Tras el cierre de puertas del Palacio de los Deportes José María Martín Carpena de Málaga quedaron los rastros de nostalgia que deja el final de Rafael Nadal, el debate sobre su despedida y el fin de fiesta de la que disfrutó Italia, coronada otra vez como la mejor, beneficiada del momento de explosión de Jannik Sinner.
Málaga apaga los ecos del adiós a dos semanas de tenis y todo lo que conlleva. Al decaimiento paulatino que proporcionó la decepción de la eliminación de España de la competición y el vacío que generó con su marcha Rafael Nadal, al que le esperaba un homenaje inmenso que no existió. Fue una desbandada inesperada, precipitada.
En frío, con la distancia y el sosiego que da el paso del tiempo, cierta insatisfacción coincide entre los que acogieron primero con entusiasmo la elección de esta competición como el momento de despedida del mejor deportista español de todos los tiempos. Porque al final, volcados en el recibimiento, el adiós dejó cierta amargura.
Precipitado, pilló con el pie cambiado a la organización que tuvo que tirar de videos, de plan B, de mensajes guardados ante la ausencia de protagonistas presentes que habían reservado estancia para días después, para el viernes. No entraba en los planes que España perdiera en su primer enfrentamiento, contra Países Bajos y tuviera que salir de Málaga tan pronto.
A casi nadie le gustó el adiós porque no estuvo a la altura. Voces como las de David Ferrer, Carlos Moyá, Toni Nadal. «Estuvo emotivo, evidentemente, con el apoyo del público. A mí me gusta que en estos actos haya imágenes, a mí particularmente me hubiera gustado ver los partidos de imágenes de Rafael ganando la Copa Davis de Sevilla, imágenes de Rafael en el torneo de Madrid, en Roland Garros o en Wimbledon porque creo que esto crea más emoción. Evidentemente, no pretendo criticar a nadie, para nada. Sí, me hubiera gustado más algo diferente, pero agradezco como familiar y como exentrenador de Rafael el detalle que tuvieron y la buena intención. A mí me hubiera gustado más otra cosa. Hoy en día se pueden hacer actos mucho más emotivos mezclando música con las imágenes y claro, Rafael es un tipo que sus imágenes transmiten pasión y emoción», indicó Toni Nadal.
«Me dejó triste cómo fue. La despedida de alguien tan importante como Rafa se quedó descafeinada. Faltó, bueno, pues quizás… personas muy importantes en su carrera tenística y gente que han sido tan importantes a nivel de rivales como también mención al equipo», opinó David Ferrer.
«No es momento de culpar a nadie… Pero la sensación que nos queda a todos es un poco desaliñada y cutre. Es verdad que era un martes por la noche, pero esto es deporte y con meses de antelación se sabía que si España perdía se retiraba Rafa. Nadal está muy por encima de todo esto», indicó por su parte el entrenador del balear, Carlos Moyá.
Feliciano López, compañero y amigo de Nadal, justificó, como director del evento, el acto en la pista del recinto malagueño. «Creo que deberíamos centrarnos en el hecho de que Rafa eligió la Copa Davis como el torneo final de su carrera en lugar de seguir hablando de su ceremonia de despedida. Honestamente, hicimos lo mejor que pudimos. Así que creo que deberíamos poner el foco más en el hecho de que eligió la Copa Davis como su torneo final».
En esa línea argumental se mantuvo David Haggerty, presidente de la Federación Internacional de Tenis (ITF). «Rafa es un jugador increíble y tiene un legado que inspirará a millones de jugadores en todo el mundo a jugar al tenis, a seguir jugando. Creíamos que era muy importante escuchar lo que Rafa quería y cómo quería ser despedido. Eso es exactamente lo que hicimos. La gente puede tener las opiniones que quiera sobre si estuvo bien o no, pero para mí lo más importante fue que realizamos una ceremonia que era la que quería Rafa y, siendo quien es, fue una velada genial».
Los ecos del adiós del ganador de veintidós títulos del Grand Slam permanecieron hasta el cierre del torneo, hasta el último día. Hasta la final que coronó a Italia, como se preveía, ante Países Bajos, verdugo de España y con el que no se contaba.
Era la plaza neerlandesa la que pertenecía a España que a poco que se le hubiera dado bien en la pista hubiera podido alcanzar la final. El cuadro de David Ferrer, que apostó por Rafael Nadal para el primer partido de individuales, tenía ante si una buena oportunidad. El conjunto oranje nunca había llegado a una final en los 104 años de historia del torneo. Y es una competición que permite crecer. Con Alcaraz como garantía, un punto más, en el otro single o en el dobles, hubiera impulsado a la selección de España y hubiera rehabilitado el homenaje a Nadal, a la altura.
