Venezolanos en Perú (2)
“Extraño sus gritos en las mañanas, cuando llegaba a casa diciendo: mamita de mi vida y mi corazón aquí llegó tu flaquita, ¿qué me guardaste de comida?, tengo hambre.
Con mucha nostalgia y lágrimas en sus ojos, Emmy González, desde Maracaibo nos cuenta la experiencia que vive desde hace ocho meses , luego que su hija de 18 años viajó a Perú.
Elizabeth es mi segunda hija, apenas se graduó de bachiller se fue, quería estudiar psicología pero en Venezuela no tenía posibilidad de culminar una carrera y por eso decidió buscar otros horizontes.
Mi familia está compuesta por mis tres hijas, un nieto y mi esposo. En agosto mi hija mayor (Osneymy) también se marchará a Perú junto a mi único nieto Anthony.
“La verdad siento un vacío en mi corazón luego que mi hija se fue, no dejo de pensar cómo se divide mi familia por culpa de una crisis que nos tiene sufriendo a todos”.
No es fácil ver partir a un ser amado, solo nos queda pedirle a Dios Padre los cuide en todo momento y así sintamos que nuestro corazón se parte en mil pedazos, siempre darles ánimos.
Si para nosotros como padres es difícil, para ellos aún más, están solos en un país desconocido.
Todos mis ahorros como chef repostera, fueron para costear sus gastos de pasaje y estadía, adicional ella también tuvo que trabajar vendiendo mis dulces para llevar algo de dinero extra.
Emmy culmina diciendo “solo espero que amanezca una nueva Venezuela, para que mi niña vuelva a casa”.
Vendió todo para irse
Mi hijo vendió su moto, su tableta, sus pocos ahorros , adicional su hermana María le prestó 250$ y su hermana Carmen le regaló 30$, con una inmensa nostalgia Carmen Malavé Farías residenciada en el estado Sucre, nos cuenta las razones porque su hijo emigró.
La mala situación del país , fuentes de empleos casi nulas y el salario que percibía no le alcanzaba para sus gastos primordiales , fue lo que obligó a mi hijo Antonio José de 33 años irse a Perú.
Desde hace un año y cinco meses extraño servir la taza de café en las mañanas para compartirla con mi hijo, trato de vivir con el dolor de su ausencia. “Pienso que es una pesadilla y que pronto regresará a casa”.
Solo deseo que obtenga ingresos económicos que satisfagan sus necesidades básicas, para que así pueda actuar con independencia y libertad.
Me duele ver a mi hijo a través de la pantalla
Son seis meses que tiene marcado en el calendario, Luisa Mireli, desde que su único hijo varón, Víctor de 19 años, preparó su maleta para viajar.
Estoy muy triste es muy difícil ver a mi hijo a través de una pantalla todos los días, cuando lo que más quisiera es darle un gran abrazo.
El joven vivía en el Tigre estado Anzoátegui, junto a sus padres y sus hermanas. Viajó primero a Ecuador donde no encontró los resultados que esperaba y decidió continuar hasta Perú.
Luisa todos los días pide a Dios en sus oraciones que su hijo logre cumplir las metas que se trazó en este año 2019.
Viajó con la ilusión de un mejor futuro y por eso como familia lo apoyamos.
Confieso que me dolió ver que mi hijo se alejaba cada día más.
Cuando tenemos reuniones familiares extrañamos mucho a Víctor, pues era el bromista de las fiestas.
A pesar que está rodeado de muchísimos venezolanos en otro país, ya sean amigos o conocidos, se siente solo.
No supero el viaje de mi hijo
La situación del país sin duda es la principal causa porque nos estamos dividiendo en contra de nuestra voluntad, afirma Yuleima Viera, quien vive en Puerto Ordaz junto a su hija y su mamá.
Su hijo de 23 años viajó hace siete meses a Perú.
Mi hijo nunca se había separado de mí, por eso aún no supero su viaje, en mis oraciones todos los días pido a Dios que le de fortaleza y estabilidad para un mejor futuro.
No dejo de extrañarlo en cada rincón de la casa y en cada reunión familiar. Él trabajó duro para poder completar el dinero para su pasaje. Son días muy fuertes, pero nuestra esperanza sigue intacta que en algún momento todos pasará y volveremos a reunirnos como familia.
Esto duele y mucho
Mi hijo Gustavo Rafael tiene 47 años, en Maracaibo se desempeñaba como comerciante, pero debido a la crisis económica que afectaba los ingresos familiares, decidió viajar a Perú, relata Arminda de González.
Son treces meses muy duros, “esto duele y mucho”. Mi hijo trabaja en otro país para la manutención de sus hijos. Espero que regrese pronto, pido por su salud y fortaleza para que pueda continuar.
Recuerdo todos los días, cuando le tocaba la puerta de su habitación para sentarnos a conversar. Hay que apoyarlos emocionalmente porque para ellos es muy duro lo que están viviendo como extranjeros.
Arminda dice que se siente muy triste y ansiosa de que todo cambie para tenerlo de nuevo en casa.
El vendió muchas de sus cosas, sobre todo ropa, calzados y gorras, algunas eran recuerdos muy valiosos, todo para poder costear los gastos del viaje, asegura González.
Estos testimonios son un reflejo de la diáspora venezolana donde más del 60% de los hogares tienen un familiar que decidió tomar un nuevo rumbo.
De acuerdo con los datos que con dificultad ha podido recolectar en la Asamblea Nacional a través del Registro Internacional de Venezolanos en el Exterior ( RIVE),los migrantes tienen entre 17 y 47 años , considerados como la masa trabajadora de Venezuela.
Osnelly Sánchez Madrid
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