“En aquel tiempo Jesús iba recorriendo ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres, a las que había curado de espíritus malos o de enfermedades: María, por sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de un administrador de Herodes, llamado Cuza; Susana, y varias otras que los atendían con sus propios recursos”.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a los Santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo. Juntos son celebrados en esta memoria por el orbe cristiano, porque ambos testimoniaron, en días de persecución, su amor por la verdad indefectible ante Dios y el mundo. Sus memorias aparecen unidas en los antiguos libros litúrgicos de Roma desde mediados del siglo IV. Su historia, en efecto, se entrelazan, aunque sobresale más la imagen del gran obispo africano.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas, capítulo 8, del verso 1 al verso 3. En breve texto que se nos hace un resumen de la actividad misionera de JESÚS, y se presenta a los seguidores del Maestro, tanto a las mujeres como a los hombres, como un equipo de trabajo itinerante que va recorriendo pueblos y ciudades, proclamando la llegada del Reino de DIOS. El equipo estaba conformado por los Doce y muchas mujeres que se fueron añadiendo a lo largo de la predicación.
Es de hacer notar que, en la memoria del ministerio de JESÚS, comúnmente se hace mención exclusiva de los apóstoles, hombres, llamados por Él, y ellos lo siguieron. Esta es la única vez en los Evangelios que las mujeres son mencionadas entre el grupo selecto de los discípulos de JESÚS. Entre ellas llama la atención la presencia de Juana, mujer de un alto funcionario de Herodes, lo cual muestra la osadía de la mujer. Y también se destaca la presencia de María Magdalena, que al igual que en la Resurrección, aparece de primero, no solo de la lista de las mujeres, sino también de los discípulos en general.
También es importante destacar que cuando se dice que estas mujeres habían sido sanadas de enfermedades y liberadas de demonios, nos da a entender las diversas formas de exclusión de la ideología del judaísmo impuesta a las mujeres, es decir, que habían sufrido las consecuencias de la exclusión social y de género. Ya que estas mujeres, y particularmente Magdalena, fueron liberadas de su exclusión social por JESÚS, e integradas a la vida de la comunidad. Seguían a JESÚS y asumieron el compromiso del Anuncio del Evangelio sirviendo en las tareas domésticas y con el contacto casa por casa, porque tal como lo vemos hoy día pareciera que a las mujeres se les hace más fácil entrar en una casa y abrir una nueva relación de amistad. Pareciera que las mujeres entendieron, primero que los hombres, lo que significa el Servicio y la Comunión, para la propagación del Reino de los Cielos.
Al confrontarnos con el texto y ver que, alrededor de JESÚS, se reúnen discípulos y discípulas para conformar un equipo Misionero donde cada uno aporta sus dones y sus bienes. Y en el que, las mujeres jugaron un papel muy importante en la propagación de las Buenas Nuevas de JESÚS y en la consolidación de la Iglesia Primitiva, ya que pasaron de ser marginadas a protagonistas en igualdad de condiciones que los hombres. Por lo que puede decirse que el cristianismo fue pionero en el surgimiento de una nueva relación entre hombres y mujeres, que se caracteriza por la libertad, la solidaridad y el servicio.
Y en esa novedad, se destaca el papel de las mujeres que fue y sigue siendo fundamental en el cumplimiento del mandato de Nuestro Señor, de llevar y hacer discípulos “hasta los confines de la tierra”. Por eso es que, en la comunidad de JESÚS, no debe existir diferencias de personas, ni de sexo, solo existe diversidad de funciones. Y aun cuando hay sus excepciones, esa realidad de los primeros tiempos de nuestra Iglesia sigue presentándose hoy día en la mayoría de nuestras comunidades cristianas, ya que todos los espacios de nuestros movimientos y estructuras están copados por la acción decidida y preponderante de las mujeres.
Por eso hoy es el día para preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo yo para lograr tener una Iglesia cohesionada, donde todos nos respetemos y nos queramos, sin diferencias de sexo, de raza o clase social? ¿Le he dado el verdadero valor a la dignidad de la mujer, tanto en la familia, en la Iglesia y en el seno de nuestra sociedad?
Señor JESÚS, ayúdanos a darle el verdadero valor a la dignidad de la mujer tanto en la familia, en la Iglesia y en el seno de nuestra sociedad, porque es con su dulzura y con su audacia que podemos construir “la Civilización del AMOR”, que todos anhelamos. Amén.
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