Bruselas.- Resucitan muertos, se inventan periodistas, fabrican ONGs, falsean medios de comunicación y presentan las opiniones de eurodiputados de ultraderecha como posturas oficiales de la Unión Europea. Todo para promover y legitimar los intereses de India en detrimento de Pakistán y China.

Así funciona, a grandes rasgos, una vasta y compleja red de desinformación global que lleva operando al menos 15 años y que, principalmente, distorsiona la imagen de la Unión Europea (UE) para influir en la opinión pública india y orbita alrededor de las Naciones Unidas con fines propagandísticos.

El colosal entramado, que ha destapado la plataforma independiente EU Disinfo Lab, se extiende por 116 países a través de más de 500 falsos medios de comunicación, de una decena de organizaciones no gubernamentales y de «think-tanks» con sedes en Bélgica, Suiza o Estados Unidos y que, en última instancia, están ligados al grupo empresarial Srivastava, con sede en Nueva Delhi.

«Nuestra investigación detalla cómo las actividades de un ecosistema de falsas ONG zombis y de falsos Medios especializados pueden ser reelaboradas, distorsionadas y amplificadas por gente malintencionada para influir o desinformar globalmente, utilizando vacíos legales en instituciones internacionales y motores de búsqueda en línea», explica a Efe el director de EU DisinfoLab, Alexandre Alaphilippe.

ANTECEDENTES

La investigación dada a conocer este miércoles parte de un hallazgo previo en 2019. El Servicio de Acción Exterior de la Comisión Europea alertó entonces sobre una web denominada EP Today que aparentaba ser una publicación legítima del Parlamento Europeo, pero que se dedicaba a volcar contenidos de medios propagandísticos de Moscú mezclados con información de la propia Eurocámara.

Esa pista propició que EU DisinfoLab acabara dando con una primera red propagandística de 265 falsos sitios de información radicados en 65 países, entre ellos España, Argentina, Chile o Venezuela.

Utilizaban nombres como Times of Geneva o New York Journal American, Times of Los Angeles, Times of Bern o Times of Madrid y, contra pronóstico, no respondían a intereses rusos sino que estaban destinados a favorecer los intereses geopolíticos de India sobre Pakistán.

Esas webs estaban a su vez relacionadas con opacas ONGs y se apoyaban en eurodiputados de extrema derecha para favorecer el discurso de India en Bruselas y en el resto del mundo.

Llegaron a sufragar un viaje a Cachemira, región dividida entre India, China y Pakistán y habitual foco de tensiones geopolíticas, en el que participó el eurodiputado español de VOX Hermann Tertsch, entre otros ultranacionalistas de Polonia, Francia o Alemania.

Tirando del hilo durante un año, ahora han descubierto que aquello era sólo la punta del iceberg de una red que opera al menos desde 2005 y cuyos tentáculos y persistencia la convierten en «la mayor vista en suelo europeo», resume Alaphilippe.

MODUS OPERANDI

En este último año, EP Today ha mutado a EU Chronicle, una plataforma en la que habitualmente firman columnas de opinión una decena de europarlamentarios de extrema derecha de Francia Polonia, Italia o Bulgaria. Sus opiniones terminan después reflejadas en medios indios como posiciones de la UE o de sus instituciones.

«El Parlamento Europeo respalda los ataques quirúrgicos del Ejército indio contra la Cachemira ocupada», titulaba en 2016 The Economic Times, una cabecera legítima del mayor conglomerado mediático de India, The Times Group, que basaba la información exclusivamente en la opinión del eurodiputado ultranacionalista polaco Ryszard Czarnecki.

Este fenómeno se ve favorecido por la amplificación que proporcionan la agencia de noticia india ANI (Asian News International) y Big News Network, un conglomerado del que penden 450 dudosos medios de comunicación que ofrece distribuir y publicar informaciones patrocinadas enmascaradas como contenidos noticiosos.

La red se extiende por todo el mundo con «oscuras compañías» registradas en Canadá, falsos medios de comunicación en el sudeste asiático o publicaciones en urdu, una lengua que hablan unos cien millones de personas en India y Pakistán.

Pero además de falsear la imagen de la UE, el entramado intenta influir en las propias instituciones comunitarias y en la ONU.

Para ello crean plataformas y centros de pensamiento en Bruselas, utilizando oficinas virtuales generadas por empresas como Regus, que después emplean para convocar manifestaciones o crear grupos informales de apoyo en la Eurocámara.

También resucitan extintas ONGs acreditadas ante la ONU con objetivos tan variopintos como fomentar la paz, defender el medioambiente o impulsar el consumo de comida en conserva. Es el caso de Comité Internacional Permanente de Enlatadores, una antigua plataforma sobre la industria cárnica reconvertida en un altavoz que promueve los intereses de India y critica a Pakistán.

RESUCITAR A UN MUERTO

Entre las anomalías del conglomerado, que se inventa periodistas y utiliza identidades de profesionales con los que no tiene relación, el informe de 89 páginas destaca el uso fraudulento de la figura de Louis B. Sohn, considerado uno de los «abuelos» del Derecho internacional en Estados Unidos.

La red «resucitó» una ONG con sede en Estados Unidos llamada Comisión para Estudiar la Organización de la Paz (CSOP), fundada por el profesor en los años setenta y vuelta a la vida en 2005 por la red pro-india.

Más sorprendente aún es que, pese a haber fallecido en 2006, a los 92 años, entre los contenidos diseminados por la red de desinformación figuraba el profesor como asistente a una supuesta reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2007 y como participante en un evento organizado en Washington DC en 2011 por el foro «Amigos de Gilgit-Baltistan», territorio administrado por Pakistán que la India reclama.

¿QUIÉN CONTROLA LA RED?

Al igual que en 2019, al menos diez ONGs de la red están directamente relacionadas con el grupo empresarial de la familia Srivastava. Desde EU DisinfoLab evitan acusar directamente al conglomerado de trabajar para el Estado indio, al carecer de evidencias sólidas. Pero sí aportan indicios.

Destacan que la firma Aglaya, propiedad de Ankur Srivastava, una empresa que ofrece herramientas y servicios de piratería, espionaje y «guerra de información», tiene como cliente a los servicios secretos de India, según acreditan medios como Forbes, Vice o Wired.

Mientras que en el debate político sobre cómo regular la desinformación prima el escrutinio de las redes sociales, la investigación sobre la red india se basa en gran medida en el análisis de sitios web y sus nombres de dominio.

Lo que los autores piden a los legisladores es que, más allá de Twitter o Facebook, también tengan en cuenta esa otra pata «fundamental» de la profesionalización de las «fake news» y la propaganda: las páginas web.

Javier Albisu EFE

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