Bocas de visitas y cachimbos de las casas se encuentran colapsados desde hace muchos años. Foto: Níger Martínez

En la parroquia Unare, Puerto Ordaz, los sectores A y B de la comunidad Las Amazonas enfrentan una crisis sanitaria que se extiende por más de dos décadas. Desde hace muchos años, los vecinos señalan que el colapso del sistema de aguas servidas comenzó apenas unos meses después de que el barrio fue fundado y habitado.

Caminar por las calles empedradas del sector se vuelve casi imposible, sobre todo en temporadas de lluvia, cuando los caminos se transforman en lodazales. Las aguas negras inundan las arterias principales, afectando la salud y calidad de vida de los residentes.

Los intentos por resolver el problema con la llegada de un camión de vacío destinado a destapar las bocas de visita solo ofrecen soluciones temporales. Según los habitantes, luego de algunos días, las aguas negras continúan desbordándose, invadiendo calles y aceras, privando a los peatones de un tránsito seguro.

Calles de las manzanas 42 y 46 son las más afectadas. Por ejemplo, en la manzana 42, una boca de visita obstruida, ubicada junto a un local comercial, lleva más de 20 años generando molestias. El propietario del negocio asegura que apenas un par de meses después de habitar el lugar comenzó a sufrir las consecuencias del colapso.

Además, muchas calles han perdido su pavimentación original y ahora son caminos de tierra invadidos por maleza, pantanos y aguas putrefactas. Los malos olores son constantes, haciendo de esta situación un problema social y de salud pública.

Durante la cobertura periodística, un miembro del consejo comunal intentó impedir el trabajo con actitudes agresivas y amenazas hacia el periodista. Sin embargo, varios vecinos manifestaron su deseo urgente de denunciar y visibilizar el sufrimiento que soportan, que atribuyen a la desidia de ciertos dirigentes vecinales.

A escasos metros de la manzana 42, un centro de salud de la Misión Barrio Adentro fue reinaugurado recientemente por la alcaldía. No obstante, el entorno sigue dominado por aguas fecales y maleza, evidenciando la grave desconexión entre las obras oficiales y la realidad que viven los habitantes.

Calles de la manzana 42 se hallan inundadas de aguas negras, enfermedades y otras cosas perjudican a los vecinos

Viviendas se inundan

A pocos metros de la Misión Barrio Adentro, la inquietud crece entre los vecinos debido a las aguas negras que brotan de una de las bocas de visita y que han comenzado a socavar el asfalto.

Los residentes temen que, de un momento a otro, el pavimento ceda bajo sus pies, poniendo en riesgo la seguridad  de los niños y personas de la tercera edad.

La preocupación se intensifica especialmente con las lluvias, cuando el agua de los aguaceros se mezcla con las aguas residuales y se estanca en las calles por la falta de un sistema adecuado de alcantarillado.

Esto provoca que el caudal se represe y que incluso el agua contaminada ingrese a las viviendas, afectando gravemente la calidad de vida de las familias.

“No solo el olor es perjudicial, también las plagas, moscas y otros animales que se acercan. Los niños constantemente tienen gripe, con fiebres y diarrea, y creemos que esto se debe a las aguas estancadas y la proliferación de animales portadores de enfermedades,” señaló angustiada una madre de cuatro pequeños.

Luis Felipe Barrios, vecino con muchos años de residencia en el sector A, señala que tras largos años de sufrimiento no ha visto avances reales para solucionar la crisis sanitaria. “Son puras promesas y nada de acción,” afirmó con frustración.

María Ramos, miembro del Comité de Salud del Consejo Comunal, vive diariamente la difícil realidad de convivir con aguas residuales que brotan de uno de los cachimbos colapsados de una vivienda cercana.

Ella es responsable del cuidado de un grupo de adultos mayores en el sector, y relata que en su calle habitan siete personas de la tercera edad y que un aproximado de 149 adultos mayores reside en la comunidad, muchos de ellos con problemas respiratorios y otras dolencias que se agravan por las condiciones insalubres del entorno.

La situación sanitaria en Las Amazonas refleja una urgente necesidad de atención integral para evitar que la crisis siga afectando la salud y la seguridad de sus habitantes, especialmente los más vulnerables como los niños y los ancianos.

Rehabilitaron la sede de Misión Barrio Adentro, mientras que los alrededores se encuentra lleno de maleza y aguas negras

Desmalezando

Algunos vecinos han asumido con sus propios recursos la tarea de mantener limpias las calles. Equipados con una máquina para cortar monte, que alquilan a terceros, y pagando incluso la gasolina necesaria, intentan despejar el matorral que crece en las vías. Sin embargo, el alto costo del combustible limita su labor, impidiéndoles avanzar más allá en el mantenimiento de la zona.

Sosimo Cedeño, propietario de un negocio local, explicó que el verdadero problema de fondo es mucho más grave y tiene años sin solución. Cuenta que las tuberías de aguas servidas están fracturadas, lo que provoca la constante filtración y desbordamiento de aguas negras por las bocas de visita.

Según Cedeño, la única solución definitiva es una obra mayor que es abrir la calle para sacar y cambiar las tuberías dañadas.

“No hay vuelta atrás, hay que hacer una inversión fuerte y la alcaldía parece no estar dispuesta a asumirla,” señaló con preocupación. Este diagnóstico coincide con la opinión generalizada en la comunidad, que clama por una acción integral y estructural para detener la crisis sanitaria que afecta su día a día.

Los vecinos aguardan que las nuevas autoridades de la gobernación del estado Bolívar y la alcaldía de Caroní visiten el sector, escuchen sus demandas y tomen medidas concretas para ventilar y atender el problema que tanto los perjudica.

La comunidad de Las Amazonas no solo espera reparaciones técnicas; también exige atención a la problemática social y ambiental que ha generado el colapso del sistema de drenaje, y que deteriora la calidad de vida de todos sus habitantes. La urgencia es clara y la esperanza está en que sus reclamos se traduzcan en soluciones reales.

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