

En el corazón del Eje Atlántico, al lado de Gran Sabana, sitio mejor conocido como Core 8 en Puerto Ordaz, se encuentran los sectores Kavanayén I y II, comunidades que se ubican entre los diez vecindarios más olvidados de Ciudad Guayana.
Las condiciones de vida son desgarradoras. Calles de tierra, pocas casas de bloques dispersas y barracas improvisadas construidas con latones y zinc deteriorado que reflejan la precariedad.
Una anciana, sentada frente a su humilde vivienda, describió con tristeza la realidad que viven: “Estamos sumergidos en la extrema pobreza. Aquí no viene nadie a visitarnos, tampoco a preguntarnos de que padecemos”.
Los habitantes de estos sectores se sienten abandonados por las autoridades y temen expresar sus necesidades por miedo a represalias o a perder los escasos beneficios gubernamentales, que solo llegan de vez en cuando.
A pesar de ello, la comunidad mantiene viva la esperanza de un futuro mejor, a la espera de que alguien escuche su voz y atienda sus reclamos.
Este barrio de Puerto Ordaz necesita atención urgente para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y romper el ciclo de injusticia que los mantiene en la marginación.

Esfuerzos propios
Los pocos servicios básicos que poseen se deben al esfuerzo propio de cada vecino, dijo uno de los habitantes del barrio. Indicó que el tendido eléctrico lo solucionaron con guayas y, en algunos sitios, con alambres de púas.
“Sabemos que es un peligro, pero fue la única alternativa que conseguimos de manera artesanal. La luz llega con dificultad; de noche, los bombillos no alumbran lo suficiente. Más luz produce una vela que los bombillos de 110 voltios”, exclamó un residente que llegó hace 20 años a este sitio.
Pedro comentó que Kavanayén tiene más de 20 años de fundada. Para obtener luz, tuvieron que hacer un tendido eléctrico de manera artesanal, conectando tres hilos de guayas desde una de las calles de Gran Sabana hasta la comunidad para que los vecinos pudieran tener electricidad.
Las fallas en el servicio son constantes; por otro lado, en las noches es deficiente y el agua apenas llega por las tuberías. No cuentan con red de aguas negras, solo pozos sépticos.
Para tomar un autobús del transporte público, tienen que caminar hasta diez kilómetros para llegar a la avenida Caracas; sin embargo, hacia la avenida Atlántico son menos kilómetros, aunque el transporte público es pésimo.
Otro de los graves problemas que deben enfrentar en dicho vecindario es la inseguridad. Sienten miedo de que, de noche, antisociales tiren de una patada la puerta de la barraca, entren a la casa y hagan desorden.

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