EFE

Venecia (Italia).- Una casa que acoge a todo el mundo, sin distinciones, sin fronteras, que comparte y armoniza culturas, es la propuesta que Uruguay lleva a la 58ª Exposición Internacional de Arte de Venecia, que se celebra del 11 de mayo al 24 de noviembre.

La Bienal veneciana presenta desde hoy y durante tres días a la prensa las apuestas de los distintos pabellones y eventos colaterales y entre ellos se encuentra Uruguay, que para este año lleva «La casa empática», un proyecto del artista uruguayo Yamandú Canosa, afincado en Barcelona desde 1975, que reflexiona sobre la diversidad, el mestizaje y la armonía de las culturas.

«El título nos hace referencia a una casa que tiene sus puertas abiertas y acoge a los visitantes, un cobijo imaginario, pero también un cobijo que quiere abrazar al visitante con su propuesta plástica», explica en declaraciones a EFE el comisario del pabellón, Alejandro Denes, director del Instituto Nacional de Artes Visuales de Uruguay.

Argumenta que «La casa empática» de Canosa (Montevideo, Uruguay, 1954) es la casa del buen anfitrión, la casa que la sociedad mestiza y aluvial uruguaya construyó, un espacio en el que las fronteras se han roto y en el que el mundo comparte y armoniza experiencias vitales.

El pabellón de Uruguay está ubicado en los Giardini de Venecia, donde solo otros dos países latinoamericanos cuentan con un espacio permanente: Brasil y Venezuela.

En esta estructura de cuatro paredes, Canosa otorga a cada muro un punto cardinal, donde la entrada queda al sur, igual que su país natal en comparación con Barcelona, donde vive actualmente.

A cada punto cardinal le da un significado conceptual a través de fotografías, dibujos y óleos, y los une con una línea recta trazada a la altura de sus ojos, que es la línea del horizonte y que reproduce monumentos icónicos como las Pirámides de Egipto o la Torre Eiffel.

«Aborda cómo América contiene Europa, es decir, cómo América ha estado fuertemente influida por Europa, hace referencia a las migraciones, a los mestizajes. Habla del norte y de su riqueza y del sur y sus carencias», cuenta Denes.

Finalmente, el techo del pabellón contiene una representación de la constelación de Orión, «una de las más visibles del universo», que termina uniendo todo el imaginario interior, teje «hilo invisible entre el cielo y la tierra», donde se ven una serie de pelotas de petanca, colocadas exactamente igual que las estrellas de Orión.

Canosa habla de cómo el mundo «atraviesa momentos de incertidumbre», evidencia cómo los movimientos migratorios han sido siempre una constante y cómo «los tiempos interesantes actuales, para bien o para mal, trazan la realidad de nuestro tiempo», concluye Denes.

 

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