Bangkok.- La pugna diplomática entre la junta militar que tomó el poder de Birmania en febrero y el bando prodemocrático, leal a la depuesta líder Aung San Suu Kyi, llega a la Asamblea General de Naciones Unidas, que se reúne a partir de este martes.

El Comité de Credenciales, formado durante la jornada inaugural de la sesión y compuesto por nueve naciones, deberá decidir a quién recomienda como representante del país asiático después de que ambos grupos postularan a sus propios candidatos.

La junta militar propuso en julio a Aung Thurein, un comandante del Ejército durante 26 años, como reemplazo del actual embajador birmano ante la ONU, el candidato del bando prodemocrático Kyaw Moe Tun, que es acusado de «alta traición» por el actual régimen.

Tras el golpe de Estado del 1 de febrero, Kyaw Moe Tun fue suspendido por la junta como representante birmano tras promulgar un emotivo discurso ante el organismo internacional donde censuró la actuación del mando castrense y reclamó el restablecimiento de la democracia.

Este lunes, 358 oenegés birmanas e internacionales pidieron por carta a la Asamblea de la ONU que mantengan en el puesto a Kyaw Moe Tun, designado en 2020 por el depuesto gobierno democrático y que se mantiene fiel a la premio nobel de la Paz y líder electa birmana, para evitar legitimar al gobierno militar.

UN GOLPE DE ESTADO LEGAL

El régimen militar defiende que la toma de poder fue legal ya que se encuentra dentro de las clausulas estipuladas en la Constitución birmana, redactada por el Ejército y sancionada en 2008, al apartar al Ejecutivo a Suu Kyi y su partido Liga Nacional para la Democracia (LND) por supuestamente amañar las elecciones de noviembre de 2020.

En dichos comicios la LND logró una victoria aplastante, como ya hiciera en 2015, en unas votaciones que contaron con el aval de observadores internacionales.

Horas antes de que se celebrara la jornada inaugural del Parlamento electo, los militares asestaron un golpe de Estado que puso fin a una década de democracia en el país y arrestó a los principales líderes civiles, entre ellos a Suu Kyi.

El golpe de Estado se ha encontrado con una fuerte oposición popular que ha sido brutalmente reprimida por las fuerzas de seguridad, quienes han disparado a matar contra manifestantes pacíficos.

NUG Y EL APOYO POPULAR

Esta crucial decisión en la ONU puede suponer un espaldarazo o una decepción para el autoproclamado Gobierno de Unidad Nacional (NUG) de Birmania, conformado por políticos y activistas contrarios al régimen castrense y quienes se consideran el gobierno legítimo.

Durante el fin de semana centenares de opositores se manifestaron a lo largo de Birmania para expresar su apoyo al candidato del NUG en la ONU con eslóganes y pancartas que piden «rechazar el golpe de Estado».

Dr Sasa, ministro del NUG para la Cooperación Internacional y portavoz del bando prodemocrático, argumenta en un informe de cuatro páginas publicado en las redes sociales que el NUG cuenta con el apoyo mayoritario entre los 54 millones de birmanos.

Desde que este gobierno paralelo fuera creado en abril, el movimiento opositor a la junta militar busca el, hasta ahora esquivo, reconocimiento de la comunidad internacional.

Entre las razones Sasa esgrime la incontestable victoria de la LND en las elecciones, la formación de su propio brazo armado para «defender al pueblo» de los abusos del Ejército, el trabajo para combatir a la pandemia de la covid-19 y el compromiso a regresar a un sistema democrático que incluya a todas las étnias del país, entre otras.

Además, denuncia la sistemática violencia armada contra civiles pacíficos por parte del Ejército, que tras ocho meses de la asonada no logra controlar toda la nación y se enfrenta a huelgas que han conseguido interrumpir el funcionamiento de la Administración.

«Existe el riesgo de que la complacencia de algunos Estados miembros de la ONU resulte en el robo de la voz legítima del pueblo birmano ante la ONU, donde la junta militar representará al pueblo que ha asesinado y torturado», argumenta hoy en un comunicado Khin Ohmar, fundador de la oenegé birmana Progressive Voice.

Al menos 1080 personas han muerto por la brutal represión ejercida por policías y soldados desde el golpe, mientras se mantienen detenidos a casi 6400 opositores, incluida Suu Kyi, según datos de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.

 

Noel Caballero EFE

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