Un medicamento genérico es aquel que posee la misma composición cualitativa y cuantitativa de principios activos, y la misma forma farmacéutica que el medicamento original. Se reconoce por llevar las siglas EFG (Equivalente Farmacéutico Genérico) en su etiquetado y son medicamentos que entran en el mercado una vez que la patente del medicamento original caduca.
Ofrecen una alternativa idéntica en eficacia, seguridad y calidad. El 40% de los medicamentos dispensados son genéricos y se desarrollan y fabrican localmente.
¿En qué se diferencia un medicamento de marca y su genérico?
La distinción principal radica en la denominación: los medicamentos genéricos adoptan el nombre de la sustancia que lo compone (principio activo).
En términos sencillos, un medicamento genérico replica las características farmacocinéticas, farmacodinámicas y terapéuticas de un medicamento cuya patente ha expirado, conocido como «medicamento de referencia».
La bioequivalencia, factor clave, se establece cuando dos productos demuestran una biodisponibilidad comparable en ensayos clínicos realizados en condiciones experimentales adecuadas. Este indicador garantiza la intercambiabilidad entre el medicamento genérico y el original en cuanto a calidad, seguridad y eficacia.
Los medicamentos genéricos contienen la misma cantidad de principio activo que los de marca. Su eficacia, seguridad y calidad son idénticas, demostradas mediante estudios de bioequivalencia.
Ventajas y seguridad
La principal ventaja reside en el ahorro para el consumidor, ya que los genéricos no reflejan las inversiones en investigación realizadas por las compañías farmacéuticas para descubrir el medicamento.
Los genéricos se comercializan tras la expiración de la patente del fármaco original y son aprobados por las autoridades competentes, ofreciendo un ahorro significativo, alcanzando hasta un 60% menos en comparación con el precio del medicamento de marca.
Este impacto económico positivo de los medicamentos genéricos no se limita a los consumidores. Estos fármacos también suponen un gran ahorro para el sistema sanitario en España, favoreciendo la sostenibilidad a largo plazo. El menor gasto en medicamentos permite reinvertir fondos en otras áreas de la sanidad.
La calidad de los medicamentos, tanto genéricos como de marca, está garantizada por estrictos controles antes de llegar al público, al igual que otros fármacos y se autorizan por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) o la Agencia Europea del Medicamento (EMA) donde supervisan y homologan cada producto, asegurando estándares de calidad, eficacia y seguridad.
¿Qué tipos de fármacos pueden ser genéricos?
Cualquier medicamento puede tener su versión genérica después de la caducidad de la patente. Desde medicamentos comunes como el ibuprofeno hasta tratamientos especializados para el cáncer o trasplantes, los genéricos amplían el acceso a diversos tratamientos.
En la actualidad, los médicos en España no emiten recetas específicas para medicamentos de marca o genéricos. En cambio, siguen la Denominación Oficial Española (DOE) o la prescripción por principio activo (PPA), conforme a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante más de 25 años. Bajo este enfoque, los profesionales de la salud no especifican en la receta el nombre de la marca o del laboratorio, sino que indican el principio activo para tratar la dolencia o enfermedad, junto con información común a todas las prescripciones, como la forma farmacéutica, la vía de administración y la dosis.
Según lo establecido por la ley, en la farmacia se debe dispensar la presentación del medicamento o producto sanitario que tenga el menor precio disponible, y esto puede ser un genérico diferente al utilizado previamente por el paciente.
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