París.-Si no basta con los gritos de alarma de los científicos; si los llamamientos desesperados de una adolescente sueca son insuficientes; quizá la música, la emoción de una sinfonía de Beethoven, sirva para hacer reaccionar al ser humano y evitar la catástrofe climática.
Pastoral para el Planeta es la última criatura de la fértil imaginación de La Fura dels Baus, que, junto a la directora musical Laurence Equilbey y la Insula Orchestra, ha ideado un montaje que interpela al espectador y lo obliga a decantarse sobre el futuro de la Tierra.
Comienza el espectáculo y el espectador recibe un mensaje en su móvil. Es Beethoven. Tiene algo que decirle: «Estamos condenados a beber agua contaminada».
El director artístico de la obra, Carlus Padrissa, explica el motivo de ese augurio: «Beethoven se quedó sordo por las tuberías de plomo que llevaban el agua. Cuando murió tenía 90 veces más de plomo en su cuerpo de lo normal».
Los teléfonos, pesadilla de la ortodoxia en cualquier recinto musical de París -y más aún si programa música clásica-, se convierten en parte necesaria de un juego que involucra al público y lo invita a participar, al más tradicional estilo de La Fura. «El futuro de los espectáculos en directo pasa por la interacción, incluso la ópera», reflexiona Padrissa.
El público francés ha acogido con entusiasmo el estreno de una obra multidisciplinar que ha sido representada en Aix en Provence (sur) y en La Seine Musicale de París, y que viajará en los próximos meses a Alemania.
La Sexta Sinfonía de Beethoven, más conocida como la Pastoral, vertebra el montaje. El genio nacido en Bonn la compuso en sus numerosos viajes al campo, donde pensaba que podría curarse de los males que minaban su salud.
Pero antes de llegar a ese pasaje, «Pastoral para el Planeta» hace un recorrido musical insólito en el que mezcla joyas poco conocidas de compositores como Carl Maria Weber, Anton Reicha o Fanny Mendelssohn con una jota del Ebro o con un canto polifónico de mujeres ucranianas.
Poderosa en alegorías y simbolismo, la obra se abre con Prometeo robando el fuego sagrado del Olimpo, lo que irritará a Zeus pero convertirá a aquel en el gran protector de la humanidad.
Pronto llegará le venganza de Zeus con la caja de Pandora -masculinizada como Pandoro en esta ocasión-, que traerá todos los desastres a la humanidad. «Ojo, que hemos incluido hasta el coronavirus», ironiza Padrissa.
Para sumergir por completo al espectador, un mundo virtual de 360 grados se proyecta sobre paredes, techo y suelo de la sala, con la escenografía creada por el serbio Mihael Milunovic.
El móvil no deja de vibrar. Un mensaje recuerda que ya en 1824 se lanzó la primera advertencia de un calentamiento global por la mano humana. En otro, el propio Beethoven asume que el diálogo entre los hombres «no sirve para nada».
La acción transcurre en escena abocada a un solo destino: la guerra. Llegan los misiles, la destrucción, y, como consecuencia necesaria aparecen los refugiados, obligados a dejar sus casas y acompañados por la solemnidad del segundo movimiento de la Séptima Sinfonía de Beethoven.
Una breve pausa da paso a la esperanza que trae la sinfonía Pastoral. «Es la aldea global, mucho más utópica y bucólica. Es la parte más optimista», relata el director.
Se acerca el final y es hora de tomar una decisión: ¿Es usted optimista sobre el futuro de la Tierra o nos encaminamos a la desaparición? En función de lo que decidan los espectadores a través de sus teléfonos, la obra terminará de una forma u otra.
Se trata de la segunda colaboración entre La Fura dels Baus y la Insula Orchestra. La primera, «La Creación», de Haydn, tuvo tanto éxito que llegó a abrir la portada del «The New York Times».
¿Pesa mucho la responsabilidad de estar a la altura? «Tengo 60 años y la verdad es que ya me da igual. Me leí la biografía de Beethoven y es heroica. ‘No hay muros que nos detengan’, decía. Pues eso», asegura Padrissa.
¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!