Tiflis.- Una procesión de duelo en memoria de los soldados armenios caídos en la reciente guerra en Nagorno Karabaj se desarrolló este sábado bajo tensión y acusaciones de traición contra el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, al que veteranos y opositores quisieron impedir la entrada al cementerio militar de Yerablur.
La procesión, a la que se sumaron varios miles de personas y que estuvo encabezada por Pashinián, partió de la Plaza de la República en Ereván, y tras recorrer más de seis kilómetros a pie, llegó a Yerablur, según las imágenes en directo de la marcha.
El panteón de Yerablur está ubicado en lo alto de una colina en las afueras de la capital armenia y está especialmente dedicado a los soldados que perdieron la vida en Nagorno Karabaj, territorio disputado entre Armenia y Azerbaiyán desde 1988.
La marcha del duelo se enmarca en los tres días de luto que el mandatario declaró a partir de este sábado en recuerdo de los cerca de 2.800 soldados armenios fallecidos en el conflicto armado que estalló el 27 de septiembre y terminó el pasado 10 de noviembre.
Según cifras oficiales, en la guerra fallecieron más de 5.500 militares en ambos bandos y en torno a 150 civiles.
En la explanada de Yerablur, el líder armenio fue recibido con gritos de «Nikol traidor» y «Nikol no debe acercarse» al cementerio.
Pashinián se encuentra bajo una enorme presión de la oposición y de aquellos armenios que exigen su dimisión tras firmar un acuerdo de cese al fuego que consideran una traición.
Este sábado se cumplen 40 días del término el pasado 10 de noviembre de la guerra en Nagorno Karabaj tras rubricar Pashinián junto al líder azerí, Ilham Alíev, un acuerdo de alto el fuego en virtud del cual Azerbaiyán recuperó más de dos tercios del territorio que ocupaba Armenia, incluido en el Karabaj.
Veteranos, familiares de soldados caídos y opositores se reunieron horas antes de la llegada del primer ministro en las puertas del cementerio militar para tratar de impedirle la entrada al panteón.
Un fuerte dispositivo policial velaba por la seguridad en la explanada, donde se respiraba tensión y donde algunas madres se quejaban de que la Policía no les había dejado entrar al cementerio.
El mandatario estaba acompañado de su servicio de seguridad y una vez en la entrada las fuerzas de seguridad crearon un corredor para que pudiera finalmente entrar al cementerio.
Dentro, Pashinián, con rostro serio, saludó durante media hora a familiares y abrazó a un hombre que estaba llorando frente a una de las tumbas para ofrecerle consuelo.
«Nosotros, como nación, hemos sufrido y estamos sufriendo una pesadilla. A veces parece que nuestros sueños se han roto, a veces parece que nuestro optimismo ha muerto (…)», había señalado previamente el mandatario en un discurso a la nación transmitido por su cuenta de la red social Facebook.
Tras media hora en el cementerio, el primer ministro lo abandonó y regresó al centro de la capital en su coche oficial.
EFE
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