“En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, pueblo de Galilea. Enseñaba a la gente en las reuniones de los sábados, y su enseñanza hacía gran impacto sobre la gente, porque hablaba con autoridad. Se hallaba en la sinagoga un hombre endemoniado, y empezó a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: Tú eres el Santo de Dios.» Jesús amenazó al demonio, ordenándole: «Cállate y sal de ese hombre.» El demonio lo arrojó al suelo, pero luego salió de él sin hacerle daño alguno. La gente quedó aterrada y se decían unos a otros: «¿Qué significa esto? ¿Con qué autoridad y poder mandar a los demonios? ¡Y miren cómo se van!» Con esto, la fama de Jesús se propagaba por todos los alrededores”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Ramón Nonato. Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Nació en Cataluña, España, en 1204 y murió el año 1240. Apenas tenía 36 años. A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas capítulo 4, verso 31 al verso 37. En el que se nos presenta una «jornada normal», en la vida diaria de JESÚS. En contraste con lo sucedido en Nazaret, que leímos en el relato de ayer, en el texto de hoy, JESÚS, desarrolla una predicación exitosa y su enseñanza se ve confirmada con las obras que realiza, ya que, a través de sus Palabras y de sus actos se manifiesta una fuerza Espiritual que impresiona a todos los presentes.
El Maestro va a la Sinagoga, que es la casa de oración de los judíos. En ella se reúnen el sábado para el canto de los Salmos y la lectura de la Sagrada Escritura. El responsable predica o invita a otras personas a que tomen la palabra. Y ésta es la ocasión en que JESÚS se da a conocer. No enseña a la manera de los maestros de la ley, los cuales repiten, interpretan, dan su opinión apoyándose en la de otros. JESÚS habla con autoridad: «En verdad, les digo…»
Con la misma autoridad JESÚS echa a los demonios, que es una señal con la cual el Maestro nos revela que ha venido para liberarnos de la influencia del demonio, que trata de destruir en el hombre la imagen de DIOS. Y es que lamentablemente, el «gobernador de este mundo» (Jn 14,30) está presente en todo el desarrollo de la historia y en todos los niveles de la actividad humana para pervertir las cosas buenas y para hacer que cualquier progreso se convierta en una esclavitud.
Al confrontarnos con el texto vemos que, así como en la época en que JESÚS, vivió su vida terrena había personas poseídas por el demonio, también las hay en nuestros tiempos. Pero esta posesión física no es la actividad más común del demonio, ya que, el actúa, a nivel de la vida moral y esto es mucho más peligroso, porque comenzamos a ver tantas cosas malas como buenas o normales. Y es que, el triunfo del demonio consiste en pasar ignorado. bajo la máscara de un «ángel de luz» (2Cor 11,14), que nos vuelve ciegos a la Verdad, tal como lo dice la segunda carta a los Corintios.
Y ojalá tuviéramos la suficiente humildad para entender esto, ya que nos evitaríamos tantos tropiezos y tantos fracasos, al saber que alguien, mucho más inteligente que nosotros y que tiene el brazo mucho más largo, dirige a nuestras espaldas asuntos que creíamos dominar. Porque el demonio ve con anticipación quiénes son los que pueden debilitar su imperio y, apenas empiezan a manifestarse, despierta contra ellos a los malos, a los mediocres, a los envidiosos e incluso a muchos que consideramos muy cercanos, para hacernos sucumbir ante sus tentaciones o seducciones.
Por eso es que, la sanación y liberación de este endemoniado, no es solo la manifestación de acogida al disfrute de los Valores de Reino de DIOS, sino que es también un signo profético, que nos compromete en nuestra Misión de Anunciar el Evangelio y hacerle frente a los poderes fácticos del mal, fortaleciendo la posición de la Iglesia en la lucha por la defensa de la vida, en contra de los que apoyan el aborto. Defensa de la familia, en contra de aquellas uniones contra natura que se pretenden presentar como un modelo ideal. Defensa de la dignidad de las personas y de los derechos naturales y existenciales, para ir en contra de todo subyugamiento, ya sea político, religioso, económico o social
Señor JESÚS, danos las fuerzas y el discernimiento necesario para poder hacerles frente a los poderes del mal terrenal y espiritual, que se ha instaurado en el mundo para torpedear Tú proyecto de Vida, de Amor y de Justicia y con Tu Protección podamos decirle al mundo que el mal no tiene la última palabra. Amén.
Luis Perdomo
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