En semifinales esperaba Alemania. Sin Alexander Zverev. Un adversario al alcance tal y como demostró Países Bajos. Atrás queda una buena oportunidad para España.
El combinado neerlandés lo supo aprovechar. Llegó hasta donde podía porque, enfrente, esperaba Italia, inaccesible mientras Sinner esté al frente y con la inspiración con la que ha cerrado el año.
Es el de San Cándido un jugador indestructible, garantía para cualquier equipo que además, sobre la marcha ha encontrado a un renacido Matteo Berrettini.
Sinner cerró en Málaga el círculo de un año mágico. El de su consagración definitiva en el circuito y el de la coronación como el mejor del momento. A falta de la respuesta que el español Carlos Alcaraz ofrezca en los próximos tiempos y de la vigencia que logre mantener Novak Djokovic, el campo está abierto para el jugador italiano, de 23 años, que este 2024 le ha proporcionado sus dos primeros Grand Slam redondeado con la consideración de maestro en las Finales de Turín y ahora esta Copa Davis para cerrar la temporada. La segunda ya en su historial.
Jannik Sinner ha acelerado en su tramo final. Sumó contra Tallon Griekspoor dieciocho victorias seguidas, quince oficiales, sin contar la exhibición de Riad. Cierra el año con 70 victorias y solo seis derrotas en todo el curso. La última en la final del torneo de Pekín, contra Alcaraz.
Siempre recordará Sinner este 2024 cuando se coronó en el Abierto de Australia, el Abierto de Estados Unidos, las Finales ATP, Rotterdam, Miami, Halle y Cincinnati. Y ahora, la Copa Davis.
El jugador de San Cándido, además ha sido infalible en la Copa Davis. Se ha impuesto en los nueve últimos partidos que ha jugado tanto en individuales como en dobles. No jugaba con su selección desde las Finales del 2023. Se perdió la fase de septiembre pero no le falló al combinado de Filippo Volandri en Málaga. El jueves ganó a Sebastian Baez en el individual y junto a Berrettini selló la victoria del dobles para eliminar a Argentina, a Máximo González y Andrés Molteni.
Después, dio buena cuenta de Alex de Miñaur en semifinales frente Australia. Y en la final, tumbó a Tallon Griekspoor por la vía rápida. No se ha dejado set alguno en el camino. Esta racha se une a los cinco partidos que jugó en el 2023 y que ganó. Su único revés en la Copa Davis data de la fase de grupos del 2022 contra Suecia, frente a Mikael Ymer.
Con los honores para Sinner el reconocimiento llega también a Matteo Berrettini, la baza que utilizó Filippo Volandri. No le fallo. El romano, ausente del equipo en el triunfo del 2023 ha renacido. Y la victoria en Málaga ha sido el desahogo que necesitaba después de sus meses de ausencia por lesión y de la caída en la clasificación ATP.
Necesitaba sentirse importante el jugador romano, otrora número uno de Italia, que llegó a la final de Wimbledon en el 2021 y a ser el sexto jugador del mundo. A partir de ahí decayó. Hasta empezar el 2024 fuera de los cien primeros del mundo. La dolencia abdominal le llevó a maltraer.
Tras el vació del pasado curso ha vuelto a levantar trofeos en el presente ejercicio. Final en Stuttgart y títulos en Gstaad, Kitzbuhel y Marrakech, todos en tierra.
Apareció en las finales del pasado curso, en la grada, como apoyo. Pero esta vez participó. Fuera de la convocatoria de Volandri al principio, en la prelista para Málaga, apareció en Málaga a última hora, el último día. Y fue incluido en la citación. Empezó en el doble y luego se disparó. Jugó el dobles con Sinner en la eliminatoria contra Argentina. Ganó. Y después, pasó a primera línea. La derrota de Lorenzo Musetti contra Francisco Cerúndolo que puso contra las cuerdas al combinado transalpino propició un giro en el equipo. Volandri apostó por él y dejó fuera a Musetti.
No falló Berretini, que ganó sus encuentros de individuales. Proporcionó el pase a la final al ganar a Thanisis Kokkinakis y en la del título, a Botic Van de Zandschulp, que no había perdido ningún partido.
Italia disfruta de su momento. Logró su segundo título consecutivo, el tercero en su historia. Se convierte en la octava nación que defiende con éxito el título de la Copa Davis después de Estados Unidos (1978-79 y 1981-82), Suecia (1984-85 y 1997-98), Alemania (1988-89), España (2008-09) y República Checa (2012-13).
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