Washington.-Jeep, una de las marcas del grupo Stellantis, se verá forzada a reducir a partir de la próxima semana la producción de una de sus plantas de montaje en Estados Unidos y a despedir temporalmente a parte de sus empleados por la falta de semiconductores necesarios para producir los automóviles.
La compañía confirmó este jueves que la planta de montaje Jefferson North, en Detroit, empezará el lunes tres semanas de turnos reducidos de trabajo ante la escasez de chips.
La planta, que emplea a unas 4.800 personas en dos turnos de trabajo, produce los modelos Jeep Grand Cherokee y Dodge Durango. El Grand Cherokee es el vehículo más vendido de Jeep, por lo que la decisión de Stellantis de reducir la producción refleja la gravedad de la escasez de chips.
Stellantis, como el resto de fabricantes de automóviles, se ha visto forzada a reducir la producción desde finales de 2020 por la escasez de chips, una de las consecuencias de la pandemia de la covid-19. Pero todas las empresas han intentado mantener intacta la producción de sus vehículos más rentables en detrimento de modelos menos populares.
Solo en abril, Stellantis, formado por la fusión de la francesa PSA y el grupo Fiat Chryslers (FCA), ha tenido que reducir la producción en 10 de sus plantas de montaje norteamericanas por la falta de chips.
Algunos fabricantes, además de reducir la producción, están fabricando vehículos sin los componentes afectados por la escasez de semiconductores para posteriormente añadir esas partes cuando tengan más existencias de chips.
Ford es uno de los fabricantes que ha decidido mantener el nivel de producción de su vehículo más importante, la camioneta «pickup» F-150, aunque sea a costa de acumular centenares de vehículos incompletos en solares de Detroit.
Ford confirmó este miércoles que mantendrá del 3 al 10 de mayo la suspensión de la producción en 3 de sus plantas en Illinois, Michigan y Misuri por la escasez de chips.
La firma de consultoría AlixParteners estima que la escasez de microprocesadores provocará que este año se dejen de producir 2,5 millones de automóviles en todo el mundo, lo que costaría al sector 61.000 millones de dólares.
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