«El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro.
Asomándose, vio los lienzos tumbados en el suelo, pero no entró. Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados. El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él «debía» resucitar de entre los muertos!».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy el Domingo de la Resurrección de Nuestro SEÑOR JESUCRISTO, que es la Solemnidad de las Solemnidades. Y es la celebración de nuestra Pascua. Que, a diferencia de los judíos, que celebran su Pascua para conmemorar dos acontecimientos vitales de su historia: la liberación de la esclavitud de Egipto y la posesión de la tierra Prometida. Los cristianos celebramos en la PASCUA, Nuestra fiesta más importante que es la RESURRECCIÓN de JESÚS. Porque tal como lo dice Pablo: «Si CRISTO no ha Resucitado es vana nuestra predicación y es vana nuestra FE» (1Cor 15,14).
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 20, del verso 1 al verso 9, en el que se presenta la Resurrección a través de los signos del Resucitado y de los diversos encuentros de CRISTO con Sus discípulos. Por eso la narrativa se inicia diciendo que «el primer día de la semana, cuando todavía estaba oscuro». La oscuridad representa el nivel de Fe de María Magdalena, que a su vez representa a la comunidad cristiana, ya que el amor a JESÚS, se mantenía, pero la Fe se había perdido, porque todos pensaban que con la muerte de JESÚS se había acabado todo.
Será necesario el encuentro personal con el SEÑOR RESUCITADO y el DON del Espíritu, para llegar a la nueva compresión de la Escritura y a la Plenitud de la FE Pascual. Es lo que vivieron Pedro y el otro discípulo, que van corriendo al sepulcro, pero cada uno vive de manera particular, su crecimiento y su experiencia de la Fe que estaban bloqueada por el dolor y la desesperanza, comienzan abrirse con los Signos que el SEÑOR les presenta. Comienzan a Creer. Se abren a la Fe, ya que hasta entonces «no habían entendido todavía la Escritura: ¡Él «debía» Resucitar de entre los muertos!».
Al confrontarnos con el texto, vemos que al igual que los primeros discípulos, la Fe de muchos cristianos de hoy, permanece a oscuras, no porque dudemos de la Resurrección de JESÚS, sino porque no leemos la Sagrada Escritura, y no podemos entender a plenitud el Misterio de Su Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección. Lo que no nos permite tener un auténtico compromiso de vida, en un mundo que necesita de testigos del Resucitado que hagan realidad el Reino de DIOS, en medio de tanta tribulación y desesperanza.
Por eso es que hay que profundizar el conocimiento de la Sagrada Escritura y tener en cuenta esta enseñanza de hoy, de que la Pascua cristiana comienza con un caminar hacia el sepulcro, cuando todavía está oscuro, que podemos cotejarla con las palabras del Papa Francisco, de «que con la Resurrección de JESÚS los cristianos conquistan el derecho fundamental de una «esperanza nueva, viva, que viene de DIOS».
Palabras oportunas, para esta situación que nos ha correspondido vivir en que muchas esperanzas se desvanecen, pero que con esa «esperanza nueva, viva, que viene de DIOS», podemos iniciar la vivencia de nuestra PASCUA, pidiéndole a DIOS que convierta nuestra FE en «la estrella matutina», que prometió a los vencedores de la comunidad de Tiatira (Ap. 2,28). Una estrella que ilumine, todos estos momentos de oscuridad, y que nos permita fortalecer la esperanza, para tener bien presente: «que cuando la noche está más oscura, es porque más cerca está el nuevo amanecer».
Señor JESÚS, ayúdanos a entender que el Misterio de Tu Resurrección no es un hecho lejano, sino que es perenne y actual y nos permite conquistar el derecho fundamental de tener una «esperanza nueva, viva, que viene de DIOS», para enfrentar nuestros miedos y desesperanzas. ¡ALELUYA, ALELUYA HA RESUCITADO!
Luis Perdomo
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