Ciudad Guayana. El recordar el inicio de la Navidad trae consigo el recordar cómo fueron esas Navidades de los años 80 y 90, o antes, cuando no existía tanta tecnología, ni teléfonos inteligentes, como lo de ahora, que nos permiten comunicarnos casi que de inmediato.

Por el contrario se pasaba muy en familia, las comunicaciones eran “cara a cara” literalmente, y las reuniones entonces, generalmente en el plano familiar, nos permitía enmarcar “esos momentos” generalmente como “los mejores” de nuestras existencias.

Realmente se trataba de un encuentro muy familiar, muy pero muy familiar, pero los tiempos han cambiado, y hoy quisimos recordar parte de lo que esto ha sido, en este especial trabajo ¿Cómo eran las navidades antes de los teléfonos inteligentes?

Mano a mano

Comencemos con los costos de los precios de los “regalos”.

En esas épocas, habían cosas que estaban caras y difícil de alcanzar por sus precios.

La tecnología era, literalmente un lujo.

Epa, no es que ahora lo sea, sino que paradójicamente en las épocas , estás marcadas por el tema económico y los niveles de entonces eran altos realmente, como lo pueden ser ahora.

Pero ojo, vemos a la calle, y hoy en día pese a todo, pareciera que “todos tiene un celular” así sea un llamado “potecito” (un teléfono digital de simple gama).

Juan Pedro, por ejemplo, cuyo trabajo está vinculado a los medios de comunicación, hacía de tripas corazón, para poder “satisfacer” las necesidades de su pequeña hija de cinco años, que no hacía más que repetir, que quería que el Niño Jesús le trajera “una computadora”.

“Yo ya sé quién es el Niño Jesús…” asustaba a la entrada de la casa de sus abuelos paternos, cuando en la antesala de la Noche Buena, o Natividad del Niño Dios, pretendía más que “llamar la atención” por su “atrevida pregunta”, ya que la pequeña hiperactiva, luego decía: “el Niño Jesús es Santa Clos”, haciendo valer sus “conocimientos adquiridos” en los primeros años de la educación preescolar, y ante las conclusiones que sus propios compañeritos de aula, hacía sobre el “siempre polémico tema”.

Llegaba temprano entonces el debate entre la analogía y la era digital, porque pese a que se asegure que los niños nacían como “nativos digitales”, porque prácticamente aprendían con la inmediatez del caso, el uso de una computadora, una tablet o un Smartphone, acceder entonces a esos “regalos caros” no era el común denominador.

Pese a ello, la reunión familiar navideña transcurría alrededor del árbol de Navidad, entorno a los sillones y sillas del comedor o de la sala de recibimiento, y el centro natural, eran “los regalos”.

La magia de “corresponder” a las solicitudes hechas por los niños, naturalmente, por los “esperanzados pequeños de la casa”, no dejaba lugar al “fracaso”.

Errar no era el plan en estas fechas, mucho menos sí la economía familiar apuntaba a tratar de “complacer” a todos, sin morir económicamente en el intento, porque aunque las galleticas, chocolates, dulces y otros “ricos gustos”,  iban a veces incluidos en el menú, la tradición plena tenía y tiene que ser, la unidad familiar en torno a un regalo.

El recuerdo del boquitoqui

Los más pequeños de la casa, eran, y siguen siendo, los más expectantes, para entonces recibir, sí, su computadora, aunque una de juguete, o tener la fortuna de ser “regalados” con un “boquitoqui”, que aunque no con la claridad de un teléfono análogo, permitía “la comunicación en línea con su respectivo interlocutor.

¿Recuerdan, si, el boquitoqui”?. Un sistema de comunicación que arrancó de los intercomunicadores y permitía divertirse a los niños, adentrándose en el mundo de la comunicación lineal y sin cables de por medios.

Con la computadora, era el mismo caso, de juguete claro está, pero tratando de llegarle “casi al prototipo original.

“Mira mamá, a mi prima le reglaron una computadora de verdad…” refiría Angeles en una de las Navidades en las que en su lógico discernimiento, le permitía comparar el “regalo” que su prima –mayor ella cinco, y que lógicamente resultaba, del esfuerzo directo de su madre, en la mira compacta que los padres responsables hacían, a esas edades, para regalar un “bien tan preciado” que iba a resultar indispensable en sus años de estudios de sus últimos años de primera y mejor aún, los primeros de la secundaria.

Allí, el centro de atención resultaba, sin lugar a dudas la entrega de regalos “uno a uno” por parte de familias que inclusive llegaron a entregar presentes, partiendo la entrega de los padres a los hijos y de los padre a los sobrinos, también.

Osea, que una pequeña, como Angeles, por ejemplo, con su papá y presentes, y cinco tíos,  más abuelo y la abuela, que también hacía parte de este intercambio familiar, se podía llevar, en el mejor de los casos, hasta siete regalos.

Era un 24, en el que entonces, por la situación entre padres –divorciados-, la pequeña apostaba siempre a “pasar el 24” con los abuelos, porque la recolección  de regalos, iba a ser espectacular.

De hecho lo fue.

