plazo de seis meses y un calendario y proceso para la elaboración, también en seis meses, de una nueva Constitución.
Rusia, Turquía e Irán acogieron también con beneplácito el acuerdo de celebrar la tercera reunión del Comité Constitucional en agosto de 2020 y se comprometieron a apoyar su trabajo mediante «la interacción continua con sus miembros y con el enviado especial de la ONU para Siria, Geir O. Pedersen».
Al inicio de la cumbre, Putin instó de hecho a sus homólogos de Turquía e Irán a «promover activamente un diálogo intrasirio inclusivo en el marco del Comité Constitucional en Ginebra», así como a ayudar a «los participantes a comenzar un diálogo directo».
Por su parte, Erdogan afirmó que su país continuará su «mejor esfuerzo para proporcionar paz, seguridad y estabilidad» en Siria, cuyo futuro -señaló- quedará determinado por la colaboración de los garantes del proceso de Astaná.
PREOCUPACIÓN POR EL DRAMA HUMANITARIO
En la cumbre, que debía haberse celebrado el pasado marzo en Teherán de modo presencial pero se pospuso por la COVID-19, los tres líderes expresaron su «grave preocupación por la situación humanitaria en Siria y el impacto de la pandemia».
Por ello, exhortaron a «la comunidad internacional, particularmente a la ONU y sus agencias humanitarias, a aumentar su asistencia a todos los sirios sin discriminación».
También criticaron las «sanciones unilaterales» impuestas contra Siria, siendo especialmente duros con este tema en sus discursos Rohaní y Putin.
Rohaní subrayó que las sanciones «inhumanas» de la Ley César estadounidense, que tiene como objetivo cortar la ayuda al país en su proceso de reconstrucción tras nueve años de guerra, son «una forma de terrorismo económico».
El mandatario ruso hizo hincapié en que las sanciones son «ilegales e ilegítimas» y que las últimas impuestas por EEUU tienen el objetivo de «ahogar económicamente a Siria».
La ONU estima que un 83 % de la población siria vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras que el Programa Mundial de Alimentos ha denunciado que 9,3 millones de los 17 millones de sirios están en situación de inseguridad alimentaria.
Antes esta crisis, el Banco Central sirio devaluó el pasado junio la libra en casi un 44 %, con una caída del tipo de cambio frente al dólar del 78,4 %.
Marina Villén EFE
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