“Vamos con todo, caiga quien caiga”. Así lo dijo Nicolás Maduro, el 20 de marzo, en la primera reunión con la directiva nacional de Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), tras la develación del escándalo de corrupción que involucraba a figuras de confianza y claves dentro del oficialismo.
Maduro criticó los estilos de vida que llevaban muchos funcionarios, empresarios y personas ligadas a la función pública en la industria petrolera y el sistema judicial, a quienes acusó de “mafiosos”.
Horas antes, la tarde de ese mismo lunes, el líder indiscutible del oficialismo, Tareck El Aissami, renunció al cargo de ministro de Petróleo. En su alocución, que fue transmitida por los canales del Estado, Maduro dijo que El Aissami estaba “abierto a colaborar con el proceso” y que daba muestra de ser “un verdadero revolucionario”.
¿Dónde está El Aissami?
Seis meses después de esa declaración, la última vez que Maduro mencionó públicamente a El Aissami, fuentes relacionadas con el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y analistas políticos y comunicacionales consultados por El Pitazo coinciden en que el silencio es, hasta ahora, la mejor estrategia del oficialismo para minimizar el costo político interno y electoral que pudiese tener la trama de corrupción Pdvsa–Cripto.
Según cálculos de la organización Transparencia Venezuela, el desfalco a la nación asciende a unos 16.600 millones de dólares.
“Algo que tiene el PSUV es que somos una estructura cerrada, que entiende que los problemas internos se resuelven en casa. La situación con (Tareck) El Aissami es una especie de cataclismo interno. No te creas que ha sido fácil. Es por ello que el silencio ha servido para tranquilizar a muchos, para que se retome la normalidad. Concentrarnos en el proceso electoral y dar respuesta a las bases”, asegura una fuente del oficialismo que solicitó la reserva de su identidad.
La fuente, que pertenece a la estructura media del PSUV, asegura que, aunque no hay una orden expresa, hablar del caso de El Aissami es solo facultad de Maduro o de quien este designe.
“Es difícil para el presidente Maduro desligarse de El Aissami. El tipo fue su vicepresidente, dirigió las finanzas y luego tuvo todo el poder con el petróleo y las criptomonedas. Lo defendimos de los señalamientos de los gringos. Entonces cualquier postura va a tener un costo político y no está claro qué camino tomar”, agregó el entrevistado.
Aislamiento forzoso de Tareck El Aissami
“La condena de Tareck El Aissami es al ostracismo. Jugando un poco con el olvido colectivo del venezolano y con la premisa de que un escándalo tapa a otro. En este caso, estamos ante un aislamiento forzoso de la vida pública, hasta que la plana mayor del oficialismo decida qué hacer con su vida”, apunta el sociólogo y especialista en comunicación política, Carlos López Centeno.
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