«En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, así conocerán el gozo completo. Hasta ahora los he instruido por medio de comparaciones. Pero está llegando la hora en que ya no los instruiré con comparaciones, sino que les hablaré claramente del Padre. Ese día ustedes pedirán en mi Nombre, y no será necesario que yo los recomiende ante el Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me aman a mí y creen que salí de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre.»
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a Nuestra Madre del Cielo bajo la Advocación de Nuestra Señora de la Luz. Su origen más remoto, lo encontramos en España hacia el siglo XVI, en los años de 1550. En el año 1732, una imagen suya fue traída al continente americano por los jesuitas y fueron ellos quienes difundieron su culto por toda América. Y es aclamada como Patrona por la Feligresía de Caicara del Orinoco, después de su aparición en Quebrada la Francesa, el 28 de mayo del año 1870. Felicitaciones a todos mis paisanos del país de la COROBA.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Juan, capítulo 16, verso 23b al verso 28, en el que, se revela una de las más importantes síntesis del Ministerio de JESÚS: «Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre». Esta síntesis presenta el dinamismo en la cual se fundamenta la Vida y Misión de JESÚS de Nazaret: del PADRE al mundo y del mundo al PADRE. Es decir: ENCARNACIÓN por un lado y PASIÓN-RESURRECCIÓN-ASCENSIÓN, por el otro.
Por eso es que el Evangelista Juan nos aclara que la tarea concreta de todos los discípulos es lograr entender ese dinamismo, «de venida y vuelta al PADRE». Por lo que hay que entender que la Fuente de la Vida, del AMOR y de la Salvación es DIOS, y en el momento que se llega a entender esta Realidad no será necesario que el Maestro siga hablando por medio de Parábolas, sino que se hablará directamente del PADRE, ya que, si lo conocemos, creeremos firmemente en Él. Teniendo en cuenta que dicha confianza en el AMOR de DIOS, se logra Gracias al convencimiento pleno que tengamos de que JESÚS es el Camino que Conduce a la Vida Plena.
El Evangelista también nos ayuda a entender la expresión: «ustedes pedirán en mi Nombre». Ya que nombre en el sentido bíblico, es la fuerza que irradiará de CRISTO RESUCITADO, es el Nombre y el Poder Divino que Él comparte con el PADRE. Ya que, si se tiene un conocimiento espiritual de JESÚS, los creyentes sabremos lo que tenemos que pedirle, y Él se lo dará. De igual manera sabrán lo que DIOS no complacerá: sus caprichos, ni sus malos deseos hacia sus semejantes, por lo cual ni lo desearán ni lo pedirán.
Al confrontarnos con el texto, vemos que JESÚS inaugura los Tiempos de Comunión y Comunicación directa de Sus discípulos con el PADRE, que está precedido por la Unión en el AMOR del PADRE y del HIJO. Por lo que, solo es necesario que los discípulos reconozcamos que JESÚS es el Enviado del PADRE y ese reconocimiento debe de llevarnos a configurarnos con Él, para actuar con mucho AMOR hacia nuestros semejantes tal como Él lo hizo.
Si actuamos así estaremos entrando en la dinámica del AMOR del PADRE y del HIJO, y podremos hacer lo que JESÚS confiadamente nos exhorta: «Pedirle todo al PADRE en Su Nombre». Porque Él Sabe que el PADRE no va a defraudar Sus Expectativas, siempre y cuando estas peticiones estén orientadas a hacer el bien, al logro de las necesidades existenciales y a la búsqueda de la Paz y la Justicia en todas las sociedades humanas.
Por eso es que, ese «todo» al que se refiere JESÚS, no significa cualquier cosa, antojos, caprichos personales, o realidades banales, sino más bien, todo lo que es necesario para la instauración del Reino de DIOS, que nace primero en el corazón del discípulo y luego se expande hacia toda la comunidad, y así poder hacer realidad la «civilización del AMOR», tan necesaria en estos tiempos tan convulsionados que vive la humanidad.
Señor JESÚS, por Ti sabemos que el AMOR gratuito del PADRE se derrama y vivifica a todos los que asumimos Tu Mandamiento de Amor. Por eso es que una vez más queremos pedirte la Fuerza de Tú Espíritu, que nos permita permanecer fieles a Tú Proyecto de Paz, de Justicia y de solidaridad. Amén.
Luis Perdomo
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