Ciudad Guayana.- Desde el comienzo de la pandemia, el coronavirus ha infectado a casi 38 millones de personas en todo el mundo. Y sucede que en la batalla contra la COVID-19, los hombres tienen resultados más desfavorables que las mujeres.
En el pico de la crisis de coronavirus en Nueva York, la cantidad de muertes entre los hombres fue casi el doble que entre las mujeres.
En todo Estados Unidos, las estadísticas no son tan sorprendentes, pero los hombres aún constituyen la mayoría (54%) de todas las muertes por COVID-19 a pesar de que las mujeres representan una mayor proporción de los casos confirmados, según datos de los Centros para Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Además, esta brecha es aún mayor en ciertos grupos de edad.
Entre los adultos de 40 a 49 años, los hombres representan el 69% de las muertes por COVID-19; y en el grupo de 50 a 64 años, representan el 66% de las muertes.
Los datos de los CDC indican que los hombres de todas las edades también tienen más probabilidades que las mujeres de necesitar terapia intensiva o respiración mecánica una vez que están hospitalizados por COVID-19.
A nivel mundial, por cada 10 mujeres que ingresan a la unidad de cuidados intensivos, 18 hombres ingresan a causa del coronavirus, según la organización sin fines de lucro Global Health 50/50.
“En todo el mundo, pertenecer al sexo masculino es un factor de riesgo de COVID-19 [la enfermedad] grave y de mortalidad”, señala Akiko Iwasaki, profesora de Inmunobiología en la Facultad de Medicina de Yale. Y los expertos tienen algunas claves para explicar el motivo.
Los investigadores descubren diferencias en la respuesta inmunitaria de cada sexo
Una explicación en la que los investigadores se han concentrado: los hombres no producen una respuesta inmunitaria tan intensa como las mujeres.
En un estudio reciente, Iwasaki y sus colegas observaron a unos cuarenta pacientes con COVID-19 que estuvieron internados en el Yale New Haven Hospital entre el 18 de marzo y el 9 de mayo, y descubrieron algunas diferencias importantes en la respuesta biológica de los hombres y las mujeres ante la enfermedad.
En primer lugar, “los hombres tuvieron dificultades para activar la respuesta inmune de las células T, mientras que la activación de estas células fue mucho más eficaz en las mujeres”, explica Iwasaki, cuya investigación se publicó recientemente en la revista científica Nature. Las células T ayudan a proteger al organismo contra infecciones y evitan su propagación.
Entre los pacientes, los hombres que activaron una respuesta más débil de las células T “tuvieron consecuencias más desfavorables de la enfermedad», advierte Iwasaki. “Sin embargo, las mujeres pudieron activar la respuesta de las células T y controlar la infección viral”.
La activación de las células T fue especialmente baja entre los hombres mayores pero no entre las mujeres mayores, lo que puede explicar la diferencia del índice de mortalidad entre hombres y mujeres en ciertos grupos de edad.
Otra conclusión del estudio: los hombres tenían niveles más altos de proteínas inflamatorias conocidas como citocinas. Cuando se liberan, estas proteínas producen la activación del sistema inmunitario.
Sin embargo, en los casos graves de COVID-19 el organismo puede liberar demasiadas citocinas con demasiada rapidez, lo que hace que el sistema inmunitario ataque el organismo en lugar de atacar el virus.
Esto puede provocar graves daños que incluyen la insuficiencia de múltiples órganos, y los investigadores deducen que “las concentraciones más altas de citocinas en los hombres aumentan la probabilidad de estos resultados”, suponen los investigadores. (Algunas de las mujeres que tenían niveles más altos de citocinas también tuvieron peores resultados en la lucha contra la COVID-19).
Iwasaki señala que estas conclusiones sugieren la necesidad de una vacuna “para estimular la respuesta de las células T” en los hombres.
“Si realmente tenemos una vacuna de este tipo, los hombres pueden activar la inmunidad de las células T y posiblemente recuperarse mucho mejor de esta infección”.
También pueden ser necesarias diferentes estrategias de tratamiento para los hombres y las mujeres, añade Iwasaki.
Otras investigaciones que se publicaron desde el comienzo de la pandemia destacan las diferencias entre los sexos en todos los aspectos desde hormonas y receptores celulares hasta genética vinculada al cromosoma X como posibles razones para explicar por qué las mujeres pueden combatir mejor una infección por coronavirus.
Iwasaki señala que “saber qué tipo de respuestas provocan la enfermedad y lo que falta en cada sexo y cada grupo de edad sería mucho más informativo en términos de lograr el tratamiento apropiado”.
Los “comportamientos de alto riesgo” y las enfermedades crónicas también influyen
Si bien “existe sin duda” un componente biológico, los factores sociales y conductuales relacionados con el género también podrían afectar las tendencias de mortalidad por COVID-19, explica Derek M. Griffith, profesor de Medicina y director fundador del Center for Research on Men’s Health de Vanderbilt University.
Por ejemplo, los hombres son más propensos que las mujeres a exhibir “comportamientos de alto riesgo” que los hacen vulnerables a una infección por coronavirus, escriben Griffith y sus colegas en un informe que los CDC publicaron en julio. Tienen índices más bajos de lavado de manos, uso de mascarillas y distanciamiento social que las mujeres.
Además, una encuesta reciente de Gallup demuestra que a los hombres les preocupa menos contraer COVID-19 a pesar de que con frecuencia desempeñan muchos trabajos esenciales con salarios bajos que aumentan la exposición al virus (procesamiento de alimentos, transporte, distribución, etc.).
Más aún, los hombres son más propensos que las mujeres a fumar y tener enfermedades cardíacas y alta presión arterial y también es más probable que tengan sobrepeso u obesidad, todos los cuales son factores que aumentan el riesgo de padecer una enfermedad grave por una infección por coronavirus.
Griffith señala que las iniciativas de prevención dirigidas específicamente a hombres y mujeres son cruciales en la lucha contra la COVID-19. “Sabemos que usar un único método para todos no suele ser eficaz”, agrega.
Por ejemplo, disminuir los obstáculos para hacer pruebas y aumentar el acceso a la atención preventiva de los hombres que padecen enfermedades subyacentes podría ayudar a eliminar la diferencia entre hombres y mujeres en cuanto a hospitalizaciones y muertes relacionadas con el coronavirus.
También podrían ayudar los mensajes específicos que reafirmen la importancia de las estrategias de salud pública para frenar la propagación del virus, indica Griffith, especialmente al no contar con una vacuna.
“Independientemente del sexo, este virus puede provocar una enfermedad muy grave, incluso entre las personas más jóvenes».
«Por lo tanto, hasta que no ocurra la distribución definitiva de una vacuna, tenemos que continuar cumpliendo con las medidas de distanciamiento social, el uso de mascarillas y todas las precauciones”, agrega Iwasaki.
Con información de AARP
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