Evangelio del Día. Lucas 13,1-9

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«En una ocasión, algunos le contaron a Jesús una matanza de galileos. Pilato los había hecho matar en el Templo, mezclando su sangre con la sangre de sus sacrificios. Jesús les replicó: «¿Creen ustedes que esos galileos eran más pecadores que los demás porque corrieron semejante suerte? Yo les digo que no. Y si ustedes no renuncian a sus caminos, perecerán del mismo modo. Y aquellas dieciocho personas que quedaron aplastadas cuando la torre de Siloé se derrumbó, ¿creen ustedes que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Yo les aseguro que no.

Y si ustedes no renuncian a sus caminos, todos perecerán de igual modo.» Jesús continuó con esta comparación: «Un hombre tenía una higuera que crecía en medio de su viña. Fue a buscar higos, pero no los halló. Dijo entonces al viñador: «Mira, hace tres años que vengo a buscar higos a esta higuera, pero nunca encuentro nada. Córtala. ¿Para qué está consumiendo la tierra inútilmente?» El viñador contestó: «Señor, déjala un año más y mientras tanto cavaré alrededor y le echaré abono. Puede ser que así dé fruto en adelante y, si no, la cortas.»  

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

En este Tercer Domingo del Tiempo de Cuaresma la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos en honor a San Juan Nepomuceno, quien nació en Bohemia, Checoslovaquia, entre los años 1340-1350, en un pueblo llamado Nopomuc, de ahí el sobrenombre Nepomuceno. Murió en Praga el 20 de marzo de 1393, Fue considerado patrono de los confesores, porque prefirió morir antes que revelar los secretos de la confesión. En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río, se conserva una imagen de este gran santo, y muchas personas, al pasar por allí le rezan devotamente. En 1729, el papa Benedicto XIII lo canonizó como Juan Nepomuceno.

 Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 13, del verso 1 al verso 9. En el que al igual que otros episodios anteriores, el evangelista nos presenta un planteamiento hecho por alguien de la comunidad, buscando respuestas y el Maestro aprovecha para darle una enseñanza en torno a Su Misión. El planteamiento del problema gira en torno a un motín de los galileos en el patio del Templo y la intervención inmediata de la guardia romana apostada en la fortaleza vecina, acción que generó dos sacrilegios, el primero está en la violación hecha por los romanos, de los espacios sagrados del Templo, lugar estrictamente reservado a los judíos, y el segundo es el derramamiento de sangre en el lugar santo.

 Muy oportuno es señalar que, en la mentalidad judía, rondaba una creencia de que la gente que moría por un accidente o por un enfrentamiento, tal como lo describe el planteamiento señalado, le sucedía esto porque eran pecadores. JESÚS, hace hincapié, que tanto los que habían muerto en la situación que le estaban planteando, como los que habían muerto en el derrumbe de la torre de Siloé, no eran por pecadores, sino por un hecho fortuito. Con esta respuesta les dice que ellos estaban haciendo una interpretación religiosa equivocada de los hechos y los invita a cambiar de actitud frente a la conducta de los demás.

Por eso es duro con ese sector de la población que se cría bueno y libre de pecado, a los cuales les dice que la bondad y la rectitud no se consiguen señalando y acusando a las demás personas de pecadoras, sino reconociendo humildemente las propias limitaciones y las grandes debilidades para asumir integralmente el compromiso de vivir de acuerdo a los designios de DIOS. Por lo que hay que hacer una conversión de cuerpo y alma, para poner a producir al ciento por ciento, los dones regalados por El CREADOR, en favor de la Justicia y la Paz que tanto necesita la humanidad.

 Y una vez que les da esta estremecida, el Maestro aprovecha para compartirles la parábola de la higuera que no da fruto y a la cual el cuidador le da otra oportunidad de tres años para ver si con sus cuidados y sus riegos comienza a dar frutos. Esta parábola de la higuera, es interpretada de manera alegórica por los expertos bíblicos, que relacionan a la higuera con el pueblo de Israel al cual se le da una nueva oportunidad, por lo que JESÚS, parece recordarles lo dicho por el profeta Oseas: «Yo soy como el ciprés, siempre verde, y de mí procede tu fruto» (Os 14,9b).

 Al confrontarnos con el texto, vemos que la enseñanza dada por el Maestro en la parábola de la higuera, a unos destinatarios desconocidos, que puede ser cualquiera de nosotros, y por eso podemos decir que esa higuera que no da frutos se asemeja mucho al tipo de vida que hemos asumido la mayoría de los seguidores de JESÚS. Ya que la semilla sembrada por DIOS en nuestros corazones, hay que regarla, abonarla y ponerla a producir frutos de solidaridad y de servicio, de lo contrario nuestras vidas se irán marchitando por falta de respuestas y acciones positivas hacia DIOS y hacia nuestros semejantes.

 Pero como la Misericordia de DIOS es superior a nuestros odios, egoísmos, perezas, e indiferencias, nos da siempre un tiempo de Gracia, una oportunidad para rectificar el camino. Oportunidad que en el texto de hoy está simbolizada en la acción de cavar y abonar la tierra. Y es que el cavar y abonar están íntimamente relacionadas con el proceso de nuestra Conversión, nuestra Metanoia, para acoger la Voluntad de DIOS y enderezar el camino de nuestras vidas. Por eso es que hoy es el día para preguntarnos: ¿Estoy dando fruto de acuerdo a la voluntad de DIOS, o asumo humildemente que necesito ese tiempo de Gracia para poder enmendar mi vida?

 Señor JESÚS, danos la sabiduría necesaria para entender que el dolor y la muerte no son un castigo Divino, sino la consecuencia de nuestra limitación humana, por lo que tenemos que Configurarnos Contigo para asumir con entereza y con Solidaridad militante cada uno de esos momentos. Amén.

 

Luis Perdomo

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