Esposa
Decenas de hombre abusaban de esta mujer en Francia. Foto: Elonce

En un caso que ha conmocionado a Francia, Dominique Pélicot, de 70 años, enfrenta un juicio por haber drogado a su esposa, Gisèle, durante casi una década para que decenas de hombres la violaran en su propio hogar. La investigación, que ha durado cuatro años, ha revelado un escalofriante entramado de violencia sexual, manipulación y perversión.

Gisèle Pélicot, de 71 años, fue sometida a un calvario de nueve años. Su esposo, un hombre aparentemente normal, la drogaba sistemáticamente para que perdiera el conocimiento y, posteriormente, la ofrecía a decenas de hombres a cambio de dinero. Las violaciones, que se estima ocurrieron al menos 200 veces al año, eran filmadas y fotografiadas por Dominique Pélicot, quien guardaba meticulosamente un registro de sus clientes.

El hallazgo 

Las autoridades encontraron en la computadora del esposo una carpeta denominada «Abusos», que contenía subcarpetas con los nombres y datos de cada uno de los violadores. Entre ellos se encontraban «Chris el bombero», «David el black» y «Gastón el chuleta», entre otros. Este macabro archivo fue la principal evidencia para inculpar a Dominique Pélicot y permitió identificar a decenas de agresores.

La investigación, llevada a cabo por el Servicio Regional de Policía Judicial de Aviñón, ha sido compleja y laboriosa. Los agentes han tenido que analizar miles de fotografías y vídeos, así como rastrear los movimientos de numerosos sospechosos. A pesar de los esfuerzos de la policía, aún quedan unos 30 violadores sin identificar.

Un juicio que destapa la realidad

Durante el juicio, se ha revelado que los agresores eran hombres de todas las edades y profesiones, aparentemente «normales» que frecuentaban el hogar de los Pélicot. Los testimonios de los vecinos han dejado en shock a la comunidad, al conocer la verdadera naturaleza de los hechos que ocurrían detrás de las paredes de esa casa.

Gisèle Pélicot, que no recuerda nada de lo ocurrido debido a la droga, asiste al juicio con el rostro parcialmente cubierto. Acompañada por su hija, Carolina, ha decidido enfrentar a sus agresores y a la sociedad. «Esos hombres pudieron usar mi cuerpo inconsciente, ahora que enfrenten la realidad», afirmó Gisèle.

Gisèle Pélicot, que ha contraído varias enfermedades de transmisión sexual como resultado de las violaciones, enfrenta ahora la difícil tarea de reconstruir su vida, mientras la justicia sigue su curso. Sin embargo, su lucha representa una voz poderosa en contra del silencio y la complicidad que a menudo rodean a las víctimas de abuso sexual.

 

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