El nuevo primer ministro francés, el conservador Michel Barnier, afirma que su política «no será sólo de derechas», que tiene intención de «escuchar a todo el mundo» y que en su experiencia en las instituciones europeas ha aprendido «la cultura del compromiso».
En sendas entrevistas publicadas este domingo por La Tribune y Le Journal du Dimanche, Barnier se esfuerza por dar una imagen de apertura y de atención a los franceses alejados de la política que «están hartos de que todo venga dictado desde arriba».
«Yo vengo de abajo, no hay ninguna ambigüedad sobre esa cuestión», subraya refiriéndose al hecho de que su madre era una «militante asociativa» y de que su padre era un «pequeño empresario».
Aunque no entra en su programa político concreto en estas entrevistas, afirma que tiene intención de encarnar «una esperanza para Francia» y «elevar la línea de horizonte individual y colectivo para Francia».
Sobre cuál será su relación con el presidente Emmanuel Macron, que es quien lo ha elegido y lo ha designado para formar Gobierno, el primer ministro asegura que no le ha marcado el que tiene que ser su programa.
«El presidente -asegura- ha dejado las cosas claras conmigo. Me da libertad para formar Gobierno y definir mi línea política. Tengo una gran libertad».
Una forma de replicar a los que, sobre todo desde la izquierda, aseguran que Macron ha optado por este veterano político (73 años) miembro de Los Republicanos (LR) un partido que sólo obtuvo el 6 % de los votos en las elecciones legislativas anticipadas del 30 de junio y el 7 de julio, porque va a ser continuista.
Unas críticas rechazadas por el Elíseo, que sostiene que Macron se ha guiado únicamente por el imperativo constitucional que tenía de buscar un primer ministro que garantizara estabilidad política, es decir una persona que no fuera susceptible de ser tumbada rápidamente por una moción de censura.
En una encuesta del instituto demoscópico Ifop publicada este domingo por Le Journal du Dimanche, un 52 % de las personas encuestadas dicen estar satisfechas por la designación de Barnier como primer ministro, un porcentaje similar al que tenía al comenzar su predecesor en el cargo, Gabriel Attal (53 %) y superior al que tuvo la anterior, Élisabeth Borne (47 %).
No obstante, un 74 % de los consultados por Ifop anticipan que su mandato será breve y que caerá por una moción de censura, teniendo en cuenta la fragmentación inédita de la Asamblea Nacional con tres grandes bloques muy parecidos en número de diputados y muy alejados en términos de programas o de posiciones estratégicas.
Barnier prosigue este domingo sus consultas y entrevistas para formar su Gobierno con una entrevista con Édouard Philippe, el que fue primer ministro de Macron entre mayo de 2017 y julio de 2020.
Comisión Europea
Una vez que haya constituido su gabinete, uno de los primeros retos será la elaboración del proyecto de presupuestos para 2025, que debería presentarse antes del 1 de octubre, en un contexto de gran dificultad por el aumento del déficit público a niveles más que preocupantes.
La Comisión Europea abrió a Francia a finales de julio un procedimiento por déficit excesivo, después de que en 2023 creció al 5,5 % del producto interior bruto (PIB) y la tendencia es que va a continuar este año y el próximo si no hay fuertes recortes o aumentos de impuestos.
El presidente del Tribunal de Cuentas, Pierre Moscovici, antiguo comisario europeo de Asuntos Económicos, pidió al primer ministro este domingo que actúe «de manera rápida y decisiva contra el déficit» porque «si nada cambia, Francia llegará este año a un déficit del 5,6 % del PIB, en lugar del 5,1 % previsto, y al 6,2 % en 2025».
El Ministerio de Finanzas ha pedido a Bruselas un plazo suplementario para la presentación de su programa de reducción del déficit, que debía enviar de aquí al 20 de septiembre.
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