Al menos 15.000 judíos jasídicos, según cálculos de agentes de Policía consultados por EFE, se han instalado ya en los alrededores de la tumba del rabino Najman de Breslov (1772-1810) para hacer de la ciudad de Uman, en Ucrania central, una copia prácticamente idéntica de cualquier barrio religioso de Jerusalén.
“Venimos a celebrar el Año Nuevo judío, Rosh HaShaná, cerca de nuestro rabino Najman, para que nos ayude a ser mejores y sea nuestro abogado ante Hashem (Dios) en la corte del cielo”, dice a EFE Naftali, un peregrino treinteañero que ha llegado en autobús a Uman después de volar a Eslovaquia desde Israel.
Preguntado por el miedo que pueda tener a posibles ataques rusos, Naftali recuerda que en Israel se han acostumbrado a los cohetes de Hamás. Además aquí no hay riesgo de morir apuñalados, le completan otros peregrinos.
A partir de la puesta del sol del viernes y hasta que se haga de noche el domingo, miles, o decenas de miles de judíos religiosos como él, si se cumplen los peores temores de las autoridades, celebrarán junto al lugar de reposo del fundador de la corriente ultraortodoxa conocida como Breslov una de las fiestas más importantes del calendario judío.
“Rosh HaShaná en Uman es para mí una reunión de toda la nación judía”, dice a EFE cerca del mausoleo que alberga la tumba Israel Cohen, un israelí de Jerusalén que ya había estado en Uman, pero viene por primera vez por Rosh HaShaná.
Coincide con él Rafi, un estadounidense que ha venido desde Israel. “La gente viene aquí sin prejuicios; todo el mundo viste diferente, hay gente con mucho dinero y gente que apenas tiene nada, gente que ha estado en la cárcel y gente con trayectorias totalmente distintas”, afirma este empleado “del sector del aceite de oliva” en Israel.
“Tienen en común que vienen a buscar sentido, propósito, a no ser juzgados y a conectar con Dios y con el rabino”, añade Rafi, que viste con ropa occidental convencional a diferencia de muchos de los ultraortodoxos que se declaran como él seguidores de Najman.
Preguntado por lo que significa para él la corriente Breslov, que apuesta por la música y el baile como formas de llegar a Dios y se caracteriza por el aspecto algo hippie y la actitud ‘new age’ de muchos de sus integrantes, Rafi recurre a la comparación con otras ramas del judaísmo como Jabad.
“Jabad tiene un enfoque más intelectual, que va, podríamos decir, de la cabeza al corazón”, explica. “Breslov comienza con el corazón, va de lo emocional a lo intelectual y transmite que está bien ser quién eres, estar dónde estás: te queremos y nos importas”, remacha Rafi, que en sus ratos libres trabaja con personas con problemas mentales.
La perspectiva de Breslov sobre la religión y la vida es evidente en las calles de Uman acotadas por la Policía ucraniana para que todo transcurra sin incidentes, llenas de carteles en hebreo que anuncian puestos de comida kosher, tiendas y oraciones conjuntas con el mismo papel que tantas paredes cubre en Jerusalén.
A los pies de bloques de pisos típicos de la época comunista a cuyos balcones se asoman los muchos niños de las familias numerosas jasídicas, jóvenes judíos de aspecto rebelde y origen marroquí, etíope, europeo y francés cantan al ritmo de canciones en honor a “Najman MeUman”, Najman de Uman en hebreo, agitando sus gruesos tirabuzones al viento.
Junto a chicos en chándal de marca con kipá que podrían ser de cualquier país del mundo árabe, arrastran sus maletas o empujan en la cola para entrar al mausoleo adolescentes, hombres y ancianos con el uniforme clásico del judío jasídico: camisa blanca y pantalones, sombrero, zapatos y abrigo fino de tres cuartos de color negro.
Dentro del mausoleo, y en las carpas instaladas para la oración por jasídicos con dinero que incluso pagan a los peregrinos por rezar y estudiar la Torá (“30 shekels por una hora”, cuenta a EFE un californiano, que podría venir de Woodstock, que los peregrinos se entregan al rezo con los ojos clavados en densos libros.
Y entre el trasiego incesante de hombres de negro y el bullicio de música en hebreo con melodía árabe que sale de los bafles, policías ucranianos patrullan esta pequeña Jerusalén ucraniana, rezando ellos también porque no se activen las sirenas antiaéreas y a Rusia se le ocurra volver a dirigir sus misiles contra Uman.
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