Reuniones a pleno

Las reuniones familiares navideñas se hacían en el pleno de la vivienda familia. El reventar del 24, con las 12 campanadas repicando, para dar paso al festín regalos, no dejaba lugar ningún tipo de distracción, la que no se produjera con festín navideño de los mismos regalos, y los que se podrían cortar, tal vez por un toque en la puerta, cuando ya todos habían desgastado los fuegos artificiales que hacían parte de la música retumbante de la fiesta decembrina especial, en aquella época donde salir a la calle era “normal”.

Para compartir los fuegos artificiales y con las vecinitas o vecinitos los regalo que el “Niño Jesús” o San Nicolás, dejó a su paso por la Nochebuena del 24 de Diciembre.

Hoy en día, se sale menos a la calle, las madres y padres responsables cuidan lógicamente a sus hijos y las reuniones transcurren casi por completo, dentro de casa y tal vez uno que otra excepción, se rememoran “aquellos años felices” donde la calle, se permitía a ser centro de gran atención.

Ahora, la uso de los teléfonos celulares, marca un ruptura, que a veces pareciera no mostrarse a simple vista, pero que literalmente, mantiene distanciadas a las personas, pese a estar muy cerca, porque nos mantenemos chateando, o comunicándonos, en lugar de volver a la conversación cara a cara que mucho se ha perdido en la actualidad de estas fiestas decembrinas.

Cuestión de telefonía celular

La evolución de los celulares a nuestra época, de aquellas Navidades a la época actual, es para tomar en cuenta y recordar con cariño.

Rescatamos de un mero punto de comparación, como hoy en día casi todos los teléfonos celulares nuevos se parecen: son elegantes rectángulos negros con brillantes pantallas de color. Son hermosos, delgados, bien diseñados y un poco predecibles.

Antes, en modo de retrospectiva, recordamos, los que tenemos 15 o más años de memoria, que los también llamados teléfonos móviles, solían ser francamente feos.

Hace unos 25 años, los primeros usuarios como Gordon Gekko y Zack Morris cargaban con teléfonos del tamaño de balones de futbol americano.

Incluso hace una década más o menos, la mayoría de los teléfonos tenía aburridas pantallas grises, diseños plegables o teclados pequeños que te hacían presionar un botón una y otra vez para escribir una letra del alfabeto.

¿O qué decir del “bloque” celular?. Aquel móvil celular que semejaba literalmente a un bloque, con su color negro imponente que marcaba pauta de “la nueva tecnología” que llegaba y que pesaba bastante, tanto que lanzado por la cabeza de alguien, podría podrucir, como lo hizo, alguna lesión importante.

Hoy, los modelos y la tecnología permiten aparatos que literalmente, casi no pesan.

En la tecnología, la variación ha sido  importante, pasando desde aquel “esperado con locura”, Súper Nintendo, o la primera bicicleta o patineta, amén de los patines de las más variadas gamas, que marcaron un recuerdo tan especial, que fueron algunos de los regalos más queridos por los niños de ayer, y los más recordados por el adultos de hoy.

Llegaba a los arbolitos de Navidad, el prenombrado Súper Nintendo con sus variaciones de Mario Kart, Donkey Kong o el atrevido, Super Mario World.

O qué decir de la inolvidable Barbie, en todas sus versiones y estilos que marcó época en la Navidad hermosa vivida por muchas generaciones.

Hoy, marcamos referencia de lo que son las “nueva tecnologías” y por ende las  nuevas Navidades.

Se redujo el “intercambio de regalos” y del que se hacía multitudinario, es decir, tíos y padres regalando a sus hijos y sobrinos, o bien nietos, a “brazo partido” hoy se ha transformado en “tal vez un regalo” para casa de los “beneficiados” y a veces haciendo hasta “vacas” para completar y que por lo menos, cada pequeño, por lo menos pueda tener un obsequio especial.

Los teléfonos móviles no salen de la “vitrina navideña” pero a estas alturas se han hecho, literalmente casi que “imposible de comprar”, y los que tienen “esa fortuna” se encuentran en el grupo de “súper favorecidos” en la fiesta decembrina.

Quedaría por comparar, cómo se hacía para comunicarnos con nuestros seres queridos, familiares y amigos, antes y ahora en Navidad.

Antes, una llamada desde el referido “móvil bloque” podía satisfacer “el contacto” con algún pariente, por algunos  minutos, siempre sacando la cuenta de que “alcance para todos”.

La llamada podría realizarse también teléfono cantv local, una posibilidad que por muchos años, fue la establecida, antes de que el móvil digital emergiera y permitiera “caminar por toda la casa o la calle” haciendo alarde de alguna llamada nacional y hasta internacional que era toda “una novedad”.

Fue el inicio del “acercamiento virtual” al que tenemos en nuestros tiempos, con la irrupción de la computadora moderna, lejos del procesador cuadrado de las primeras computadoras, la Tablet y más cercanamente los propios celulares digitales modernos de alta gama.

Se pasó del mero contacto auditivo, al contacto visual-auditivo, en primera instancia y luego, la vuelta al “cara a cara” pero de índole digital, gracias a la tecnología de la internet, que permite reforzar la esencia de la aldea global que Marshall Mcluhan nos inspiró, parta darnos a conocer, como iba a ser la comunicación globalizada, cuyo axioma no fue erróneo sino parte de lo que hoy es la comunicación ampliada.

Rodrigo Malagón Forero

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