En los últimos 90 años se han documentado hasta 1.300 muertes en al menos 25 casos de contaminación de medicamentos con dietilenglicol y etilenglicol, pero solo en los últimos tres años ha habido hasta siete incidentes de este tipo, alerta un informe de la Organización Mundial Salud (OMS), que reclama mayor atención global a este fenómeno.
El estudio , realizado con la colaboración de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), subraya que en muchos casos las víctimas de estos casos fueron niños, y con frecuencia estos sucesos ocurren en países en desarrollo donde no hay suficiente supervisión.
En estos incidentes, el dietilenglicol y el etilenglicol, usados como disolventes industriales y anticongelantes, pero que pueden perjudicar el organismo humano, utilizándose ilegalmente para sustituir ingredientes sí apropiados para la elaboración de medicamentos, como el propilenglicol, la glicerina o el sorbitol.
Crisis de medicamentos
El informe estudia crisis relacionadas con estos químicos como la que en 2006 causó unas 300 muertes en Panamá y China por un jarabe para la tos infantil adulterado, uno de los más graves de los registrados en las nueve décadas del estudio.
Desde un primer incidente registrado en Estados Unidos en 1937, también se identificaron casos de medicamentos contaminados en Argentina en 1992 con al menos 29 muertes, en Venezuela en 1994, o incluso en España, donde una crema antiquemaduras adulterada provocó al menos cinco muertes en 1985.
Lejos de remitir con el tiempo, los casos se han multiplicado en la actual década, con incidentes que han causado más de 300 muertes en países como Gambia, Indonesia o Uzbekistán por la contaminación de jarabes para la tos, y ante los que la OMS ha emitido hasta siete alertas internacionales.
La mayoría de los casos recientes se dieron en medicamentos para niños de consumo oral adquiridos sin receta en farmacias, tiendas o incluso mercados callejeros.
El informe denuncia la promoción de productos adulterados especialmente a través de internet, la falta de supervisión de fabricantes y distribuidores en muchos mercados, y auténticas redes internacionales que falsifican deliberadamente estos ingredientes, contribuyendo a que los casos se multipliquen en todo el mundo.
Ante ello, OMS y UNODC apelan a una mayor transparencia en la cadena de suministro y una mejor colaboración entre redes sanitarias, fuerzas de la ley y sector privado.
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