Caminar por el centro de Puerto Ordaz es recorrer un paisaje detenido en el tiempo, donde la batalla entre la historia gloriosa y el presente de abandono se libra a cada paso.
Más de 70 años después de su fundación, las calles, que alguna vez rebosaron de vida, ahora están tomadas por la maleza que crece sin tregua y por montones de basura acumulada en esquinas que parecen olvidadas por el tiempo y las autoridades.
Entre la carrera Piar y la calle La Urbana, a la sombra de lo que fuera un próspero edificio, en donde llegó a funcionar Seguros Caracas, Seniat y otras entidades financieras, ahora solo queda un basurero improvisado.
No son solo los escombros lo que llama la atención, sino la presencia constante de niños en situación de calle, quienes han encontrado refugio entre los rincones de esas paredes abandonadas.
Esas calles, antaño centros de comercio y vida nocturna, ahora se silencian temprano, dominadas por el temor y la inseguridad.
Silencio diurno y nocturno
Los negocios Roma, Mario, el embajador de los buenos tiempos, permanecen como eco de la vida que fue, mientras el resto languidece entre negocios clausurados y edificios que sufren el saqueo constante. Cables, bombillos y piezas de metal desaparecen noche a noche, robados no solo por necesidad sino por la desesperanza que se respira en el ambiente.
Los habitantes añoran los días en que la juventud universitaria llenaba las calles de movimiento, cuando la vida vibraba y el pulso comercial del centro marcaba el ritmo de la ciudad. Pero esos capítulos se cerraron con el traslado de las instituciones educativas y el auge de nuevos centros comerciales hacia Alta Vista.
Testigos
Alejandro Farfán, quien vive en uno de los barrios más cercanos a la avenida Castillito dijo que los estudiantes universitarios les daban vida a esta zona en las horas nocturnas, “luego que cambiaron el Instituto Universitario Antonio José de Sucre y el Instituto Universitario Santiago Mariño, se acabó el movimiento nocturno en esta zona”.
Para otros residentes el consumo y compra en comercios se fueron desvaneciendo cuando comenzó el auge en Alta Vista, “construyeron el centro comercial Orinokia y Ciudad Alta Vista, entonces la gente dejó de visitar Puerto Ordaz”, indicó otro lugareño.
Lo que queda es una petición común: más vigilancia, inversión y un compromiso real para revivir el centro de Puerto Ordaz, devolverle su alma y devolver a sus calles el bullicio que las hace latir.
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