Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a San Néstor, Obispo y Mártir. Fue arrestado en tiempo del emperador Decio, y sentenciado a la crucifixión por el gobernador Pollio o Epolio de Licia. Ante la firme negativa del santo de adorar a los paganos, el gobernador lo condenó a morir en la cruz, donde el santo todavía tuvo fuerzas para alentar y exhortar a los cristianos que le rodeaban. Su muerte fue un verdadero triunfo porque cuando el Obispo expiró sus últimas palabras, tanto cristianos como paganos se arrodillaron a orar y alabar a JESÚS.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 10, versos del 1 al 12. En el que los fariseos ponen a prueba a JESÚS, abordando el tema de la separación o el divorcio de la pareja, fundamentados en una norma de la Ley de Moisés, que ellos interpretaban según su concepción patriarcal de la sociedad de su tiempo. JESÚS les responde que: «fue por causa de la dureza de sus corazones que Moisés escribió ese precepto». Y, refrescándole la memoria cita al libro de Génesis: «Desde el principio, Dios los creó hombre y mujer. Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre y los dos serán una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Es importante destacar que el discurso de JESÚS quita el poder absoluto del marido sobre la mujer, característico de la cultura del Viejo Testamento. Descartando así el legalismo y el patriarcado, que veían a la mujer como una posesión desechable del marido, y que ponía en evidencia una relación opresora y oprimida, donde se rompen la igualdad y genera división contra el Proyecto Creador de DIOS. Por eso es que JESÚS remite a quienes le interrogan, al Orden Original de DIOS, donde la mujer y el hombre tienen una misma dignidad, y que se unen en matrimonio por los lazos del Amor, el diálogo fraterno, la comprensión, y el perdón.
Al confrontarnos con el texto, vemos que en el tiempo en que JESÚS vivió su vida terrenal, la institución del matrimonio que es el fundamento de la familia, estaba amenazada por la nulidad de la dignidad de la mujer. En nuestro tiempo también persisten las amenazas de los feminicidios, de las uniones contra naturas, de hombres con hombres o de mujeres con mujeres. Por eso es que JESÚS restituye al matrimonio, que es la unión entre un hombre y una mujer, la dignidad que DIOS le dio desde el principio de la Creación.
Y es que DIOS quiere que la mujer y el varón creados a Su Imagen y semejanza, se complementen y se amen, formando un solo ser, y suscitando un nuevo núcleo de vida. Dando origen a la familia, que es una alianza en comunión fiel y creciente, en la que ambos participan en el Amor, Creador y liberador de DIOS. Por lo que es fuente de vida y no de servilismo, de comunión y no de sumisión.
De tal manera que la unión matrimonial está llamada a ser en medio de este mundo, testimonio visible de un Proyecto de unidad al servicio de la vida, y es por eso que el matrimonio cristiano significa y expresa la unión conyugal entre Cristo y la Iglesia, así nos los recuerda Pablo: «Maridos amen a su mujeres como Cristo amó a su Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, se ama así mismo» (Ef 5,25-28). Se comprende así, que el fundamento de unión de la pareja es el Amor y la Misericordia, que es el reflejo del Amor de DIOS, que quiere que todos los seres humanos seamos felices.
Señor JESÚS, Inunda nuestros corazones de Tu AMOR, para que nuestros hogares sean encuentro de comunión fraterna, solidaridad, diálogo, alegría y paz. Y de esta manera seamos Tus Testigos en un mundo convulsionado por las intrigas, los odios, y las guerras. Amén.