La Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) advirtió que la actividad industrial se redujo durante el primer trimestre de 2023 frente al mismo período del año pasado, según los resultados de la Encuesta de Coyuntura Industrial realizada trimestralmente.
Aunque la encuesta no ha sido publicada, el presidente de Conindustria, Luigi Pisella, adelantó que se produjo una caída anual por primera vez desde el rebote de la actividad económica que empezó a experimentar el país a finales de 2021.
El sector empresarial ya había advertido una desaceleración en el ritmo de la recuperación económica para el último trimestre de 2022. El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) estimó un crecimiento de 9,1% entre octubre y diciembre, que contrasta con el 18,6% registrado los tres primeros meses de ese año.
Ahora, a inicios de 2023, la desaceleración se convirtió directamente en una contracción, advirtió Pisella.
“Cerramos el último trimestre de 2022 con una desaceleración del crecimiento, pero en este primer trimestre sí hubo lo que podemos llamar un decrecimiento con respecto al mismo trimestre en 2022”, confesó el vocero de los industriales en una entrevista con Unión Radio.
De acuerdo con Pisella, varios factores han contribuido con la caída que registra el sector industrial, pero el principal está vinculado con la competencia desleal con productos importados y el contrabando, ambos denunciados por los productores nacionales desde hace al menos dos años.
Aranceles bajos de productos importados
Una porción importante de productos comercializados en el país no se produce en territorio nacional, sino que son importados desde el extranjero con facilidades para su ingreso y comercialización, en ocasiones quedando exentos de aranceles u otros impuestos, por lo que el precio de venta es más bajo que el de artículos nacionales.
Debido a la merma de la capacidad adquisitiva del venezolano, los ciudadanos prefieren comprar los productos importados, más económicos que los nacionales, y especialmente los contrabandeados, lo que acaba perjudicando la cadena productiva venezolana.
“Los productos importados todavía tienen algunas preferencias arancelarias y entran con ciertos beneficios. También tenemos los productos que entran de manera ilegal. Eso no deja nada al país”, subrayó.
Pese a que el sector ha elevado esta denuncia a las autoridades durante años, Pisella confiesa que los avances para detener el contrabando y acabar con la competencia desleal son tímidos. “Ahí no hemos avanzado mucho”, sostuvo.
Actualmente la industria opera, en promedio, a 40% de su capacidad instalada. Este porcentaje es mucho mejor que en 2019, cuando promediaba entre 18% y 20%. Sin embargo, en estos momentos es un techo para la industria porque no hay suficiente demanda de productos nacionales en el mercado venezolano.
“Trabajamos alrededor de 40% de la capacidad instalada, pero nuestro tope se da por el consumo y el poder adquisitivo de los venezolanos”, resaltó.
A pesar del resultado negativo de este trimestre, Pisella confía en que los resultados mejoren de cara al segundo semestre del año. Aclaró que en marzo se registró un atisbo de recuperación y en abril se ha evidenciado estabilidad, por lo que las perspectivas para los próximos meses son positivas.
“El decrecimiento ha venido cediendo. Enero y febrero fueron meses muy fuertes. En algunos sectores, como el farmacéutico y el alimenticio hubo recuperación en marzo. En abril hemos tanteado una tendencia de estabilidad. Prevemos que habrá un crecimiento en el segundo semestre del año y que vamos a terminar 2023 de manera positiva”, acotó.
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