Evangelio del Día. Mateo 13,54-58

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“Un día Jesús, se fue a su pueblo y enseñó a la gente en su sinagoga. Todos quedaban maravillados y se preguntaban: «¿De dónde le viene esa sabiduría? ¿Y de dónde esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¡Pero si su madre es María, y sus hermanos son Santiago, y José, y Simón, y Judas! Sus hermanas también están todas entre nosotros, ¿no es cierto? ¿De dónde, entonces, le viene todo eso?» Ellos se escandalizaban y no lo reconocían.

Entonces Jesús les dijo: «Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su patria y en su propia familia.» Y como no creían en él, no hizo allí muchos milagros”.    

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Pedro Crisólogo, que significa ‘palabra de oro’, sacerdote italiano, arzobispo de Rávena, Padre de la Iglesia y proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Benedicto XIII en 1729. Nació en la ciudad de Imola, en la Emilia, en el año 380 y murió el 30 de julio del año 451.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 13, del verso 54 al verso 58. En el que se narra cómo fue la visita de JESÚS a Nazaret, su comunidad donde se había desarrollado como persona. El paso por Nazaret fue doloroso para JESÚS. Lo que antes era su comunidad, ahora ha dejado de serlo. Al igual que otros profetas JESÚS, experimentó el rechazo de sus compatriotas, tal es el caso de Jeremías que fue rechazado por la gente de su pueblo natal y más aún por su propia familia.

 Y es que los residentes del pueblo donde creció JESÚS, lo conocían desde niño y desde siempre habían estado relacionados con su familia. No podían creer su mensaje, y no podían aceptar que la Salvación de DIOS viniera a través de un hombre con las manos encallecidas por el trabajo, que a muchos de ellos les había servido. No prestaron atención al mensaje del Eterno porque no podían ver más allá del hombre Común, que siempre había estado con ellos.

 Seguían preguntando por el hijo del carpintero, señalando con nombre y apellido a cada uno de sus familiares, porque su desconfianza no les daba para comprender que JESÚS era el Hijo de DIOS. Y mucho menos para aceptar, el llamado de atención de sus actitudes y de sus acciones contrarias a los designios de DIOS, tal como corresponde a un Profeta, lo que más bien acentuaba su rechazo.

El hagiógrafo nos hace entender así, que la incredulidad de los judíos, se refleja en su constante rechazo a la voluntad de DIOS, que de distintas maneras se le ha acercado y cuando Él mismo se hace presente como uno más de ellos tampoco lo aceptan.

Es paradójico porque las personas que hubieran tenido que ser las primeras en aceptar la Buena Noticia, son las que se obstinan en no aceptarla. El conflicto no es con los de fuera de casa, sino también con los parientes y con la gente de Nazaret. Ellos no lo aceptan, porque no consiguen entender el misterio que envuelve a la persona de JESÚS. Como se ve, no todo fue bien para el proyecto Salvífico.

La gente no acepta el misterio de DIOS presente en un hombre común, tal como era JESÚS Pareciera que, para poder aceptar a DIOS, tenía que hacerse presente de manera diferente, pero tampoco aceptaron a Juan que actuaba distinto.

 Al confrontarnos con el texto, vemos que los habitantes de Nazaret quedan maravillados ante las enseñanzas de JESÚS. Reconocen su sabiduría más no le dan ningún crédito, porque ese tal JESÚS, no es más que un carpintero. Y es que, cuando los juicios subjetivos se sobreponen a las maravillas del Evangelio, estamos llamando a gritos a la necedad que, siempre está al acecho para bloquear la Fe.

De hecho, allí donde no hay aceptación, donde no hay Fe, no se puede hacer nada, ya que los prejuicios lo impiden, y el mismo JESÚS, aun queriendo, no puede hacer nada.

  Y es que la necedad, ciega a las personas y no les permite aceptar la Verdad y anula su esperanza ante un mañana mejor. Por eso el pueblo judío perdió al Mesías y su oportunidad de configurarse con Él. De allí que el texto nos invita a fortalecer nuestra Fe y abrir nuestro corazón a los designios de DIOS, para poder tener la certeza de que Él está con nosotros y siempre nos ayuda a salir de las peores situaciones, por muy oscuro que se vea el panorama. Por eso es que es muy oportuno preguntarnos: ¿Cuál es la medida de nuestra Fe? ¿Estoy dejando de vivir los valores del Reino por culpa de mi incredulidad, y por eso culpo a la situación que estamos viviendo?

Señor JESÚS, líbranos de tener un corazón necio que se deja llevar por las apariencias y más bien danos el discernimiento necesario para poder percibir Tus designios, en los momentos más duros de nuestras vidas. Amén.

Luis Perdomo

 

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