El nuevo contexto educativo venezolano requiere de cambios significativos en la actitud del docente para lograr el aprendizaje, de manera tal que el hecho educativo sea un acto de reflexión y participación impregnado de amor.
Es necesario que el educador tenga apertura a nuevas experiencias, en estos tiempos tiene un gran reto y este se encuentra centrado en La Transformación Pedagógica que nos conduzca a una Transformación Social.
Hoy por hoy el docente además de convertirse en un investigador, de estudiar y prepararse cada vez más para enfrentar grandes conflictos que se nos presentan en nuestra sociedad, debe hacer también mucho trabajo interno, sanar sus heridas emocionales en función de entregar lo mejor que hay en él en este proceso, ya lo decía el eminente Psicólogo Alexander Lowling “una persona en conflicto no puede entregar lo mejor de sí”.
En cada encuentro con los niños, jóvenes y adultos que requieren una educación que los conduzca a sentirse libres, útiles, valorados en todos los ámbitos de la vida social debe prevalecer el amor, pues “ Educar es un acto de Amor” tal como lo expresa el Dr. Pérez Esclarín en sus obras cargadas de serias reflexiones sobre el arte de educar.
Muchos investigadores, hablan hoy de una “Educación para la Vida”, lo cual requiere de un ser humano que desarrolle relaciones de sana convivencia con los que lo rodean a lo largo de su vida. En este sentido el autor antes citado expresa “Que el discurso a cerca de la trascendencia de la educación plantea una educación que tome en consideración aspectos diferentes a los tradicionales”, es decir se trata de encaminarnos, de ofertar una nueva visión del mundo y de la praxis pedagógica.
Es de importancia vital cambiar algunos patrones como por ejemplo el del docente autoritario, inflexible que deja a un lado la iniciativa, las ideas de los estudiantes para imponer su criterio, necesitamos de una educación que abra las puertas a la interacción, a la discusión, donde cada individuo se convierta en constructor de su saber.
En la actualidad hemos venido avanzando en función de incorporar a las familias en el proceso de formación y educación de los niños y jóvenes a través del Plan Cada Familia una Escuela, en función de adaptarse cada vez más a las exigencias de una sociedad cada vez más compleja y que requiere de la interacción de estos dos factores o elementos socializadores como lo son la familia y la escuela. Nuestro proceso educativo requiere de docentes que estén conscientes de su rol como “entes transformadores”, para ello es necesario que los educadores estén formados en valores antes de pretender formar a los estudiantes en esta dimensión, es decir vivir personalmente el proceso.
Es necesario que ante la realidad que tenemos implementemos la Pedagogía del amor, pues ésta por si sola es una Pedagogía de la inclusión…sostiene el Dr . PérezEs clarín que “En general, la exclusión escolar reproduce y consolida la exclusión social….son precisamente los alumnos que más necesitan de la escuela los que no ingresan a ella, o los que la abandonan antes de tiempo, sin haber adquirido las competencias mínimas para un desarrollo autónomo…la Pedagogía del amor debe revisar, para superarlos los mecanismos de exclusión, tanto para entrar como para permanecer en la escuela, que con frecuencia son muy sutiles, no olvidemos que sigue muy latente el peligro de cada vez más, en vez de ser la educación un medio para democratizar la sociedad y compensar las desigualdades de origen, lo sea para agigantar las diferencias”.
Debemos garantizar hoy una educación, una escuela que evite su fracaso, una escuela que no los excluya, una escuela que los prepare para desenvolverse eficazmente en el mundo del trabajo y de la vida, de modo que la sociedad no los excluya. Es necesario que los maestros crean en sus alumnos, que estén convencidos de que son capaces y estén dispuestos a valorar todo tipo de talentos, no solamente los académicos y ayudar a cada alumno a descubrirlos y potenciarlos contribuyendo de esta manera a levantar la autoestima.
Debemos convertir cada espacio, cada ambiente para el aprendizaje en un lugar donde impere la alegría, el trabajo creativo y compartido…debemos tener presente siempre que educar es un acto de amor…de dar oportunidades…”Muchas veces desde las aulas hemos fomentado la intolerancia, la competencia, el individualismo, nos hacen materialistas, competitivos, desestimando la creatividad, el amor, y el deseo de soñar que todos llevamos dentro”…es importante que el maestro recupere su praxis educativa , los juegos, la cultura, el deporte, la recreación…convertir cada jornada de clase en una expedición al saber lleno de encantos y sueños.
La Dra Turner Martí plantea que en un siglo de grandes contrastes, de máquinas, de robotización y de extraordinarios logros de la informática, de cambios en general ¿Cómo pdemos conservar un ser humano más humanizado? Un ser humano que marche hacia los caminos creando y manipulando la técnica sin la sensibilidad para ser solidario, comunicativo y presto a ayudar quienes lo rodean y a luchar por el bienestar de la patria y por la transformación de la difícil situación de millones de niños de nuestra América y de toda la humanidad.
De aquí que la escuela y la familia tienen la gran responsabilidad de contribuir a la formación de las nuevas generaciones de niños, jóvenes y adultos, buscar alternativas que den respuesta a los grandes retos que se nos plantean para el desarrollo humano y la transformación tanto pedagógica como social.
Profa. (M.S.c) Dinora García Rausseo
Coordinadora Estadal del Centro de Investigación y Formación de los Educadores Luis Beltrán Prieto Figueroa. Neurofacilitaora, Master Trainer en PNL. Coach Organizacional.
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