Lima.- Hasta por cuatro se ha multiplicado la demanda de ataúdes en Lima por la pandemia del coronavirus, que ha obligado a los fabricantes a duplicar su plantilla y trabajar las 24 horas, y a las mueblerías a hacer féretros de emergencia de bajo costo para que los fallecidos por la COVID-19 tengan un sepelio digno.
«Antes de la pandemia producíamos de 800 a 1.000 ataúdes mensuales, pero ahora estamos produciendo unos 3.000 al mes», contó a Efe el empresario Dionisio Acuña, dueño de Ataúdes América, una de las fábricas más grandes de Perú, que provee de cajones fúnebres a varias instituciones del Estado.
De su fábrica salen a diario entre 300 y 400 ataúdes desde hace tres meses, una constante demanda sin precedentes para atender a los cientos de personas que cada día perecen en Perú a causa de la COVID-19, un registro que oficialmente supera las 7.200 defunciones.
Además, en Lima hay más de 10.000 muertes sospechosas de ser causadas por el virus desde el inicio de la emergencia a mediados de marzo, según los registros del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef) que recogen el número de casos que superan la media habitual de muertes en la ciudad.
Solo en mayo murieron cuatro veces más personas de lo normal.
«Nosotros hemos atendido terremotos e incendios, donde de un día para otro día se necesitaban 500 ataúdes, pero en una semana como mucho terminaba todo. Esto es totalmente distinto», relató Acuña en la funeraria que regenta en Lima y lleva su apellido, desde es testigo directo de los estragos que el virus está causando en Perú.
«No es una alegría que haya aumentado el trabajo. Es preocupante», añadió el empresario, consciente de la situación del país, convertido en el sexto del mundo y el segundo de Latinoamérica, solo por detrás de Brasil, con más casos confirmados de coronavirus, al acumular 240.908 contagiados.
ENTIERROS SIN LUJOS
Pese a que hay ataúdes de valiosa madera como el cedro y la caoba con acabados de lujo, «más finos que los de un mueble» en palabras de Acuña, la mayoría de las familias de las víctimas de la COVID-19 opta por los modelos más sencillos y económicos.
Los servicios funerarios son gratuitos si se cuenta con un seguro de salud, pero uno de cada cuatro peruanos carece de cobertura de cualquier tipo, tanto pública como privada, lo que equivale a más de 8 millones de personas, según la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud).
Esto lleva a los familiares a lo más práctico y funcional, pues durante este tiempo de pandemia está prohibido organizar grandes despedidas. No se puede velar a los cuerpos. Solo pueden asistir dos familiares directos a la cremación y cinco si se opta por la inhumación.
«Quieren lo más simple y económico», apuntó Acuña.
Entre los más solicitados hay un ataúd blanco y sobrio a 2.000 soles (unos 600 dólares), pero los hay aún más funcionales: cajones rectangulares de madera sin mayor adorno y revestimiento, para los bolsillos más golpeados por la crisis, que ha dejado a millones peruanos sin trabajo y en una situación muy precaria.
DE MUEBLES A ATAÚDES
Este último tipo, el féretro de emergencia, está saliendo de varias fábricas de muebles que, ante la paralización de su actividad por la cuarentena, han reconvertido su actividad para hacer estos ataúdes de rápida fabricación y así atender la demanda creciente de las funerarias de la capital peruana.
A Gino Pietroni, gerente general de Muebles Alida, una fábrica que lleva 51 años fabricando primero muebles y más recientemente puertas de madera, nunca se le pasó por la cabeza que llegaría a hacer féretros.
«No es algo agradable», admitió Pietroni, quien tomó la iniciativa al ver que las dramáticas escenas de otros países, donde la avalancha de muertos por el coronavirus dejaba a las ciudades sin ataúdes para dar un sepelio digno a las víctimas, que terminaban en fosas comunes.
«Fue una decisión rápida. Tomé el ejemplo de Ecuador, donde no había ataúdes y estaban poniendo los cuerpos en cajas de cartón», recordó el empresario, que hizo una pequeña donación al Ministerio de Salud y acto seguido le empezaron a llegar los pedidos de las funerarias.
«Ahora los pedidos son ya de mil en mil. Estamos actualmente completando el primer lote de un millar y tenemos dos órdenes adicionales de otros mil más», continuó.
ATAÚD «LOW COST» EN 15 MINUTOS
Para Pietroni lo fundamental es poder garantizar «un entierro digno para cualquiera», por lo que su prioridad fue abaratar costos para que las familias de los occisos tenga una opción sencilla pero económica.
Cada día salen de su fábrica cerca de medio centenar de estos ataúdes. El ensamblaje apenas toma unos 15 minutos por un grupo de operarios muy esforzado. Una vez embalados salen hacia las funerarias que los han solicitado, pues las cifras oficiales marcan que entre 150 y 200 personas mueren cada día en Lima por la COVID-19.
«Me veo obligado a satisfacer esta necesidad que es urgente y que no se puede aplazar, pero tampoco me puedo responsabilizar de mayores pedidos porque en algún momento tengo que retornar a mi línea habitual y seguramente tengamos que trabajar a doble turno», dijo Pietroni.
«No hay muchas empresas que produzcan ataúdes y nunca se ha dado un caso como estos. Nadie se ha visto preparado. Nosotros tenemos maquinaria automatizada de alto volumen que nos permite ayudar y colaborar para satisfacer parte de este mercado», agregó.
Los pedidos son cada vez mayores, y con ello Pietroni entiende que «la situación va para largo», pues siguen siendo miles los contagios nuevos cada día, y mientras en unas regiones del país parece estabilizarse la propagación del virus, en otras está en pleno ascenso.
Fernando Gimeno EFE
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