Viajar es algo que nos gusta a todos y mucho más en estos tiempos en los que ha sido imposible para la mayoría. Pero a medida que se levantan las restricciones en varios países y se abren de nuevo los destinos es bueno saber algo: viajar no solo es divertido, sino que también puede tener beneficios tanto para la salud física como para la salud mental.

Karen D’Guanche es una psicoterapeuta especializada en trastornos de ansiedad y, además, estudia las soluciones naturales y homeopáticas para esos trastornos. “Ante todo, respeto a todos mis colegas que apuestan a los fármacos y tratamientos con medicamentos.

Cuando un médico los recomienda es porque son necesarios, pero cuando todavía está en nuestras manos solucionar un problema con medios naturales, es cuando pido a los pacientes que tengan en cuenta mi propuesta y decidan”, dice la psicóloga. “En cuanto a lo que me preguntas, sí, definitivamente un viaje es ya la mejor terapia en sí mismo, sobre todo si lo haces con tiempo, sin factores estresantes. Mi recomendación es explorar una ciudad nueva, disfrutar de paisajes con narrativas relajantes o, simplemente, respirando el aire puro y liberándonos de nuestras inhibiciones en el campo o la playa”. No importa si viajas en tren o en avión. Todo es benéfico.

Los beneficios demostrados de viajar

Lo primero y más evidente es que viajar es la mejor terapia para la ansiedad, el estrés y los problemas psicológicos. “Cuando viajamos, estamos incentivando al cerebro a procesar nuevos sabores y olores, enfrentar ambientes novedosos, escuchar idiomas diferentes e intentar comunicarse en ellos, además de captar signos diferentes de otras culturas. Eso significa que nuestro órgano rector de la conducta se entrene intensamente y, entre otras cosas, el proceso puede ayudar a retrasar la aparición del Alzheimer”.

Además de los beneficios para la psiquis y el cerebro de los que hablaba la Dra. D’Guanche, encontramos pruebas documentales como esta: en 1948, cuando todavía muchos sufrían los traumas de la Segunda Guerra Mundial que había terminado tres años antes, comenzó un estudio sobre los efectos desestresantes de viajar. La investigación, que se extendió hasta el final de la década de los años 60, demostró que cuando viajas estás ayudando al corazón y el sistema circulatorio. De los sujetos, todos con alto riesgo de enfermedades coronarias, los que no viajaron de vacaciones al menos una vez al año tenían un 32% más de probabilidades de morir de un ataque al corazón.

Aunque a primera vista puede que no asocies el alivio del estrés con un viaje y su preparación, lo cierto es que otro estudio, este de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, realizado en 2002, sugiere que solo planear un viaje con anticipación crea sentimientos positivos y la expectativa genera optimismo. Cuando ya estás en tu destino, a las 24 horas comienzan a potenciarse sentimientos wellness que ayudan a alejar padecimientos físicos que provocan el estrés de la vida cotidiana. Viajar en pareja también puede ser buena idea.

También se ha probado que los viajes son una poderosa herramienta en manos de los neurocientíficos. Ellos afirman que “los viajes reorganizan el cerebro y revitalizar la mente gracias a la flexibilidad cognitiva, que es la capacidad de la mente para generar ideas”, dice la Dra. En otras palabras, cuando viajamos crecen la creatividad y la productividad. Sobre la parte de hacernos más productivos, se lo debemos al cambio de la actividad en el cerebro y la “inactividad aparente de no cumplir con la rutina diaria” es como un detox para la fábrica de ideas.

Por último, la Dra. Karen afirma que viajar nos hace más desinhibidos, aumenta nuestra capacidad de comunicación, nos da herramientas para establecer narrativas interesantes en nuestra vida profesional o estudiantil, y nos aporta estabilidad emocional… Nada más falta que te planifiques y ¡a empacar!

 

 

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