En los pasillos del centro comercial más concurrido de Puerto Ordaz, el murmullo de los clientes se mezcla con el eco de las ofertas que anuncian un prometedor Black Friday. A pesar del evidente entusiasmo, el evento se desarrolla en un panorama económico marcado por la inflación y la inestabilidad del tipo de cambio, obligando tanto a comerciantes como a consumidores a sortear enormes desafíos.
El economista y presidente del Colegio de Economía del estado Bolívar, Fidel Hernández, asegura que esta jornada representa una estrategia vital para dinamizar el comercio. Sin embargo, advierte que detrás de los descuentos y la rotación de inventarios se esconde una realidad económica frágil: «El comerciante, muchas veces, vende cerca de su precio de costo o incluso por debajo. Al reponer inventarios, los costos pueden ser más altos, generando pérdidas puntuales», expone Hernández en entrevista exclusiva con Nueva Prensa Digital.
Una apuesta comercial inevitable
Para los comercios, no participar en el Black Friday sería perder una oportunidad valiosa para atraer clientes y movilizar productos. Hernández lo resume con esta lógica: «Siempre es preferible vender algo que no vender nada. La rotación de recursos es la sangre del negocio».
Sin embargo, esta dinámica no está exenta de riesgos. La devaluación del bolívar y los aumentos recientes en la tasa de cambio oficial complican la planificación previa. Según Hernández, la falta de previsibilidad económica obliga a los empresarios a actuar casi sobre la marcha: «Los comerciantes no tienen muchas opciones. Si no se montan en la ola, pierden terreno en un mercado cada vez más competitivo y limitado».
Descuentos y poder adquisitivo: ¿un equilibrio posible?
Virginia Rivero, trabajadora de una empresa básica en Guayana, confiesa que su salario apenas le alcanza para cubrir lo esencial. No obstante, ahorró durante meses para aprovechar esta fecha: «Quiero comprarme unos zapatos deportivos, aunque las ofertas no son tan grandes como en otros países».
Historias como la de Virginia revelan una paradoja del Black Friday en Venezuela: el interés por participar en las promociones contrasta con el bajo poder adquisitivo generalizado. Hernández explica que el evento fomenta cierta dinámica de consumo, pero que el endeudamiento se convierte en una constante: «En el pasado, el crédito era una herramienta clave para estas fechas. Hoy, la falta de financiamiento bancario limita las opciones del consumidor».
El impacto de la inflación en el Black Friday
La inflación sigue siendo el principal obstáculo para el comercio en Venezuela. Según el Observatorio Venezolano de Finanzas, organismo independiente al Estado venezolano, octubre registró 9,6 %; un aumento considerable de 6,2% en comparación al mes anterior.
En ese contexto, el economista señala que, a pesar de la estabilidad relativa del dólar a mediados de 2024, la pérdida del poder adquisitivo de la población acentuada en estos últimos meses, dificulta el incremento de ventas. Esto se refleja especialmente en estados como Bolívar, donde el costo de bienes básicos duplica al de otras regiones del país.
«El intercambio comercial en Guayana está condicionado por la escasez de ingresos y el alto precio de los productos. Además, la capacidad de los comerciantes para reponer inventarios se ve afectada por las fluctuaciones del tipo de cambio», comenta Hernández.
Tecnología y consumo digital: los protagonistas
El presidente de la Cámara Venezolana de Comercio Electrónico, Richard Ujueta, estima que este año se romperán los récords de ventas en línea. Los productos tecnológicos, como televisores y electrodomésticos, lideran la lista de compras más buscadas.
Orlando Suárez, empleado de un cafetín ubicado en la parroquia Unare del municipio Caroní, refleja esta tendencia: «Si llego a comprar algo, sería un televisor o una corneta. Estas fechas son ideales para aprovechar los descuentos en productos electrónicos».
No obstante, Hernández aclara que no todos los sectores comerciales se benefician de la misma manera. Artículos para el hogar, ropa y calzado suelen ser los más demandados, mientras que los pequeños negocios enfrentan mayores dificultades para competir.
¿Un incentivo para la economía o para la informalidad?
Aunque el Black Friday estimula el consumo, también expone vulnerabilidades del mercado local. Hernández advierte que el evento puede fomentar la economía informal, ya que muchos consumidores buscan precios más accesibles fuera de los comercios formales.
Además, destaca la necesidad de que los comerciantes planifiquen con antelación: «La actividad comercial no puede depender solo de un día al año. Es importante que los empresarios participen en todas las fechas clave, desde el Día de las Madres hasta Navidad, para sostener su negocio en el tiempo».
Un desafío para todos
El Black Friday en Venezuela no es solo un evento comercial; es un reflejo de las complejidades económicas del país. Mientras los consumidores buscan maximizar su poder adquisitivo, los comerciantes navegan en un mar de incertidumbre, intentando equilibrar descuentos con sostenibilidad financiera.
«La resiliencia del comerciante venezolano es admirable. A pesar de las adversidades, siguen abriendo sus santamarías y buscando formas de mantenerse a flote. En un país con tantas tormentas económicas, eso es algo que debemos valorar», concluye Hernández.
El Black Friday de 2024 se perfila como una jornada intensa, llena de expectativas y desafíos, pero también como una oportunidad para demostrar, una vez más, la capacidad de adaptación de los venezolanos.
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