Unos especialistas han realizado un hallazgo significativo en Colombia, Panamá y Perú: semillas de uva fósiles que datan de entre 60 y 19 millones de años. Este descubrimiento es la muestra del ejemplar más antiguo encontrado de una planta del grupo de las uvas en el hemisferio occidental.
La investigación, presentada recientemente en la revista Nature Plants, arroja luz sobre cómo se extendió la familia de las uvas después de la extinción de los dinosaurios.
La rareza de encontrar frutas conservadas como fósiles ha llevado a los científicos a estudiar las semillas, que tienen una mayor probabilidad de fosilización.
Impacto del asteroide
Los primeros fósiles de semillas de uva se descubrieron en la India y datan de hace 66 millones de años, concordando con el impacto de un gigante asteroide en la Tierra, un evento que provocó una gran extinción y alteró la vida del planeta.
Aunque se suele pensar en los dinosaurios como las principales víctimas, este hecho también tuvo un enorme impacto en las plantas.
Los investigadores sugieren que la desaparición de los dinosaurios pudo haber alterado los bosques. Los enormes animales, como los dinosaurios, influyen en los ecosistemas circundantes.
Sin la presencia de estos gigantes para derribar árboles, y un par de bosques tropicales, sumándose los de América del Sur, se convirtieron más densos, con capas de árboles que generan un sotobosque y un dosel arbóreo.
Dichos bosques crearon una oportunidad para las plantas trepadoras, como las uvas. En el registro fósil, se observa un aumento en las plantas que utilizan enredaderas para trepar a los árboles durante este período.
Además, la variación de aves y mamíferos en los años previos a la extinción masiva seguramente influyó en la dispersión de las semillas de uva.
Descubrimiento de las uvas
La paleobotánica Fabiany Herrera, autora principal del estudio, llevaba tiempo buscando la uva más antigua del hemisferio occidental.
Finalmente, en 2022, durante una expedición en los Andes colombianos, ella y su colega Mónica Carvalho encontraron un fósil de semilla de uva en una roca de 60 millones de años.
Identificaron estas semillas por su forma, tamaño y otras características morfológicas particulares. Mediante tomografías computarizadas, confirmaron su estructura interna y las denominaron ‘Lithouva susmanii’, en honor al paleobotánico Arthur T. Susman.
Este fósil no solo es el primer registro de uva fósil en América del Sur, sino también uno de los más antiguos del mundo. El descubrimiento proporciona una valiosa pieza del rompecabezas evolutivo de las uvas y su historia en el continente.
Pese a que los fósiles son parientes lejanos de las uvas originarias del hemisferio occidental, algunos, como los ejemplares de ‘Leea’, solo se hallan en el hemisferio oriental hoy en día. Su posición en el árbol genealógico sugiere un viaje evolutivo turbulento.
«El registro fósil nos indica que las uvas son un grupo resistente que ha enfrentado múltiples extinciones en la región de América Central y del Sur, pero también ha logrado adaptarse y sobrevivir en otras partes del mundo», afirma Herrera.
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