Yangon (Birmania).- El Ejército de Birmania (Myanmar) apagó este sábado los rumores de golpe de Estado militar que circulan en los últimos días con un comunicado en el que afirma que «debe obedecer la Constitución» y garantizó su compromiso para defenderla.
«Dado que el Tatmadaw (nombre del Ejército birmano) es una asociación armada, debe obedecer la Constitución. Nuestros soldados deben obedecer y respetar la Constitución más que otras leyes existentes», indicó el estamento militar en un comunicado difundido en las redes sociales.
De esta forma, el Ejército sofocó los rumores de golpe que se han ido intensificando desde que el pasado martes el portavoz militar Zaw Min Tun se negara a descartar la toma del poder por parte del Ejército tras denunciar supuestas irregularidades en las elecciones legislativas del pasado 8 de noviembre.
El miércoles, el jefe del Ejército, Min Aung Hlaing, señaló en un discurso ante el personal castrense que se debería abolir la Constitución si esta no se cumple, lo que había sido interpretado como una amenaza velada en un país que estuvo sometido a una dictadura militar entre 1962 y 2011, cuando se inició la transición hacia la democracia.
El comunicado del Ejército aludió a estas declaraciones, criticando que algunas organizaciones y medios las malinterpretaron al transcribirlas «según su propia definición y sin respeto».
GOLPE INMIMENTE DESCARTADO
Richard Horsey, un analista político residente en Birmania, indicó en su cuenta de Twitter que un golpe inminente parecía descartado después de este movimiento.
«Parece que los militares de Birmania han retrocedido en su amenaza de golpe y van a «seguir la Constitución». Cómo interpretarlo y qué significa para la estabilidad de ahora en adelante depende de detalles entre bastidores que todavía no están claros», afirmó.
La Comisión Electoral ha negado el fraude electoral en los comicios de noviembre, ganados con una mayoría aplastante por la Liga Nacional para la Democracia (NLD, siglas en inglés), liderada por Aung San Suu Kyi, al conseguir el 83 por ciento de los 476 asientos del Legislativo.
TENSIÓN CALLEJERA
El comunicado castrense, sin embargo, no apaciguó la tensión que vive estos días el país, en especial Yangon, la ciudad más poblada, donde este sábado tuvieron lugar protestas favorables a un golpe de mano militar y algunos enfrentamientos menores de los manifestantes con partidarios de Suu Kyi, sin heridos ni arrestos por el momento.
Los rumores golpistas se habían disparado este viernes, cuando varios tanques aparecieron en una calle cercana al aeropuerto de Yangon, la ciudad más importante, y en otra calle céntrica, un hecho inédito desde que en 1988 el Ejército reprimió unas protestas prodemocráticas.
Ese mismo día, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó su «gran preocupación» por un posible golpe militar.
La Delegación de la Unión Europea (UE) y varias embajadas, incluida la británica, estadounidense, australiana y de varios países europeos, también rechazaron «cualquier intento» de alterar los resultados electorales o «impedir» la transición democrática.
INFLUENCIA POLÍTICA DE LOS MILITARES
Las supuestas irregularidades fueron denunciadas en primer lugar por el Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión (USDP), la antigua formación gubernamental creada por la anterior junta militar antes de disolverse.
El USDP fue el gran perdedor de las elecciones, al lograr solo 33 escaños, y se ha negado a aceptar los resultados, llegando a pedir que se celebren nuevos comicios organizados por el Ejército.
Los militares, que redactaron la actual Constitución en un plan de ruta para lograr una «democracia disciplinada», cuentan con grandes poderes en el país, ya que ostentan el 25 por ciento de los escaños del Parlamento y los influyentes Ministerios del Interior, Fronteras y Defensa.
La victoria electoral de Suu Kyi demostró su gran popularidad en Birmania, a pesar de su mala reputación internacional por las políticas contra la minoría rohinyá, a la que gran parte se le niega la ciudadanía y el voto, entre otros derechos.
EFE
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