Bruselas.-Junto a las «frites» (las patatas fritas), la cerveza, el chocolate o el Manekken-Pis, otro de los grandes símbolos que más orgullo despiertan entre los belgas es, sin duda, el circuito automovilístico de Spa-Francorchamps, del que dicen es «el mejor circuito del mundo» y que este año cumple su primer (y desafortunado) centenario.
«Estamos muy, muy orgullosos del circuito, porque una gran cantidad de pilotos de Fórmula 1 dice que es el mejor circuito para conducir y de los trazados más bellos», presume orgulloso Sébastien de Baere, el director de Autoworld, el museo del automóvil de Bruselas, que ha dedicado una exposición al centenario del mítico trazado belga.
Es el caso, por ejemplo, de Fernando Alonso, el mejor piloto español de Fórmula 1 de todos los tiempos, quien aseguró hace unas semanas que Spa es «un gran circuito y es siempre un placer correr en un Fórmula 1 allí», días antes de disputar el Gran Premio de Bélgica de 2021, en el que se celebraba el centenario y en el que la principal protagonista fue la lluvia que jarreó durante toda la competición.
Al final, Max Verstappen se llevó una polémica «carrera» que apenas duró dos vueltas con el coche de seguridad delante y que ha sido muy criticada por los aficionados al automovilismo, lo que ha supuesto una verdadera decepción para los belgas amantes de este deporte.
UN CENTENARIO MALDITO
Precisamente, de los mayores alicientes que tienen las carreras que se disputan en el circuito ubicado en el Bosque de las Ardenas es su imprevisibilidad: sus 7,004 kilómetros le hacen ser el más largo de la Fórmula 1, lo que, sumado a la característica variabilidad del tiempo en Bélgica, provocan que, incluso, en una parte del circuito pueda haber un sol radiante y unos metros más adelante esté lloviendo.
«Una vuelta en Spa equivale a 20 en cualquier otra pista, en lo que respecta a la emoción y adrenalina que genera», aseguró en 2013 Fernando Alonso, días antes de disputar la carrera, en referencia al clima y a los continuos cambios de pendiente del trazado, con la famosa curva «Eau Rouge» como emblema.
Sin embargo, las inclemencias del último fin de semana de agoto fueron de las peores que se recuerdan, lo que sumado al asesinato de la directora del circuito, Nathalie Maillet, por su marido el pasado 15 de agosto, han empañado la celebración del desafortunado centenario de tan mítico circuito.
EL CIRCUITO, MOTIVO DE ORGULLO ENTRE LOS BELGAS
Las 53 ediciones del Gran Premio que se han disputado hasta ahora le hacen ser el cuarto circuito de Formula 1 más longevo, solo rebasado por los de Monza (Italia), Montecarlo (Mónaco) y Silverstone (Reino Unido).
Además, tal y como explica de Baere a Efe, el mítico trazado, ubicado entre los municipios valones de Spa, Francorchamps, Malmedy y Stavelot, es uno de los únicos circuitos del mundo cuyo asfalto formaba parte de una antigua carretera rural.
«Los belgas no somos chovinistas, pero Francorchamps tiene algo especial, estamos muy orgullosos», asegura el director de Autoworld y comisario de la exposición.
En su inauguración, en agosto de 1921, el circuito medía más de la mitad, unos 15 kilómetros, y en su primera carrera apenas se presentó un coche por motivos de reglamento, por lo que sustituyó por varias carreras de motos.
Con el paso del tiempo, la mitad de los kilómetros de la carretera pública utilizados para el circuito se fueron cerrando para el uso exclusivo del trazado, hasta que en 2003 pasó a ser privado por completo.
Todo ello lo explican los paneles que se han colocado en la exposición que se inauguró el viernes, 3 de septiembre, en el museo y que incluye hasta cuarenta y cinco coches que hicieron historia en el legendario trazado belga a lo largo de sus cien años de historia.
Entre ellos, el Renault R28 con el que Fernando Alonso participó en la edición de 2008 del Gran Premio de Bélgica o el Williams que Juan Pablo Montoya utilizó en 2002, junto a más monoplazas legendarios.
También se pueden ver ejemplos de algunos de los turismos que han participado a lo largo de los años en carreras como la mítica 24 horas de Spa, una de las pruebas de resistencia más importantes del automovilismo.
La exposición se puede visitar hasta el próximo 28 de noviembre para celebrar, aunque las circunstancias hayan sido adversas, el centenario de un circuito que, tal y como sentencia de Baere, «está en el ADN de los belgas».
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